¡®Il turco in Italia¡¯: escalofr¨ªos y carcajadas en el Teatro Real
El director de escena Laurent Pelly exhibe su innato instinto rossiniano y la joven soprano catalana Sara Blanch se convierte en la inesperada y merecida triunfadora del estreno
Il turco in Italia fue un inc¨®modo fracaso para Gioachino Rossini. Este dramma buffo, estrenado en La Scala de Mil¨¢n, en agosto de 1814, apenas resisti¨® una docena de representaciones en cartel. El cr¨ªtico del Corriere delle dame acus¨® al compositor sin fundamento de reutilizar m¨²sica de otra ¨®pera anterior: ¡°L¡¯Italiana in Algeri necesitaba un marido; y el fecundo ingenio del poeta y del maestro sirvieron de testigos para casarla con Il turco in Italia¡±.
En realidad, las razones de su fracaso fueron de orden moral. El p¨²blico milan¨¦s no acept¨® que la protagonista de la ¨®pera, Fiorilla, representase a una mujer italiana de car¨¢cter caprichoso y voluble que se enfrenta a su marido, a un amante mujeriego y hasta a un pr¨ªncipe turco. La situaci¨®n pol¨ªtica tampoco ayud¨® al compositor de P¨¦saro, pues Mil¨¢n acababa de volver a manos austriacas y a recuperar preceptos de control ideol¨®gico. Rossini rebaj¨® el tono en su revisi¨®n, de 1815, para el Teatro Valle de Roma. El mismo lugar donde estrenar¨ªa, dos a?os despu¨¦s, La Cenerentola y la ciudad donde cosech¨® el mayor ¨¦xito de su carrera con El barbero de Sevilla.
Para Roma compuso varios n¨²meros nuevos y otra cavatina para Fiorilla menos reivindicativa. Pero la ¨®pera cay¨® en el olvido en menos de dos d¨¦cadas. Y no fue recuperada hasta 1950, en pleno arranque de la llamada Rossini Renaissance y con Maria Callas como protagonista. Ella tambi¨¦n cant¨® Fiorilla en la primera grabaci¨®n de la ¨®pera, para EMI/Warner, aunque en una versi¨®n bastante acortada de la partitura. Desde 1988, la edici¨®n cr¨ªtica realizada por Margaret Bent ha permitido tomar decisiones m¨¢s certeras a los directores esc¨¦nicos y musicales. Y en la nueva producci¨®n de Laurent Pelly, que se estren¨® en el Teatro Real, el pasado mi¨¦rcoles, 31 de mayo, con Giacomo Sagripanti en el foso, ha reinado la coherencia.
Se opt¨® por la versi¨®n de Mil¨¢n de la ¨®pera, pero con dos interesantes a?adidos de la revisi¨®n para Roma: la cavatina del amante Narciso, en el primer acto, y la dificil¨ªsima aria del esposo Geronio, en el segundo. Y se suprimi¨® el aria de sorbetto de Albazar, que ni siquiera es de Rossini. Por la caligraf¨ªa del aut¨®grafo de la ¨®pera, conservado en el Archivo Hist¨®rico Ricordi, sabemos que la escribi¨® un colaborador an¨®nimo junto a la cavatina de Geronio, el final del segundo acto y todos los recitativos.
La joven soprano catalana Sara Blanch fue la inesperada triunfadora de la noche del estreno. Sustituy¨® in extremis la baja por enfermedad de la gran estrella de esta producci¨®n, Lisette Oropesa, aunque la soprano norteamericana parece que podr¨¢ cantar el pr¨®ximo domingo, 4 de junio. Blanch exhibi¨® aplomo en su comprometida cavatina Non si d¨¤ follia maggiore, donde adorn¨® con gusto. Pero su actuaci¨®n no par¨® de crecer vocal y teatralmente. Fascin¨® en su dueto con Geronio, cantando con una asombrosa corpograf¨ªa de contorsiones. Pero, adem¨¢s de la Fiorilla picante y rebelde, tambi¨¦n encarn¨® de forma mod¨¦lica a la esposa arrepentida, en su exquisita y virtuos¨ªstica aria final, Squallida veste, e bruna, que fue lo mejor de la noche.
