Para eso mejor no haber ido: la gran aventura de Maximiliano I, el archiduque austriaco fusilado como emperador de M¨¦xico
El historiador brit¨¢nico Edward Shawcross dedica al personaje una reveladora y muy amena biograf¨ªa, envuelta en la trama geopol¨ªtica de la desatinada empresa imperial
Entre las grandes aventuras de la historia, pocas tan tr¨¢gicas y absurdas como la de Maximiliano I (1832-1867), el archiduque austriaco, cu?ado de Sissi, que acab¨® ante un pelot¨®n de fusilamiento en M¨¦xico como ins¨®lito y extravagante emperador del pa¨ªs norteamericano. Todo es sorprendente en la vida (y muerte) de Maximiliano, incluida su estrafalaria barba b¨ªfida y el aspecto que ten¨ªa todo ¨¦l despu¨¦s de que lo embalsamaran sus enemigos con muy mala leche (hay foto). Quiso, con su esposa belga, la archiduquesa y luego emperatriz Carlota (hermana de ...
Entre las grandes aventuras de la historia, pocas tan tr¨¢gicas y absurdas como la de Maximiliano I (1832-1867), el archiduque austriaco, cu?ado de Sissi, que acab¨® ante un pelot¨®n de fusilamiento en M¨¦xico como ins¨®lito y extravagante emperador del pa¨ªs norteamericano. Todo es sorprendente en la vida (y muerte) de Maximiliano, incluida su estrafalaria barba b¨ªfida y el aspecto que ten¨ªa todo ¨¦l despu¨¦s de que lo embalsamaran sus enemigos con muy mala leche (hay foto). Quiso, con su esposa belga, la archiduquesa y luego emperatriz Carlota (hermana de Leopoldo II), trasladar los modos y etiqueta de la corte de los Habsburgo a un paisaje y paisanaje tan distintos como los de M¨¦xico. La tragedia (o tragicomedia) de su fracasada empresa podr¨ªa resumirse con una frase lapidaria: para eso mejor no haber ido. Ahora, un historiador brit¨¢nico, Edward Shawcross (Londres, 39 a?os), dedica al personaje una reveladora y muy amena biograf¨ªa, El ¨²ltimo emperador de M¨¦xico (?tico de los Libros, 2023), en la que resigue una peripecia existencial y pol¨ªtica que le ha fascinado. ¡°Narrativamente, es un caramelo¡±, sostiene.
Fernando Maximiliano Jos¨¦ Mar¨ªa de Habsburgo-Lorena, Maxi para la familia, consigui¨® tener en contra no s¨®lo (como es l¨®gico) a Benito Ju¨¢rez, el presidente de la Rep¨²blica de M¨¦xico y el hombre que se negar¨ªa a conmutarle la pena de muerte (pese a la petici¨®n expresa de Victor Hugo), sino a Ulises S. Grant, presidente entonces de EE UU, que consider¨® el establecimiento del imperio mexicano de Maximiliano, al que hab¨ªan apoyado los confederados, un acto de guerra contra su pa¨ªs, y a Karl Marx, que lo calific¨® de una de las empresas m¨¢s monstruosas en los anales de la historia internacional. Dos a?os menor que su hermano Francisco Jos¨¦ I, emperador de Austria, con el que manten¨ªa una relaci¨®n compleja, se puso en manos de otro emperador europeo, el franc¨¦s Napole¨®n III, para el proyecto de ¨¦ste de crear una monarqu¨ªa de nuevo cu?o en M¨¦xico, lo que se revel¨® una dram¨¢tica quijotada. Ya es fuerte que teniendo familiares y patronos as¨ª y habiendo nacido en el palacio de Sch?nbrunn acabes en una colina pelada de Quer¨¦taro (el Cerro de las Campanas) de espaldas a un pobre muro de adobe frente a las bocas de los fusiles de siete desarrapados soldados mexicanos.
Shawcross relata la historia de Maximiliano envolvi¨¦ndola meticulosamente en la trama geopol¨ªtica sobre la que se desarroll¨® la aventura imperial. La sit¨²a como un desaf¨ªo de la vieja Europa din¨¢stica a la joven Am¨¦rica republicana. Recuerda que el nuevo emperador lleg¨® a M¨¦xico en 1863 patrocinado por Francia y encaramado en las bayonetas del ej¨¦rcito franc¨¦s de Napole¨®n III, que hab¨ªa invadido el pa¨ªs en una intervenci¨®n, bajo el pretexto de la suspensi¨®n de pagos del pa¨ªs, que comparte caracter¨ªsticas con las posteriores de EE UU en Vietnam, Afganist¨¢n e Irak. La elecci¨®n de Maximiliano, tras sopesarse otros candidatos, respondi¨® a que el archiduque estaba libre, aunque siempre se ha rumoreado una conexi¨®n francesa: la posibilidad de que fuera fruto de los amores de su madre, la princesa Sof¨ªa de Baviera con el duque de Reichstadt, el malogrado hijo de Napol¨¦on Bonaparte con Maria Luisa de Austria.
