Bajar a 100 kil¨®metros por hora del Pan de Az¨²car: la tirolesa de la discordia en la postal de R¨ªo de Janeiro
Las obras para construir esta atracci¨®n en el emblem¨¢tico Pan de Az¨²car han sido paralizadas por la justicia y han llegado a o¨ªdos de la Unesco
Su silueta es inconfundible, la principal carta de presentaci¨®n de R¨ªo de Janeiro al mundo (con permiso del Cristo del Corcovado). La visita a los dos morros que forman el Pan de Az¨²car, unidos por un centenario telef¨¦rico, est¨¢ en la lista ineludible de todos los turistas que pisan la ciudad. Desde sus miradores, la espectacular vista del oc¨¦ano, la bah¨ªa de Guanabara y la ciudad desparramada entre onduladas monta?as de densa selva tropical. Dentro de poco, los m¨¢s atrevidos podr¨¢n contemplar el paisaje lanz¨¢ndose desde una imponente tirolesa: cuatro l¨ªneas y 750 metros de cable en total para bajar a una velocidad de 100 kil¨®metros por hora. Esa era (y sigue siendo) la idea original de la empresa que administra el parque, pero algunos cariocas pusieron el grito en el cielo al enterarse de las obras, que consideran un atentado al paisaje y una agresi¨®n sin precedentes a la monta?a.
Para construir las plataformas desde donde se acceder¨¢ a la atracci¨®n se han retirado varias decenas de metros c¨²bicos de roca de la cumbre de los dos macizos de granito, el Pan de Az¨²car en s¨ª (la m¨¢s alta, 400 metros de altura) y el vecino pe?asco de Urca. ¡°Lo que est¨¢n haciendo es una mutilaci¨®n, un da?o irreversible, porque la roca no se regenera¡±, explica indignado Julio Mello, uno de los portavoces de la plataforma contraria a la tirolesa. Vecinos, escaladores y ecologistas se organizaron r¨¢pidamente; recurrieron a la justicia, lanzaron un manifiesto que ya suma 27.000 firmas y han hecho un considerable ruido en la ciudad. Lo cierto es que la obra cont¨® con la luz verde del Ayuntamiento y de todos los ¨®rganos correspondientes, incluido el riguroso Instituto del Patrimonio Hist¨®rico y Art¨ªstico Nacional (IPHAN), pero ante los indicios de irregularidades, la Fiscal¨ªa abri¨® una investigaci¨®n que llev¨® a la paralizaci¨®n de las obras. En el punto de mira est¨¢n tanto la empresa como el IPHAN, por autorizar el proyecto.
Sus detractores consideran que la tirolesa es tan solo la punta del iceberg de un proyecto m¨¢s a largo plazo que pretende aumentar el espacio comercial en la cumbre de las dos monta?as, donde ya hay un gran auditorio, todo tipo de bares, tiendas de souvenirs y hasta joyer¨ªas. El pasado domingo, realizaron una nueva protesta, con un abrazo simb¨®lico al Pan de Az¨²car, recordando que hace 50 a?os que est¨¢ protegido legalmente como monumento natural, lo que impide nuevas construcciones. En realidad, tienen motivos para estar contentos, porque de momento van ganando la batalla. Las obras est¨¢n paradas desde finales de junio, cuando un juez de una corte de apelaci¨®n, Luiz Paulo da Silva Ara¨²jo Filho, rechaz¨® el recurso de la empresa pidiendo retomar los trabajos, al entender que eso supondr¨ªa ¡°un riesgo para toda la sociedad, teniendo en cuenta que el corte y perforaci¨®n de roca en las monta?as del Pan de Az¨²car y Urca no son susceptibles de recomposici¨®n¡±.
La empresa que administra el recinto, Parque Bondinho P?o de A?¨²car, conf¨ªa ahora en la decisi¨®n del conjunto de la corte, que deber¨ªa pronunciarse a partir de septiembre. La ya famosa tirolesa costar¨¢ en total unos 50 millones de reales (diez millones de d¨®lares, 9,2 millones de euros), y para sus impulsores, las protestas no tienen raz¨®n de ser. Desde su despacho, el director de la empresa, Sandro Fernandes, explica que las plataformas desde donde se acceder¨¢ y se bajar¨¢ de la atracci¨®n aprovechar¨¢n ¨¢reas ya construidas y que estaban en desuso. ¡°Se ha sacado roca, pero roca con cemento tambi¨¦n¡±, dice. Asegura que tan s¨®lo se han talado 14 ¨¢rboles y que para compensar el impacto se han plantado muchos m¨¢s, y que la parte de nueva construcci¨®n ser¨ªan b¨¢sicamente rampas para facilitar el acceso a personas con movilidad reducida.
