La realidad virtual y las r¨¦plicas se suman al debate sobre la devoluci¨®n del arte expoliado
La galer¨ªa holandesa Mauritshuis y el Foro Humboldt de Berl¨ªn a¨²nan fuerzas en una exposici¨®n que reflexiona sobre el saqueo art¨ªstico que ha nutrido colecciones europeas a lo largo de la historia
Unas paredes desnudas y forradas en rosa reciben al visitante en la sala de exposiciones temporales de la galer¨ªa holandesa Mauritshuis, hogar de La joven de la perla, el famoso cuadro de Vermeer. En una esquina, cuelgan unas gafas de realidad virtual. M¨¢s all¨¢, asoman unas r¨¦plicas de los Bronces de Ben¨ªn, el conjunto expoliado a Nigeria por colonizadores europeos. Enfrente, sobre una suerte de pedestal, sobresale la cabeza de un caballo. Es lo ¨²nico que queda de la cuadriga original de la Puerta de Brandenburgo, en Berl¨ªn, destruida durante la Segunda Guerra Mundial. Al fondo, cuelgan dos cuadros. Forman parte del bot¨ªn obtenido por tropas revolucionarias francesas durante la invasi¨®n de Pa¨ªses Bajos en el siglo XVIII. El conjunto, presentado en colaboraci¨®n con el berlin¨¦s Foro Humboldt, mezcla arte y tecnolog¨ªa para animar el debate sobre la restituci¨®n de piezas robadas fij¨¢ndose en 10 historias de tres periodos: la ¨¦poca colonial, la Revoluci¨®n Francesa y el expolio nazi. De paso, imagina el museo del futuro con ayuda de soportes digitales.
Superada la sorpresa est¨¦tica del entorno de la muestra, titulada Roofkunst (Arte Robado), llega la primera experiencia virtual. Con las gafas puestas y la mano apoyada en una baranda real, la vista que se ofrece es privilegiada. Es desde lo alto de la puerta de Brandenburgo, el famoso monumento neocl¨¢sico del siglo XVIII, junto a la cuadriga. De ah¨ª la posible sensaci¨®n de v¨¦rtigo y la barandilla. Abajo, las tropas de Napole¨®n entran a caballo en procesi¨®n triunfal una ma?ana gris. La cuadriga fue llevada a Francia en 1806 como trofeo de guerra y devuelta a Berl¨ªn tras la derrota napole¨®nica menos de una d¨¦cada despu¨¦s. Cuando los nazis llegaron al poder la puerta pas¨® de ser un arco de triunfo prusiano a un s¨ªmbolo del partido de Hitler. De los bombardeos aliados en la Segunda Guerra Mundial solo sobrevivi¨® la cabeza del caballo, guardada en el Museo Stadtmuseum de Berl¨ªn. La cuadriga actual es una reproducci¨®n de la original y fue instalada en la puerta en 1958. Devueltas las gafas, la cabeza del equino, verde y enorme, parece m¨¢s real que nunca.
¡°Tuvimos que ir de lo que queda del original a la r¨¦plica para crear la experiencia virtual, que traslada al p¨²blico a momentos hist¨®ricos como este¡±, explica, en conversaci¨®n telef¨®nica, Kel O?Neill, conservador invitado. Ha dirigido el aspecto creativo de la exposici¨®n junto con su pareja, Eline Jongsma, y a?ade: ¡±Hemos querido sacar al visitante del entorno del museo para que vea los objetos en su contexto hist¨®rico y piense d¨®nde pueden estar en el futuro las obras ahora en discusi¨®n¡±. ¡°Vivimos cada vez m¨¢s en un espacio digital y nos interesaba la idea del museo donde el arte retornado a sus due?os exista en forma igualmente digital¡±, indica Jongsma. ¡°No decimos que en el futuro las salas de arte deban combinar piezas reales y copias o r¨¦plicas. Nos preguntamos sobre el valor de un original, que no perder¨¢ su lustre aunque haya otras formas de representarlo¡±, sigue diciendo.
En una exposici¨®n dedicada al arte robado, el contexto es esencial, pero tambi¨¦n la colaboraci¨®n internacional. ¡°Es necesaria dentro y fuera de Europa porque los objetos analizados han pasado por muchos lugares¡±, asegura Martine Gosselink, directora de la Mauritshuis. Pone como ejemplo un bast¨®n de Surinam, que se exhibe por primera vez, y figura en la colecci¨®n del Staatlichte Museum (Etnol¨®gico) de Berl¨ªn. Pertenec¨ªa a la comunidad Marr¨®n, descendiente de los esclavos africanos que escaparon de las plantaciones durante el periodo colonial holand¨¦s. ¡°Es saqueo y es una historia transfronteriza¡±, dice la directora. Jongsma y O?Neill han hecho un documental que refleja el efecto de este tipo de robos en la memoria colectiva de sus due?os. ¡°?C¨®mo van a saber los descendientes que el bast¨®n est¨¢ en Berl¨ªn. La visibilidad juega un papel¡±, se?ala Jongsma.