El estudioso est¨¢ de acuerdo en que la de Maximiliano en M¨¦xico fue una gran aventura, aunque se?ala sus aspectos bufos. ¡°Es una historia que si la presentaras como un libro de ficci¨®n no te la publicar¨ªan por demasiado inveros¨ªmil¡±, se?ala Shawcross en una entrevista en Barcelona. ¡°Episodios como el de Maximiliano, amante de las ciencias naturales, embelesado con las mariposas durante un tiroteo o Carlota perdiendo los nervios ante el Papa, resultan incre¨ªbles¡±. La de Maximiliano, muestra el libro, fue una tragedia anunciada. ?C¨®mo es que no se dieron cuenta de d¨®nde se met¨ªan? ¡°La hibris, el orgullo; la historia de Maximiliano y Carlota sigue la estructura cl¨¢sica del fracaso y la ca¨ªda por arrogancia. Est¨¢ claro que deb¨ªan haber visto lo que iba a suceder. Hab¨ªa muchas banderas rojas. Pero eran muy ambiciosos, convencidos de que les aguardaba un destino de grandeza. ?l era adem¨¢s un so?ador, obsesionado con su dinast¨ªa. Estaba en la l¨ªnea de sucesi¨®n del imperio austriaco, pero su hermano mayor no se fiaba de ¨¦l y lo desplaz¨®. Maximiliano, que era m¨¢s liberal de lo que le gustaba a Francisco Jos¨¦ I, llevaba una vida muy aburrida, tras haber sido comandante de la Marina austriaca y virrey de Lombard¨ªa-V¨¦neto, en su castillo de cuento de hadas de Miramar (en Trieste). Era, dec¨ªa, ¡®como un conserje venido a m¨¢s¡¯. Y cuando surgi¨® el plan de hacerle emperador de M¨¦xico acept¨®¡±. Curiosamente, Francia y Austria ven¨ªan de haber llegado a las manos por la causa italiana y Francisco Jos¨¦ I hab¨ªa sido humillado en Solferino. ¡°S¨ª, pero esto era otra cosa, y el emperador austriaco siempre concibi¨® la oferta a su hermano como algo privado y una empresa en la que trat¨® de no implicarse, pero que pod¨ªa darle algunos beneficios sin mucho coste. Napole¨®n III por su parte, que le acab¨® abandonando, le vendi¨® bien la moto a Maximiliano present¨¢ndole M¨¦xico como un lugar lleno de recursos y una gran oportunidad¡±.
El caso es que en s¨ª lo de crear una monarqu¨ªa nueva, apunta el historiador, no era una idea tan descabellada entonces, se hab¨ªan colocado de nuevo cu?o en Grecia, Suecia, B¨¦lgica, y no se ve¨ªa mal. Es cierto que las condiciones en M¨¦xico eran muy distintas.
Shawcross reconoce sentir cierta simpat¨ªa por Maximiliano y Carlota, todo y reconociendo la destrucci¨®n y el dolor que acarrearon a los mexicanos. ¡°A la pareja los soltaron en medio de un contexto ca¨®tico, para forzar una monarqu¨ªa, y luego los dejaron caer. Son dos personajes muy contradictorios pero muy humanos. Ciertamente el resultado fue malo pese a sus buenas intenciones. No hay que olvidar que llegaron en el marco de una brutal invasi¨®n francesa y que el impacto de la aventura imperial en M¨¦xico, que ten¨ªa un presidente constitucional, Ju¨¢rez, y una democracia, fue terrible¡±. ?Podr¨ªa haber funcionado de alguna manera la opci¨®n Maximiliano? ¡°Es muy improbable, es cierto que cuando llegaron hab¨ªa cierto apoyo a la iniciativa, de los conservadores y la Iglesia, y estaban las tropas francesas, y EE UU viv¨ªa la Guerra Civil as¨ª que ten¨ªa las manos atadas y la doctrina Monroe en suspenso, pero ya desde el principio los resultados fueron desalentadores. Maximiliano ten¨ªa que haber dado marcha atr¨¢s cuando vio que las condiciones no eran las que se le hab¨ªan prometido. Por otro lado, nunca se distanci¨® de la fuerza invasora, y cuando Napole¨®n III retir¨® sus tropas aduciendo que ya hab¨ªa paz, como Bush en Irak, ¨¦l y Carlota no se hab¨ªan ganado el coraz¨®n del pueblo mexicano¡±.
