Cuando el tentacular Cthulhu llega por carta: se publica en castellano la monstruosa correspondencia de H. P. Lovecraft
Javier Calvo edita y traduce una selecci¨®n de las 75.000 misivas que escribi¨® el maestro del terror de Providence y que contribuyen a entender sus ideas y su proceso de creaci¨®n literaria
La educaci¨®n sentimental de todo buen seguidor de Howard Philips Lovecraft (1890-1937), el venerado y controvertido escritor de Providence (EE UU) que renov¨® el terror y creo uno de los universos literarios m¨¢s personales, escalofriantes y trascendentales del g¨¦nero desde Edgar Alan Poe, tiene diferentes hitos. En ese camino inici¨¢tico por el Territorio Lovecraft, lleno de sobresaltos, encuentros con entidades inenarrables, geometr¨ªas inquietantes, sue?os y adjetivos, figuran ¡ªaunque las rutas hacia Arkham son variadas y tortuosas¡ª la lectura de Los mitos de Cthulhu, en la famosa edici¨®n seminal de Rafael Llopis para Alianza (1969); la publicaci¨®n por Minotauro en los a?os setenta de los grandes t¨ªtulos del canon, la biograf¨ªa de Sprague de Camp (Lovecraft, Alfaguara 1978) ¡ªhoy la can¨®nica es la de S. T. Joshi, considerado el m¨¢s grande especialista mundial en el autor¡ª, los juegos de rol de Chaosium y toda su parafernalia de mapas y ampliaciones, el cap¨ªtulo que le dedic¨® Fernando Savater, reivindic¨¢ndolo (?no and¨¢bamos tan desencaminados!), en La infancia recuperada (Taurus, 1976); el entusiasta ensayo del debutante Michel Houellebecq en 1991 (recuperado en 2021 por Anagrama: H. P. Lovecraft, contra el mundo, contra la vida), la adaptaci¨®n al c¨®mic de los mitos por Enrique Breccia, buenos pastiches como los de Richard A. Lupof (El libro de Lovecraft, Valdemar, 2015) o I am Providence, de Nick Mamatas (Night Shade Books, 2016), y por supuesto, la monumental (tres kilos) edici¨®n anotada del canon por Leslie S. Klinger (Akal, 2017) ¡ªsin olvidar el reciente y maravilloso librito Cuaderno de ideas (Perif¨¦rica, 2023), el cuaderno de notas de Lovecraft¡ª .
Pues bien, desde ahora ya hay un indispensable nuevo ladrillo amarillo para el camino al tenebroso Oz lovecraftiano: la primera edici¨®n en castellano de las cartas del autor de La sombra sobre Innsmouth o El que susurra en la oscuridad que ha hecho el escritor y traductor barcelon¨¦s Javier Calvo para Aristas Mart¨ªnez y cuyo primer tomo acaba de publicarse tras un esfuerzo tit¨¢nico de Calvo que le ha dejado tan patidifuso como a uno de esos antih¨¦roes lovecraftianos que se enfrentan a lo innominado y tentacular, y acaban en el manicomio de Arkham (Arkham Sanitarium, 225 East Derby Street). ¡°Se calcula que Lovecraft escribi¨® unas 75.000 cartas, una cifra realmente monstruosa, que supone ?el 99 % de toda su producci¨®n escrita!, que, en lo narrativo, consta solo de 52 relatos¡±, explica Calvo en la librer¨ªa barcelonesa Gigamesh antes de la presentaci¨®n el s¨¢bado pasado del libro (H. P. Lovecraft, Cartas 1, escribir contra los hombres, t¨ªtulo deudor de Houellebecq), acto que se celebr¨® ante una concurrencia entusiastamente oscura.
Gigamesh, autodenominado templo del ocio y la subcultura, es un lugar tan lovecraftiano como la Universidad de Miskatonic y en el que se rinde culto al autor desde la entrada, donde hay instalada en un nicho una estatuilla de Cthulhu, la gran divinidad de referencia de Lovecraft (con permiso de Yog-Sothoth, su se?or padre; Azathoth, Shub-Niggurath o Nyarlathotep, el Caos Reptante), a la que se le tributan monedas.
En su bastante miserable y disfuncional vida, recuerda Calvo, Lovecraft escribi¨® unas 3.500 cartas al a?o, entre cinco y 15 al d¨ªa, siempre a mano, algunas de 60.000 palabras, hasta 50 p¨¢ginas de letra muy apretada y a veces con croquis y dibujos como los muy evocadores bocetos de Cthulhu que enriquecen la antolog¨ªa espa?ola de cartas. La edici¨®n can¨®nica de las cartas en EE UU recoge 3.500 ¨ªntegras distribuidas en 23 vol¨²menes. Calvo, que ha seleccionado y extractado para este primer tomo 213 misivas del per¨ªodo 1919-1937, la ¨¦poca de su m¨¢s caracter¨ªstica producci¨®n weird, extra?a, destaca que las cartas, y as¨ª las presenta en el libro, son en realidad ¡°una de las autobiograf¨ªas m¨¢s extensas que se han publicado jam¨¢s; el experto Joshi, que las ha editado originalmente, recalca que en su correspondencia, Lovecraft fue uno de los individuos que se documentaron m¨¢s exhaustivamente a s¨ª mismos en la historia de la humanidad¡±.