La mayor parte del arte saqueado acab¨® en los museos europeos en los siglos XIX y XX, y la respuesta sobre c¨®mo y a qui¨¦n devolverlos no siempre es f¨¢cil. En algunos casos, sin embargo, el recorrido de la obra s¨ª puede trazarse completo. Ocurre con un autorretrato de Rembrandt, fechado en 1669. Est¨¢ apoyado en el suelo y protegido por un cristal. No es una falta de respeto al maestro del Siglo de Oro. Es que esta historia incluye tambi¨¦n el apoyo de la realidad virtual y hay que sentarse. En 1940, la tela era propiedad de la familia jud¨ªa alemana Rathenau. Tuvieron que huir a Pa¨ªses Bajos y despu¨¦s a Reino Unido y Estados Unidos, y no pudieron recuperar el cuadro. Robado por los nazis para un futuro Museo del F¨¹hrer que no lleg¨® a crearse, los nazis se dispusieron a destruir todo el arte robado. Con las gafas de 3D puestas, la escena se desarrolla en el interior de una mina de sal en Altaussee, Austria. Llena de cuadros y objetos valiosos, el cuadro de Rembrandt est¨¢ cerca de una puerta entreabierta. Fuera, hablan ¡°los valientes mineros que consiguieron quitar las bombas¡± plantadas por los nazis y salvar el tesoro que se contempla. El grupo aliado denominado Monuments Men, expertos en arte, recuper¨® gran parte de lo expoliado y este cuadro fue devuelto a los Rathenau. En 1947 lo vendieron a la Mauritshuis.
En el caso de los Bronces de Ben¨ªn, la galer¨ªa holandesa presenta unas r¨¦plicas y sus moldes. ¡°Figuran entre mis favoritos porque cuando llegaron a la colecci¨®n, en Alemania, ya se hicieron moldes y copias. Con la devoluci¨®n a Nigeria en 2022, las reproducciones abren a¨²n otro debate sobre el valor en el contexto del mercado. Por ejemplo, si es que, con las obras, se retornan tambi¨¦n los derechos para reproducirlas¡±, opina O?Neill. Le parece que el bronce original no perder¨¢ su valor aunque haya otras formas de representarlo. ?Cu¨¢ntos holandeses saben que hay casi un centenar de cuadros en Par¨ªs, robados por los franceses en el siglo XVIII? Es una pregunta que se ha hecho en p¨²blico la directora de la Mauritshuis, y hay aqu¨ª dos obras que la ilustran. Se trata de un lienzo del pintor holand¨¦s Paulus Potter, Vacas reflejadas en el agua (1648), y otro de Jan Mijtens, El matrimonio de Friedrich Wilhem, elector de Brandenburgo y Luisa Henriette de Orange (1646). Se los llevaron los franceses en 1794 cuando invadieron Pa¨ªses Bajos. Gran parte de la colecci¨®n de Guillermo V, que huy¨® a Inglaterra, fue declarada propiedad de Francia y unas 200 obras acabaron en el museo del Louvre. Tras la derrota de Napole¨®n en Waterloo en 1815, no fue posible recuperar unas 70 obras. La de Mijtens se qued¨® y ha sido cedida especialmente para la exposici¨®n.
?Por qu¨¦ no se reclama? La respuesta de la Mauritshuis es clara: porque fue un expolio pero ya no se percibe como una injusticia, sino que sirven hoy de embajadores del arte holand¨¦s; porque Pa¨ªses Bajos cuenta con suficientes obras maestras en sus colecciones; y porque no hay secuelas de humillaci¨®n, explotaci¨®n o racismo. ¡°No es lo mismo robar a una comunidad vulnerable que hacerlo como un Estado, y la idea de la exposici¨®n no es compararlo. La galer¨ªa se ha arriesgado con esta muestra al ofrecer algo nuevo, y nos parece que es bueno que desde una posici¨®n de privilegio en un pa¨ªs privilegiado se participe en un debate que est¨¢ en marcha¡±, afirman, al un¨ªsono, Jongsma y O?Neill. Adem¨¢s del Humboldt Forum, han participado en la muestra los museos Stadtmuseum, Etnol¨®gico y el Museum f¨¹r Asiatische Kunst der Staatlichten, todos en Berl¨ªn. La muestra abrir¨¢ en esa ciudad en 2024.
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