La historia de la invasi¨®n francesa (en principio de la mano con Gran Breta?a y Espa?a) y la instauraci¨®n del imperio de Maximiliano (en puridad el segundo tras el de Agust¨ªn de Iturbide, de 1821 a 1823, al producirse la independencia) est¨¢ llena de episodios notables, incluidos la legendaria defensa de Camar¨®n (Camerone), gran momento fundacional de la ¨¦pica de la Legi¨®n Extranjera francesa, o la participaci¨®n de Prim como comandante de la expedici¨®n espa?ola, que retir¨® por oposici¨®n a Napole¨®n III y a Maximiliano I, lo que llev¨® a algunos a sostener que el militar catal¨¢n querr¨ªa haberse nombrado ¨¦l mismo emperador. ¡°Es una historia muy amplia, con muchos flecos y era imposible profundizar en todo¡±, lamenta Shawcross que dice que entonces el libro habr¨ªa tenido ¡°500 p¨¢ginas m¨¢s¡±. Entre los personajes singulares que apunta el historiador, el hermano peque?o de Francisco Jos¨¦ y Maximiliano, Luis Victor, un homosexual que se travest¨ªa y que pudo haber sido rey de Brasil. Y el pr¨ªncipe prusiano F¨¦lix Salm-Salm, soldado de fortuna que apoyaba a Maximiliano y cuya esposa Ines, que hab¨ªa nacido en un circo, se cuenta que se ofreci¨® desnuda a uno de los coroneles que custodiaban preso al emperador para que lo liberaran.
Su momento favorito de la aventura de Maximiliano, que adopt¨® la indumentaria tradicional y montaba a caballo con sombrero amplio y montura charra, es la llegada de este y Carlota a Veracruz, cuando ven su reino por primera vez. ¡°Llegan con toda la pompa y se encuentran las calles desiertas y polvorientas. Y les sobrevuelan los zopilotes. Luego s¨ª tendr¨¢n la gran recepci¨®n en Ciudad de M¨¦xico, pero lo primero es como una premonici¨®n¡±. ?Se puede comparar el fusilamiento de Maximiliano con la muerte de su sobrino Rodolfo, el heredero del imperio austriaco, en Mayerling? ¡°Lo de Mayerling es un pacto de suicidio, y lo otro una ejecuci¨®n, son cosas y contextos muy distintos. Pero todo, como el asesinato de Sissi (que por cierto se odiaban con Carlota, a cuyo perro mat¨® el de la otra, un tema digno de la prensa del coraz¨®n actual) o el del archiduque Francisco Fernando y su mujer en Sarajevo, forma parte de la gran tragedia de los Habsburgo. No eran, desde luego, una familia feliz¡±.
Al historiador le impacta el pathos del fusilamiento de Maximiliano, que fue un acto muy inusual (no se ejecut¨® a Napole¨®n I, ni al presidente de la Confederaci¨®n, Jefferson Davis, aunque es cierto que el primer emperador de M¨¦xico, Iturbide, tambi¨¦n fue fusilado). Carlota se hab¨ªa marchado antes a Europa a recabar ayuda para su marido y su moribundo imperio, especialmente de Napole¨®n III. Sufr¨ªa problemas de salud mental y fue perdiendo paulatinamente la raz¨®n, aunque ten¨ªa momentos de lucidez en que lloraba por su esposo. No tuvieron hijos y ¨¦l al parecer se ech¨® una amante india en Cuernavaca.
La extra?a barba de Maximiliano, ?era usual? ¡°Era m¨¢s com¨²n que hoy y se consideraba muy distinguida, hoy le da como un aire h¨ªpster. No acept¨® cort¨¢rsela ni para escapar de la c¨¢rcel. Napole¨®n III en cambio era muy famoso por su bigote, cuyas gu¨ªas enceraba¡±. Si la pintura de ?douard Manet del fusilamiento de Maximiliano le muestra muy entero ante la descarga, la foto de su cuerpo embalsamado es tremenda. ¡°El cuadro de Manet tiene errores, Maximiliano no estaba en el centro sino a la derecha desde el punto de vista del pelot¨®n de ejecuci¨®n, y no llevaba sombrero, aunque la impresi¨®n de serenidad que arroja es acertada. En cuanto a su foto muerto, Maximiliano fue embalsamado muy mal tras su ejecuci¨®n por unos m¨¦dicos que trataron su cuerpo con desd¨¦n, sin ning¨²n respeto. Luego se us¨® su cad¨¢ver para negociar con Austria y se pas¨® seis meses en Ciudad de M¨¦xico medio en descomposici¨®n hasta que se autoriz¨® su env¨ªo a su pa¨ªs¡±.