Del resto, destac¨® el Geronio del bar¨ªtono georgiano Misha Kiria, que encarn¨® un ideal bufo caricato rossiniano. Aparte de varios duetos excelentes, tuvo su momento estelar, en el segundo acto, con un sensacional recital de canto sillabato en la dificil¨ªsima aria Se ho da dirla avrei molto piacere. El bajo italiano Alex Esposito aport¨® a Selim un brillante caudal vocal y una excelente entrega esc¨¦nica, desde el mismo crescendo inicial de su cavatina Bella Italia, alfin ti miro. Y el bar¨ªtono franc¨¦s Florian Sempey fue un lujo como Poeta Prosdocimo, pues brill¨® en cada recitativo y conjunto, aunque Rossini no le asign¨® ninguna aria.
No empez¨® bien el tenor uruguayo Edgardo Rocha como Narciso, con una forzada cavatina Un vago sembiante. Pero se rehizo, en el segundo acto, con una valiente y aplaudida interpretaci¨®n del aria Tu seconda il mio disegno. Tambi¨¦n fue a m¨¢s la mezzosoprano Paola Gardina, como la gitana Zaida, junto al buen Albazar del tenor cordob¨¦s Pablo Garc¨ªa-L¨®pez. Y una menci¨®n destacada tambi¨¦n para el Coro Intermezzo, con mayor protagonismo en su secci¨®n masculina.
En el foso, Giacomo Sagripanti empez¨® dirigiendo una obertura muy ¨¢gil y transparente, aunque con poco mordiente y contraste. La Sinf¨®nica de Madrid son¨® con calidad y precisi¨®n bajo sus manos. Pero hubo muchos desajustes con el escenario. Fue una actuaci¨®n tan personal como irregular, donde el director italiano, que debutaba en el Teatro Real, mostr¨® interesantes texturas sonoras y detalles de flexibilidad en el manejo del tempo, a la par que poca imaginaci¨®n en las transiciones. Y, al mismo tiempo, combin¨® la direcci¨®n de la orquesta con un buen acompa?amiento de los recitativos desde el fortepiano.
Dejo para el final, last but not least, el comentario de la espl¨¦ndida producci¨®n de Laurent Pelly. El director de escena franc¨¦s volvi¨® a mostrar su instinto innato y superdotado para la comedia rossiniana, aunque sin renunciar a su pizca de drama. En esta ocasi¨®n, ubica la trama en un suburbio italiano, a finales de los a?os cincuenta o principios de los sesenta, y con las fotonovelas rom¨¢nticas italianas como elemento estructural de la escenograf¨ªa de Chantal Thomas. La insatisfecha Fiorilla vive, como tantas amas de casa, imbuida por esa popular literatura que devora con fruici¨®n. A continuaci¨®n, la trama de la ¨®pera se mete dentro de una fotonovela, con el turco Selim saliendo del interior de una gigantesca edici¨®n de Non posso amarti, para terminar volviendo de nuevo a la realidad, tras una mala experiencia.
Pero el principal logro de su producci¨®n es el esmero con que Pelly esculpe cada personaje, del que realiza adem¨¢s su figurinismo. Aporta modernidad a Fiorilla, una mujer rebelde y liberada en una sociedad que no est¨¢ preparada para ello. Selim es casi un personaje fant¨¢stico, Geronio una especie de Oliver Hardy a la italiana, Narciso un repelente enamorado y dota a los gitanos Zaida y Albazar de un halo jipi. Pero destaca su creaci¨®n del poeta Prosd¨®cimo, un personaje metateatral que integra en la acci¨®n con naturalidad y sin las excentricidades de tantas producciones anteriores: el t¨ªpico vecino cotilla de Fiorilla y Geronio, que adem¨¢s escribe la trama con su m¨¢quina de escribir, mientras interact¨²a con el resto de los personajes. En resumen, una producci¨®n brillante y divertida, que permiti¨® volver a sentir escalofr¨ªos y escuchar carcajadas en el Teatro Real.
Il turco in Italia
Música de Gioachino Rossini. Libreto de Felice Romani. Alex Esposito (bajo-barítono), Sara Blanch (soprano), Misha Kiria (barítono), Edgardo Rocha (tenor), Florian Sempey (barítono), Paola Gardina (mezzosoprano), Pablo García-López (tenor). Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Dirección del coro: Andrés Máspero. Dirección musical: Giacomo Sagripanti. Dirección de escénica: Laurent Pelly.
Teatro Real, 31 de mayo. Hasta el 12 de junio.
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