En las cartas, Lovecraft escrib¨ªa a sus amigos (a los que apenas ve¨ªa personalmente, as¨ª que en parte eran un sustituto de las conversaciones que no ten¨ªa), y sobre todo al que se conocer¨ªa como C¨ªrculo Lovecraft (Robert E. Howard, Frank Belknap Long, Ashton Smith, August Derleth¡); a editores y colaboradores, a sus dos t¨ªas y a la que fue brevemente su (sufrida) esposa, y, en una ocasi¨®n, a una descendiente directa de una bruja de Salem. Y trataba de todo de tipo de asuntos, literarios y filos¨®ficos, explicaba sus sue?os (pesadillas), comentaba los textos de los dem¨¢s y los suyos propios y la evoluci¨®n de su trabajo y de su estilo; tambi¨¦n hablaba de la actualidad, como del monstruo del Lago Ness, y de vivencias personales, y de sus viajes. Y daba sus opiniones, algunas bastante indigestas, como los arrebatos racistas (estaba obsesionado con la ¡°degeneraci¨®n racial¡± de los EE UU) y las diatribas contra T. S. Eliot, su n¨¦mesis literaria, y Walt Whitman. Calvo destaca la insospechada presencia sin embargo de mucho humor en las cartas.
Una de las grandes preguntas de los lovecraftianos es c¨®mo habr¨ªa sido la carrera literaria de Lovecraft y hasta adonde habr¨ªa podido llegar de no haber estado todo el d¨ªa escribiendo cartas. El documento inconcluso que se encontr¨® en su escritorio al morir no fue una novela o un relato sino¡ una carta.
¡°La correspondencia se revela una pieza fundamental para entender la vida y la obra de Lovecraft y es un complemento perfecto de su narrativa¡±, subraya Calvo, que junto a su aspecto general de erudito explorador de la expedici¨®n Pabodie de la Universidad de Miskatonic de regreso de las monta?as de la locura, luce en los antebrazos sendos tatuajes de Osiris e Isis que le valdr¨ªan la aquiescencia de Nyarlathotep. El estudioso, apasionado del Solitario de Providence que ha visitado su ciudad, su tumba y ha asistido estupefacto a la famosa convenci¨®n bienal sobre el escritor, ha dividido la antolog¨ªa en 16 apartados cronol¨®gicos que responden a etapas de la vida de Lovecraft y que Calvo sit¨²a con sendas introducciones. Para el compilador, la correspondencia nos lleva a lo largo de la historia de un fracaso, pues Lovecraft no consigui¨® nada en vida.
Sorprende del libro que, excepto algunos pasajes contados (el linaje del ¡°negro-gorila¡± y ¡°los muladares de mestizos de Brooklyn¡±), no hay mucho del peor Lovecraft como ser humano, el racista. ?Ha expurgado Calvo las cartas? ¡°No, en este primer tomo est¨¢n las cartas que hablan sobre todo de asuntos literarios, la correspondencia literaria. Ahora estamos preparado el segundo en el que seleccionaremos las que tratan de sus sue?os, y el tercer tomo ser¨¢ el que contendr¨¢ cartas sobre filosof¨ªa, ciencia e ideas sociales, y ah¨ª si hay material pol¨¦mico, toda clase de cosas ofensivas, aborrecibles, algunas de juzgado de guardia. Mi idea es mostrarlo como era, sin quitar nada. Aunque hay que decir que las cartas muestran una evoluci¨®n en eso: pas¨® de ser conservador a ser socialista y partidario de la redistribuci¨®n de riqueza y el New Deal¡±.
Calvo se toma con filosof¨ªa las actuales descalificaciones de Lovecraft por supremacista, hom¨®fobo y machista y el hecho de que pese a la popularidad del escritor y el inter¨¦s que inspira no ha conseguido ser aceptado del todo en el mundo acad¨¦mico. ¡°Sigue siendo objeto de debate que fuera un gran escritor¡±, se?ala. ¡°Hay libros sobre ¨¦l, revistas, estudios literarios, pero sigue ocupando un lugar aislado, no est¨¢ integrado en la gran tradici¨®n de la literatura¡±. Eso le importar¨¢ una higa a sus much¨ªsimos lectores, pero ?han de ayudar las cartas a que Lovecraft ocupe el lugar que sus partidarios creen que merece? ¡°Bueno, en realidad, est¨¢n publicadas en ingl¨¦s desde los a?os sesenta y no ha sucedido. Pero es de esperar que en nuestro mundo la correspondencia ayude a entenderlo mejor y le proporcione una v¨ªa de entrada en la literatura en general. Las cartas le muestran como un autor muy culto, complejo y humano, y permiten conocerlo mejor como persona. Era muy generoso en sus opiniones sobre sus amigos escritores, leal y afectuoso. Adoraba los gatos. La correspondencia puede cambiar algunas ideas preconcebidas sobre ¨¦l, a veces muy caricaturescas. Proporciona mucha informaci¨®n sobre su formaci¨®n literaria, que era muy completa en el mundo cl¨¢sico, y conoc¨ªa muy bien la literatura de su tiempo, m¨¢s all¨¢ de las pullas a T. S. Eliot, con cuya creaci¨®n, por cierto, acab¨® reconcili¨¢ndose tras asistir a un recital del poeta¡±.
