La vida paralela de un proyeccionista soriano con Tot¨°, el ni?o de ¡®Cinema Paradiso¡¯
Jos¨¦ Antonio Silva se jubila tras 50 a?os trabajando en los cines de la ciudad
Jos¨¦ Antonio Silva abre un poco la boca cuando se concentra. Tiene por delante una labor de la que durante d¨¦cadas ha dependido la felicidad de miles de personas. Sus dedos expertos se mueven ¨¢giles sobre un rollo de pel¨ªcula que coloca sobre una vieja bobina, como hac¨ªa cuando los m¨¦todos digitales modernos eran propios de filmes fant¨¢sticos. Ahora esos ojos claros, que han visto unos 8.000 t¨ªtulos durante su horario laboral en los cines de Soria, se protegen con unas finas gafas. Las canas que luce tampoco exist¨ªan cuando empez¨® a trabajar en las salas sorianas con 15 a?os, un chaval que, tras cinco d¨¦cadas en la sombra de la cabina, se ha jubilado. ¡°Siempre he luchado por el cine¡±, se enorgullece antes de narrar las escenas de una vida en el s¨¦ptimo arte.
Todo comenz¨® en Sotillo del Rinc¨®n (Soria, 180 habitantes). All¨ª se crio Silva, de 64 a?os, junto a sus dos hermanas peque?as: ¡°Nunca nos falt¨® de comer, pero ¨¦ramos de familia pobre¡±. Su madre, viuda, los llevaba al cine cuando pod¨ªa y as¨ª forj¨® un v¨ªnculo cuyas bodas de oro se han cumplido en los cines Lara de la capital soriana. El hombre admite que sus vivencias guardan paralelismos con el entra?able ni?o Tot¨°, ese muchachito que en la pel¨ªcula Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore, tambi¨¦n creci¨® ante la gran pantalla, faj¨¢ndose en aquellas cabinas anal¨®gicas en las que un despiste significaba, con suerte, un abucheo.
Este proyeccionista castellano, de habla suave y que disfruta volviendo a las m¨¢quinas ahora desfasadas que tra¨ªan ilusi¨®n a la provincia, adorna su sonrisa con una mueca cuando habla de aquella pel¨ªcula, que obtuvo el Oscar a mejor pel¨ªcula extranjera en 1990. ¡°Se acab¨®, ya me lo han hecho¡±, pens¨® cuando vio que el director italiano arrasaba con las andanzas de Tot¨°. ?l ten¨ªa escrito un guion parecido, ¡°salvando las distancias¡±, bas¨¢ndose en su propia experiencia, sobre un cr¨ªo que se hizo adulto entre proyecciones. Tornatore se adelant¨®, pero el resultado hace que no guarde rencor alguno, sino m¨¢s bien elogios.
Silva atiende en los cines Lara, trasladados hoy a un centro comercial de Soria, que fueron nombrados as¨ª en honor a la protagonista de Doctor Zhivago (1965), grabada mayoritariamente en la provincia y que cuando se repone llena las salas de una mezcla de a?oranza y devoci¨®n. ¡°Me encontr¨¦ a la actriz que interpret¨® a Lara, Julie Christie, un a?o en el festival de San Sebasti¨¢n y se acordaba perfectamente, ese invierno apenas nev¨® y tuvieron que hacer virguer¨ªas¡±, destaca el ahora jubilado, que hace medio siglo recibi¨® un aviso del jefe de los antiguos Lara: ¡°Si en seis meses no funcionas, adi¨®s¡±. Era el 1 de marzo de 1973. Al mes estaba acariciando proyectores, empalmando copias y rollos y movi¨¦ndose entre carbonos y linternas, conceptos ignotos para la generaci¨®n del p¨ªxel y del digital: ¡°Las pel¨ªculas en 35 mil¨ªmetros eran m¨¢s bonitas, daban calor¡±. Este nost¨¢lgico ha adornado las paredes de la zona vetada al p¨²blico con miles de recortes y fotograf¨ªas, un lugar donde tambi¨¦n guarda la antigua maquinaria. La escasez de salas en Soria hac¨ªa que cambiara mucho la cartelera, conforme les enviaban las productoras, en los viejos autobuses Continental, las cotizadas pel¨ªculas desde Madrid.
