El hombre lobo sigue entre nosotros
El antrop¨®logo Roger Bartra examina en un apasionante ensayo las metamorfosis del mito del salvaje lic¨¢ntropo, que naci¨® para ¡°identificar lo civilizado¡±
El hombre lobo, esa bestia que finge ser humano y que las noches de luna llena da rienda suelta a su ferocidad, a una crueldad que no conoce otra cosa que el instinto, un instinto asesino e ingobernable, no fue siempre un monstruo. Naci¨®, en tanto mito del salvaje ¡ªel hombre fuera de control, incivilizado¡ª, como met¨¢fora para ¡°identificar lo civilizado¡± a partir de su contrario, para perfilar ¡°la seguridad del entorno conocido¡± y, yendo a¨²n m¨¢s lejos, ¡°representar el mal para, por contraste, delinear el bien o la bondad¡±. ?Y de qu¨¦ forma ha sobrevivido, y c¨®mo ha evolucionado, desde que se tiene constancia de su primera menci¨®n, all¨¢ por el 2500 a. C., en la Epopeya de Gilgamesh, hasta la serie Wolf Like Me, la m¨¢s reciente encarnaci¨®n (televisiva) del mito?
El antrop¨®logo Roger Bartra (Ciudad de M¨¦xico, 81 a?os), investigador y estudioso de lo mitol¨®gico, acaba de publicar un exhaustivo ensayo recopilatorio al respecto, titulado simplemente El mito del hombre lobo (Anagrama). En ¨¦l, inventar¨ªa hasta la ¨²ltima forma que el mito ha adoptado en la ficci¨®n y el pensamiento desde que existe registro. Nace como v¨ªctima, y nada menos que de una mujer, Ishtar, la diosa babil¨®nica del amor, el sexo y la guerra ¡ªamante de hombres y animales por igual¡ª, que le condena a vivir como lobo. ¡°Es ella y no sus v¨ªctimas ¡ªya ha convertido a un jardinero en rana, al le¨®n le tendi¨® una trampa, al caballo le ha condenado a cabalgar sin descanso¡ª la que encarna la maldad¡±, seg¨²n Bartra, quien apunta que, sin embargo, eso no tard¨® en cambiar.
¡°El mal ¨²nicamente existe como idea. La religi¨®n lo considera, desde Santo Tom¨¢s y San Agust¨ªn, la ausencia del bien. Pero a nivel popular, el mal necesita existir como algo ajeno, alguien debe encarnarlo para poder redimirlo¡±, indica el antrop¨®logo desde su despacho por videollamada. Por eso, hoy en d¨ªa, dice, y desde pr¨¢cticamente aquella lejana primera aparici¨®n, se considera al hombre lobo, en tanto parte ¡°del mito del hombre salvaje¡±, ese incontrolado ser de violenta pulsi¨®n animal, ¡°una encarnaci¨®n del mal¡±. En la Antig¨¹edad ¡ªsiglo II d. C.¡ª la licantrop¨ªa lleg¨® a ser una forma de locura ¡ªel paciente desenterraba huesos de los sepulcros ¡°y, aullando, los llevaba por las calles¡±¡ª, y Bartra explica su supervivencia por su condici¨®n metam¨®rfica y c¨ªclica.
Durante la Edad Media, su poderosa figura, entre rom¨¢ntica y maldita, aparece en numerosos poemas y romances, incluso en textos penitenciales ¡ªsi a un hombre se le acusaba de ser un hombre lobo, ard¨ªa en la hoguera, igual que una bruja, y as¨ª, hay testimonios de vecinos que se?alaron a otros vecinos sin m¨¢s prueba que la de una habladur¨ªa¡ª y libros de viaje. ¡°He intentado rescatar los cuentos de su contexto y perseguir el mito en sus distintas apariciones hist¨®ricas¡±, dice Bartra. Lo que permite comparaciones fuera del tiempo. Como la que dice que ¡°el pr¨ªncipe Vseslav de P¨®lotsk, ese legendario hombre lobo que asedi¨® Kiev en el siglo XI y que fue derrotado en la batalla de Nemiga¡±, podr¨ªa tener ¡°su r¨¦plica maligna en el aut¨®crata Vlad¨ªmir Putin en el siglo XXI¡±.
Los lobos, en los cuentos infantiles, antes de Charles Perrault y los hermanos Grimm, eran hombres lobo. ¡°Es evidente, en el caso de Caperucita Roja, que el lobo es un hombre y que lo que no puede reprimir es el deseo¡±, apunta el escritor, que explica c¨®mo, en determinado momento, la adolescente se convirti¨® en el centro del cuento, cuento que hasta entonces hab¨ªa estado dirigido al control del deseo masculino. ¡°Est¨¢ claramente vinculado a la idea del macho, a la violencia machista, pero va mucho m¨¢s all¨¢ de eso¡±, a?ade Bartra, y, sin embargo, el mito, en lo contempor¨¢neo, prefiere desmontar incluso esa idea. La interesant¨ªsima serie Wolf Like Me (Amazon Prime) presenta la licantrop¨ªa ¡ªfemenina¡ª como un yo oculto e insoportable y, s¨ª, feroz y salvaje.
¡°Por supuesto, por su condici¨®n, el mito se adapta a cada ¨¦poca, y trata de explicarla, o es la ¨¦poca la que intenta explicarse a s¨ª misma a trav¨¦s del mito¡±, dice el antrop¨®logo, para quien la perfecta encarnaci¨®n literaria sigue a¨²n en manos de Robert Louis Stevenson y su cl¨¢sico El extra?o caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde, que lleg¨® en un momento en el que el mito estaba en declive ¡°por las moralejas que se desprend¨ªan de los relatos decimon¨®nicos¡±, m¨¢s interesados en aleccionar que en cuestionar la dualidad del ser humano, algo que Stevenson supo llevar a una cima propia que casi anul¨® la idea del hombre lobo durante todo el siglo XIX.
?Dir¨ªa Bartra que el del hombre lobo es hoy un mito olvidado? ¡°No, en absoluto. Como mito estar¨¢ siempre ah¨ª. Por supuesto, ya no creemos que los hombres lobo existen, como cre¨ªan los campesinos de la Edad Media y como se hab¨ªa cre¨ªdo hasta entonces, pero jugamos con su poder simb¨®lico para, a¨²n, identificar lo civilizado¡±, responde. Y se dir¨ªa que mucho m¨¢s. Desde las manadas de lobos hombres y mujeres de True Blood, la serie basada en las novelas de Charlaine Harris, salvajes, pero a la vez, por su condici¨®n canina, fieles y leales, hasta la poderosa y neur¨®tica y divertida ¨Daunque en muchos sentidos herida¨D desconocida que irrumpe en la vida del padre y la hija protagonistas de Wolf Like Me, el mito no hace m¨¢s que crecer para tratar de seguir encajando en el mundo.
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