?Algo nuevo sobre el sexo de Lovecraft? Calvo apunta en el libro que seguramente no consum¨® su matrimonio. ¡°Parece que no, pero todo sigue siendo pura conjetura¡±. Estaba, recalca Calvo, en contra del sexo, que le parec¨ªa algo sucio y sobrevalorado (quiz¨¢ por no haberlo probado), y censuraba a sus amigos el que le dieran tanta importancia. Era mojigato y en sus relatos no hay pr¨¢cticamente mujeres ni sexo, excepto el sexo monstruoso de apareamientos antinaturales que producen h¨ªbridos monstruosos. ¡°Hay una corriente de estudio que supone que Lovecraft era homosexual reprimido, y eso explicar¨ªa su fijaci¨®n con las amistades masculinas y su apadrinamiento de j¨®venes escritores. No faltan indicios, pero tambi¨¦n podr¨ªa ser lo contrario, porque condenaba la homosexualidad como abominaci¨®n perversa, aunque ten¨ªa amigos homosexuales: otra contradicci¨®n del personaje. Puede que fuera una persona asexuada, hay muchas especulaciones pero ya es tarde para resolver esos enigmas¡±.
Las cartas est¨¢n llenas de cosas interesant¨ªsimas. Lovecraft, demuestra su conocimiento de la arquitectura (colonial), se revela ¡ªparad¨®jicamente pues siempre le hab¨ªamos tenido por un sedentario agorafobo¡ª un gran escritor de viajes (a sitios como Salem). Habla de Goya, de Baudelaire, ?de Conrad!; del recital de Dunsany en Boston al que acudi¨®, del paseo que le inspir¨® La tumba, de su adoraci¨®n por Poe y lo poco que le gustaba su propio ciclo de Herbert West, reanimador, escrito por encargo; de c¨®mo le vino el personaje del innombrable Nyarlathotep en una pesadilla y c¨®mo invent¨® a partir de su lectura de Las mil y una noches el personaje del ¨¢rabe loco Abdul Alhazred (seud¨®nimo que adopt¨® de ni?o), autor del Necronomic¨®n. Del asombro y emoci¨®n que le produce el descubrimiento del ¡°nuevo planeta transneptuniano¡±, Plut¨®n; del eg¨®latra Houdini, de lo que le gustaba Cumbres borrascosas, y de las recopilaciones de Charles Ford como inspiraci¨®n; de ¡°los abismos completamente insondables¡±, de los chotacabras, de su inter¨¦s por el mundo del Pac¨ªfico y la Ant¨¢rtida, y de su amor a los libros (escribe a Howard: ¡°Nada constituye una parte tan ¨ªntima de un hombre como su biblioteca¡±). ¡°Lo que busco¡±, leemos en otra carta, ¡°es una sucesi¨®n acumulativa de horrores, ?una emoci¨®n tras otra, y cada una peor que la anterior!¡±; y en otra: ¡°Estoy a favor del asombro rom¨¢ntico, pero en contra del sentimentalismo rom¨¢ntico¡±.
Un debate muy interesante que aparece en las cartas es el de si se debe mostrar a los monstruos, y valga la expresi¨®n. Lovecraft sosten¨ªa que no. Lo que lleva al tema del cine. Calvo se?ala que el escritor era un gran fan y acud¨ªa frecuentemente a las salas. Le gustaban mucho las pel¨ªculas de romanos y especialmente el primer Ben-Hur.
Otro tema de las cartas y que interesa mucho a los lectores fervientes de Lovecraft es la pronunciaci¨®n del nombre de Cthulhu: ¡°El nombre de la entidad infernal lo inventaron unos seres cuyos ¨®rganos vocales no eran como los del hombre, y por tanto las gargantas humanas nunca lo pueden pronunciar perfectamente¡± (carta a Duane W. Rimel, 23 de julio, 1934). Calvo, que dice algo as¨ª como ¡°Katulu¡± y abomina (y valga de nuevo la palabra) de pronunciaciones estilo ¡°Chulu¡±, hizo una esforzada demostraci¨®n fon¨¦tica en su presentaci¨®n que nos dej¨® a todos m¨¢s sobrecogidos que la madre de Charles Dexter Ward.
La correspondencia es tambi¨¦n veh¨ªculo de algunos pasajes de incre¨ªble belleza literaria lovecraftiana, y nada mejor para acabar que uno (de la carta a Belknap Long de 5 de mayo de 1922): ¡°No puedo evitar re¨ªrme de la pretensi¨®n que tienen los intereses humanos de ocupar el lugar central cuando a trav¨¦s de los abismos ilimitados de luz imposible y oscuridad encantada soplan vientos de ¨¦ter cuyos habitantes, demonios y genios alados,desconocen el nombre del hombre¡±.
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