Molesto con los que les acusan de exprimir hasta el l¨ªmite el potencial de la monta?a, Fernandes asegura que no se busca aumentar las visitas, porque en realidad, la infraestructura ya no da m¨¢s de s¨ª. El parque recibe cada a?o m¨¢s de 1,5 millones de visitantes, siendo el tercer reclamo tur¨ªstico m¨¢s concurrido de Brasil, tras el Cristo Redentor y las Cataratas de Iguaz¨². En su opini¨®n, las protestas (y los reveses judiciales) son una mancha para la reputaci¨®n de R¨ªo, un ejemplo de inseguridad jur¨ªdica, y sobre todo, un esc¨¢ndalo artificial. ¡°Lo que est¨¢n haciendo es atrasar el desarrollo (¡) ?Consigues pensar en Par¨ªs sin la Torre Eiffel? Cuando la construyeron fue la misma conmoci¨®n¡±, resume. No obstante, reconoce que la empresa s¨ª que tiene planes a m¨¢s largo plazo para llevar al parque a ¡°otro nivel¡±. Esas obras (sin fecha definida, de momento) sumar¨ªan m¨¢s de 500 metros de superficie en la cumbre del Pan de Az¨²car, pero seg¨²n Fernandes, con un impacto visual ¡°m¨ªnimo¡±. Habla de dar m¨¢s espacio y comodidad a los turistas pero sin abrir m¨¢s tiendas o restaurantes, pero los contrarios a la tirolina desconf¨ªan.
¡°La belleza de este lugar, su magnitud, requiere de nosotros una sola cosa: contemplaci¨®n, no una relaci¨®n hiperactiva de parque de atracciones¡±, critica Claudio Pfeil, vecino del barrio de Urca. A los vecinos no les cuesta echar la vista atr¨¢s para recordar que, en el pasado, la empresa ya intent¨® todo tipo de ampliaciones, como extender el telef¨¦rico hasta la playa de Copacabana o construir un anfiteatro y un parque infantil en el valle que forman las dos colinas. Todos los intentos quedaron en nada gracias a la presi¨®n popular.
Mientras tanto, la pol¨¦mica ha llegado hasta los despachos de la Unesco. El paisaje ¨²nico de R¨ªo de Janeiro es Patrimonio de la Humanidad desde 2012, cuando el organismo reconoci¨® la especial simbiosis entre la ciudad y la naturaleza, hasta el punto de que cre¨® una categor¨ªa exprofeso para la Ciudad Maravillosa, la de paisaje cultural. La protecci¨®n abarca las ic¨®nicas monta?as de R¨ªo, donde cualquier alteraci¨®n podr¨ªa poner en riesgo el t¨ªtulo. El Pan de Az¨²car, adem¨¢s, es en s¨ª mismo una joya geol¨®gica: un bloque de granito de casi 600 millones de a?os, resquicio del tiempo en que ?frica y Am¨¦rica eran una sola cosa. Bastante tiempo despu¨¦s, en 1565, los colonos portugueses eligieron una playa situada justo a sus pies para fundar la ciudad de S?o Sebasti?o do Rio de Janeiro.
En abril, la delegaci¨®n brasile?a del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), un ¨®rgano consultivo vinculado a la Unesco, pidi¨® la inmediata cancelaci¨®n de las licencias de obra de la tirolina. En un duro comunicado, expres¨® su ¡°perplejidad y vehemente rechazo¡± a la intervenci¨®n en las monta?as y lleg¨® a hablar de ¡°mutilaci¨®n¡±. Tras esa se?al de alerta, la Unesco se pronunci¨® para afirmar que est¨¢ siguiendo de cerca el caso, que ha pedido m¨¢s informaci¨®n a las autoridades brasile?as y que si no hay una soluci¨®n llevar¨¢ la cuesti¨®n al comit¨¦ del Patrimonio Mundial, donde se decide sobre el status de los sitios reconocidos con el anhelado t¨ªtulo. Hasta ahora, los ¨²nicos lugares que lo han perdido son un santuario del Oryx ?rabe en Om¨¢n (a petici¨®n del propio pa¨ªs, que quer¨ªa explotar sus reservas de petr¨®leo) el valle del Elba (Alemania), por la construcci¨®n de un puente, y la ciudad de Liverpool (Inglaterra), por los nuevos edificios que ocultaron la fachada mar¨ªtima del periodo victoriano.
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