Klimt, un pintor que simboliza el expolio de los nazis a los jud¨ªos y bate r¨¦cords en el mercado del arte
Los precios astron¨®micos en subasta del creador vien¨¦s ocultan la importancia y el simbolismo que tiene la restituci¨®n de sus obras para quienes vieron c¨®mo se las sustra¨ªan y sufrieron la Shoah
El mercado del arte es dinero. Y, detr¨¢s de los cheques, puede ocultar un pasado. Algunas de las mejores telas del pintor austriaco Gustav Klimt (1862-1918) se han vendido en los ¨²ltimos meses por m¨¢s de 100 millones de d¨®lares (91 millones de euros). Sin embargo, esas cantidades, que han batido r¨¦cords en el mercado del arte, han ocultado su valor m¨¢s aut¨¦ntico: la relaci¨®n con la persecuci¨®n nazi a los jud¨ªos, el expolio y el Holocausto. La Shoah dicen los hebreos: la cat¨¢strofe, el cataclismo. El mayor horror del siglo XX.
Cuando el 27 de junio pasado, Patti Wong, antigua presidenta de la casa de subastas en Asia de Sotheby¡¯s, vendi¨® a un cliente hongkon¨¦s La dama con abanico (1917-1918), de Klimt, por 108,4 millones de d¨®lares (unos 97 millones de euros), la aldea global transmiti¨® al instante que era la obra m¨¢s cara adjudicada en Europa. La ¨²ltima del artista, que se encontraba todav¨ªa en el caballete cuando muri¨® de un ictus en 1918. El a?o pasado se remat¨® tambi¨¦n Bosque de abedules, de la colecci¨®n de Paul Allen, antiguo cofundador de Microsoft, por 104,5 millones (93 millones de euros).
Pero antes, en 2021, Francia devolvi¨® Rosales bajo los ¨¢rboles. Durante a?os colg¨® en el Museo de Orsay, en Par¨ªs. Fue necesaria una autorizaci¨®n especial del Parlamento al considerarse una propiedad ¡°inalienable¡± del Estado franc¨¦s. Era su ¨²nico klimt. Sin embargo, todos entendieron a qui¨¦n pertenec¨ªa el cuadro y el terror en el que se perdi¨®. La tela hab¨ªa sido heredada en su momento por Nora Stiasny, una mujer jud¨ªa que tuvo que venderla por nada tras la anexi¨®n de Austria por Alemania para sobrevivir. Su familia fue deportada a la Polonia ocupada en 1942. Ese mismo a?o muri¨®, al igual que su hijo y su marido.
Aunque siempre ¡ªpese a que Austria puso muy dif¨ªcil devolver el arte expoliado¡ª aparece alguien que lucha por la justicia. Quien conoce a Ronald Lauder, presidente del Congreso Jud¨ªo Mundial y al frente del coloso de los cosm¨¦ticos Est¨¦e Lauder, sabe que tiene tres obsesiones: el arte, la restituci¨®n y el Holocausto. Es educado, honesto y duro. Tras seis a?os de batallas legales, en 2006 el Gobierno austriaco tuvo que devolver cinco pinturas de Klimt a los descendientes de Adele y Ferdinand Bloch-Bauer. La m¨¢s famosa, Retrato de Adele Bloch-Bauer I (1907), fue comprada a sus herederos por Lauder, tras pagar 125 millones de d¨®lares (unos 112 millones de euros). La Gioconda de Austria march¨® as¨ª a Estados Unidos.
En marzo pasado, el magnate recompr¨® una pintura de Klimt que adquiri¨® en 1973, El sombrero de plumas negro, pese a las inciertas dudas sobre su expolio. La obra ¡ªexhibida en su Neue Galerie (2001) de Manhattan¡ª perteneci¨® a la familia de Irene Beran. Una parte de sus miembros fue asesinada por los nazis en el campo de exterminio de Theresienstadt, en la actual Rep¨²blica Checa. Suficiente para Lauder. Y otro retrato de Bloch-Bauer se vendi¨® en Christie¡¯s durante 2006 por 87,9 millones.
Ya se sabe, la verdad de la historia esconde la historia de la verdad. Sin ella, los cuadros ser¨ªan solo decorativos retratos de la alta burgues¨ªa ¡ªsobre todo jud¨ªa¡ª vienesa de la ¨¦poca. La ocultaci¨®n es parte de la raz¨®n de su mitolog¨ªa.
No fue hasta 1986 cuando una investigaci¨®n period¨ªstica revel¨® que el entonces presidente austriaco, Kurt Waldheim (1918-2007), hab¨ªa mentido sobre su papel en la Segunda Guerra Mundial y sab¨ªa m¨¢s del comportamiento de los nazis de lo que admit¨ªa. Fue el final del mito del victimismo austriaco. A las 5:00 de la ma?ana del 13 de marzo de 1938, las tropas de Hitler cruzaron la frontera alemana e invadieron Austria (se llam¨®, Anschluss o la uni¨®n). Fueron recibidos con v¨ªtores y flores. Ni un disparo. Nadie se asust¨®. Solo los 200.000 jud¨ªos que viv¨ªan en un pa¨ªs de 6,5 millones de personas. Fue el primer acto de ¡°agresi¨®n¡± nazi y la violaci¨®n ¡ªcon la indiferencia de las potencias extranjeras¡ª del Tratado de Versalles y el de Saint-German, que prohib¨ªan expresamente a Alemania anexionarse Austria. Poco despu¨¦s, Hitler ser¨ªa recibido en Linz ¡ªdonde pensaba erigir el F¨¹hrermuseum¡ª y Viena al igual que las legiones de C¨¦sar en Roma.