A raz¨®n de unas 170 pel¨ªculas al a?o, en total ha llegado a ver alrededor de 8.000, no siempre completas, durante sus a?os de trabajo. El conocimiento lo demuestra cuando, al azar, se le se?alan algunas de las fotograf¨ªas de las paredes para saber si de verdad las tiene ubicadas. ¡°La chica de rosa, La peque?a, Terciopelo azul y Esperanza y gloria¡±, acierta, tras alguna leve duda y reflexi¨®n ante los fotogramas.
En esos muros se cuela alguna secuencia picante que le evoca los tiempos de la censura, ¨¦poca en la que Silva hizo todo lo que pudo para darle al p¨²blico el contenido completo, sin los recortes que reclamaba el censor que se sentaba a su lado y alzaba una bandera cuando quer¨ªa que no emitiera alguna parte que consideraba inapropiada. ¡°Estuvimos as¨ª hasta 1977, ten¨ªa mucho estr¨¦s y yo intentaba burlarle siempre que pod¨ªa¡±, destaca el soriano. Tras la primera proyecci¨®n, que era cuando sol¨ªa ir el censor franquista, en las siguientes sesiones lanzaba el filme tal cual, sin esquivar las secuencias prohibidas, confiando en que el controlador no volver¨ªa.
¡°Un buen operador sab¨ªa escaparse de la cabina¡±, explica sobre esos tiempos en que las bobinas y los sistemas, ahora obsoletos, requer¨ªan de toda su atenci¨®n. El paso de los a?os llev¨® su labor profesional a los cines Rex, ahora cerrados, antes de instalarse en 2005 en los actuales Lara, que pasaron del centro urbano al comercial con ocho salas, frente a las dos que ten¨ªan los antiguos. La digitalizaci¨®n del sector hizo que en vez de permanecer casi todo el rato en la cabina, lo que le permit¨ªa ver la pel¨ªcula completa, acabara movi¨¦ndose entre salas, todo entre horarios mezclados y duraciones muy dispares. ¡°El cine me ha hecho vivir muchas vidas¡±, resume Silva, agradecido con esos amigos ¡°pocos, pero fieles¡± que lo han ¡°aguantado¡± durante tantas d¨¦cadas de horarios extra?os, saliendo a la una de la madrugada o trabajando los fines de semana: ¡°El cine es bonito si te gusta, pero esclavo. Tienes que divertir cuando otros se divierten¡±. Eso s¨ª, cuando se iban a las verbenas de los pueblos, ¨¦l era designado taxista oficial por haber llegado tarde y estar en mejores condiciones para conducir.
Este operador se despide, pero deja al mando a su hermana Mercedes, otra apasionada del s¨¦ptimo arte. Ella se encargar¨¢ de esos c¨®modos asientos en los que se pueden comer palomitas y toda clase de aperitivos, algo de lo que reniega Jos¨¦ Antonio, que asume que los ingresos por esas ventas dan aire a los propietarios ante los ajustados m¨¢rgenes que obtienen de las distribuidoras. ¡°Me he encontrado de todo¡±, comenta enigm¨¢tico, con un gui?o, sobre las an¨¦cdotas de estos a?os.
Con la edad, afirma, se ha vuelto ¡°m¨¢s selectivo¡±, dado el tropel de pel¨ªculas que ha visto desde su cabina, a la que un d¨ªa se subi¨® el director Carlos Bardem y por la que han pasado grandes nombres del cine patrio, como atestiguan las fotos que expone con cari?o en su particular museo. Entre sus cineastas favoritos figuran Luis Garc¨ªa Berlanga o Juan Antonio Bardem. La ¨²ltima pel¨ªcula que le ha impactado ha sido As Bestas, de Rodrigo Sorogoyen. La favorita, la que le pellizca el coraz¨®n, es Cinema Paradiso. A este Tot¨° soriano se le hace rara esta nueva etapa de no ir a diario a los Lara. La deformaci¨®n profesional se le nota porque, antes de posar para ser retratado en la sala, el flamante jubilado corre a por una bombilla porque se ha fundido uno de los focos de la parte de atr¨¢s, all¨ª donde tantas cosas ha visto en estos a?os de oficio. Ahora dedicar¨¢ el retiro, curiosamente, ¡°a ver cine¡±. Le toca a ¨¦l sentarse en esas mullidas butacas negras y que le hagan disfrutar.
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