Pero la llegada de los nazis encendi¨® la violencia y la rapi?a. Galeristas, marchantes e incluso los vecinos robaron el patrimonio hebreo. Les golpearon, les atacaron, les humillaron. Se hicieron populares las infames fiestas de restregar (Reibpartien). Los nacionalsocialistas obligaban a los jud¨ªos de Viena a limpiar los ba?os p¨²blicos y las calles entre las burlas del gent¨ªo. Algunos consiguieron escapar. Un visado de salida a cambio de malvender todas sus propiedades. Dur¨® poco. La Gestapo, instalada en Viena, pronto empez¨® a ¡°cazar¡± jud¨ªos. Este es el sufrimiento que soportaron algunas familias hebreas ¡ªStomborough-Wittgestein o Bloch-Bauer¡ª a las que Klimt hab¨ªa retratado dos d¨¦cadas antes.
El pintor es la figura clave ¡ªdescribe el historiador austriaco Tobias G. Natter, una eminencia en este periodo¡ª del Art nouveau vien¨¦s. No solo cofund¨® el secesionismo, una suma de geometr¨ªa decorativa y abstracci¨®n, sino que supone una figura simb¨®lica del cambio de siglo en la ciudad, acompa?ado por el desarrollo del psicoan¨¢lisis de Sigmund Freud, la interpretaci¨®n de los sue?os, el descubrimiento de la sexualidad y las innovaciones musicales del compositor Arnold Sch?nberg. Adem¨¢s, su producci¨®n fue escasa. Unas 250 pinturas. Lo que Picasso creaba en un a?o. ¡°Contaba con el apoyo y los encargos de la burgues¨ªa jud¨ªa ilustrada y cosmopolita, sobre todo como retratista¡±, reflexiona Ivan Risti?, comisario del Leopold Museum de Viena. ¡°Ten¨ªa, especialmente, dos modelos: Margaret Stonborough-Wittgenstein (hermana del fil¨®sofo) y Adele Bloch-Bauer¡±. La historia en los m¨¢rgenes del folio cuenta que convert¨ªa a sus retratadas en amantes. El pintor nunca se cas¨®. Tuvo 14 hijos y reconoci¨® a tres en vida.
Por eso, comprar una obra de Klimt tiene una profundidad que arrastra el eco de la rapi?a y el asesinato. La historiadora de arte Lynn Nicholas escribi¨®: ¡°Tras la Anschluss, la escala del expolio contra los jud¨ªos fue mucho m¨¢s all¨¢ de lo que entonces hab¨ªa ocurrido en Alemania¡±. Borraron todo el arte degenerado de las colecciones p¨²blicas y lo vendieron a trav¨¦s de salas de subasta como Dorotheum. ¡°El r¨¦gimen nazi se cobr¨® innumerables vidas, desgarr¨® familias y les arrebat¨® la esperanza de un futuro pr¨®spero¡±, reconoce Peter Weinh?upl, director de la Fundaci¨®n Klimt. ¡°Adem¨¢s, en las expropiaciones, se destruyeron muchas colecciones extraordinarias, incluidas pinturas y dibujos de Klimt. Pero fueron m¨¢s all¨¢. Los nacionalsocialistas llegaron incluso a instrumentalizar su trabajo para sus fines, como la exposici¨®n de 1943 de la Secesi¨®n de Viena, entonces conocida como Ausstellungshaus Friedrichstra?e, que hab¨ªa encargado el l¨ªder nazi Baldur von Schirach [que fue condenado a 20 a?os de c¨¢rcel en Spandau, tras los juicios de N¨²remberg y falleci¨® libre en 1974]¡±.
Esto representa Klimt. La belleza de sus cuadros, el brillo del pan de oro que empleaba o las l¨¢minas de plata no deben ocultar ¡ª78 a?os despu¨¦s del fin del nazismo¡ª el destino de sus retratados y coleccionistas. El tributo a m¨¢s de seis millones de jud¨ªos asesinados. La verdadera contabilidad del horror.
El ¡®ajedrez¡¯ de devolver 60.000 objetos
Austria no empezó a restituir obra hasta los años noventa. Es la década en la que, junto con las averiguaciones de los ochenta, se evidencia su complicidad en la nazificación del país. El Acta Federal de Restitución de Arte para devolver las obras depositadas en museos austriacos y sus colecciones a sus legítimos herederos y propietarios se aprobó en 1998. Esto sucedió tan tarde porque solo fue posible tras el histórico discurso en 1991 ante el Parlamento Austriaco del canciller Franz Vranitzky declarando a Austria como un perpetrador de crímenes. “Ahora un equipo de investigación del Museo Belvedere examina todas las obras de arte creadas antes de 1945 y compradas desde 1933”, describe un portavoz de la institución. Pese a los acuerdos, las demandas son un ajedrez. Cada pieza exige un examen interminable. Algunos están en contra de perder más klimts. Son, aducen, parte de su patrimonio cultural. Desde 1998, se han devuelto 60.000 objetos de los museos federales y sus colecciones o, al menos, esa reparación ha sido recomendada por ministerios federales. La Comisión examina actualmente el origen de nueve piezas de arte. Pero han conseguido que El friso de Beethoven (1902) de Klimt carezca de permiso de exportación pese al esfuerzo de sus herederos. Y hay quienes piensan que el centenario del fin de la Guerra sería un buen momento para terminar con las devoluciones. Escribe el Talmud, libro sagrado hebreo: “Dios hace sufrir a quienes ama”.
Babelia
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