Da?a Drndi?, la escritora que escarba en la memoria para narrar los conflictos de los Balcanes
La autora croata, fallecida en 2018, renueva con el lanzamiento de la novela ¡®Belladonna¡¯ su presencia en las librer¨ªas espa?olas y su lucha literaria contra las ideolog¨ªas destructivas
Entre las p¨¢ginas de la novela Trieste (Autom¨¢tica, 2015, traducci¨®n de J. C. D¨ªaz), de la escritora croata Da?a Drndi? (Zagreb, 1946-Rijeka, 2018), hay una lista con 9.000 nombres de jud¨ªos deportados o asesinados en Italia y en los pa¨ªses ocupados por este pa¨ªs entre 1943 y 1945, durante la Operationszone Adriatisches K¨¹stenland. En ese eco de humanidad hay resonancias de tristeza y de denuncia. Como dec¨ªa Zoran Feri?, presidente de la Sociedad Croata de Escritores, ¡°[Drndi?] estaba convencida de que la forma m¨¢s eficaz de luchar contra las ideolog¨ªas destructivas y el deshonor general del siglo pasado, pero tambi¨¦n del presente, es con la literatura, con un documento, im¨¢genes concretas y los nombres de las v¨ªctimas¡±. Belladonna, su obra m¨¢s reciente lanzada en Espa?a (Autom¨¢tica, 2023, traducci¨®n de J. C. D¨ªaz), recurre al relato autobiogr¨¢fico para reflexionar sobre la desintegraci¨®n de Yugoslavia y sobre la Segunda Guerra Mundial.
La protagonista de Trieste, Haya Tedeschi, es una anciana de origen jud¨ªo que repasa su vida en Gorizia, en el noreste de Italia, y para ello recurre a una colecci¨®n de cartas, testimonios, objetos, im¨¢genes que narran su infancia, pero tambi¨¦n el terror del Holocausto. La autora sent¨ªa la vocaci¨®n de exponer lo que el escritor Danilo Ki? llamaba ¡°fragmentos de monumentos escritos¡±. En este caso es una relaci¨®n de microhistorias, como una novela compuesta de retales que termina confluyendo en una constelaci¨®n narrativa que tiene como objeto testimoniar las vidas tr¨¢gicas. ¡°Su obra reivindica una y otra vez la memoria, la identidad, la historia, que nos obliga a hacernos preguntas a veces demasiado inc¨®modas sobre la condici¨®n humana y nos pone ante un espejo al que es necesario mirar¡±, apunta la editora de Autom¨¢tica, Alicia L¨®pez Gonz¨¢lez.
Su obra penetra en los lectores a trav¨¦s de la escrupulosidad del histori¨®grafo, con la minuciosidad con la que uno se vuelca sobre un archivo o afronta el trabajo artesanal. No en vano, Drndi? se quejaba amargamente de que su literatura fuera suavizada en las traducciones, quer¨ªa que rasgara tan incisivamente como lo hac¨ªa en croata. Esa metodolog¨ªa afilada ten¨ªa mucho que ver con la idea de que los cr¨ªmenes del pasado deb¨ªan dolernos tanto como el miedo que nos suscita agarrar un vidrio quebrado, seg¨²n la met¨¢fora que utilizaba Ruth Kl¨¹ger, superviviente del Holocausto y especialista en literatura.
A pesar de que Drndi? conoc¨ªa las artes del entretenimiento y de la frivolizaci¨®n, desde su ¨¦poca como dramaturga en Radio Belgrado y como editora en la televisi¨®n yugoslava, su misi¨®n literaria, sobre todo despu¨¦s de sus a?os de refugiada en Toronto (1995-1997), cuando public¨® Marija Czestochowska jo? uvijek roni suze ili Umiranje u Torontu (Maria Cz?stohowska todav¨ªa derrama l¨¢grimas o muriendo en Toronto, 1997) y Canzone di guerra (1998), es absorbernos con una intimidad epid¨¦rmica que nos sumerge en los personajes desde la cercan¨ªa y la cr¨ªtica contra el olvido. Una de las obsesiones de la escritora es reflejar c¨®mo los relatos oficiales silencian a los verdaderos protagonistas. Para ello recurr¨ªa a una especie de revelado cromog¨¦nico en formato literario. El paradigma de esta estrategia es su segunda novela publicada en Espa?a, Leica Format (Autom¨¢tica, 2021, traducci¨®n de J. C. D¨ªaz), centrada en la ciudad croata de Rijeka, donde la escritora pas¨® sus ¨²ltimos a?os. En esta obra la realidad es amplificada y parcelada, como si se tratara de un ¨¢lbum de fotos, en un pliego de personajes que nos exponen a la deshumanizaci¨®n del otro, al fascismo y a la memoria silenciada.
En realidad, en todas sus novelas hay pasajes en los que el escenario se proyecta sobre las localizaciones donde se produjeron horrores, como si fuera una obra del artista visual Shimon Attie; por ejemplo sucede en EEG (2016), su ¨²ltima novela publicada antes de morir en 2018, en la que narra: ¡°Imaginemos que miramos a trav¨¦s del escaparate a Josef Konforti, nacido en Travnik en 1912, que habla con los clientes en su tienda, rodeado de radios, bicicletas, m¨¢quinas de escribir y de coser, mientras otros comerciantes miran las nuevas ediciones de autores locales y extranjeros. Josef Konforti fue asesinado en Jasenovac en 1944¡å. Las v¨ªctimas as¨ª cobran vida como lo hacemos cuando nos paramos a observar un stolpersteine (placa en el suelo o pavimento en cualquier ciudad europea que recuerda a una v¨ªctima del nazismo).
Drndi? sigui¨® la estela de otros escritores que abordaron con profusi¨®n el destino de las v¨ªctimas del Holocausto o de los totalitarismos, como Danilo Ki?, Aleksandar Ti?ma, Dubravka Ugre?i? o David Albahari, para los que el genocidio jud¨ªo no solo era resultado de las perversiones de un nazismo con denominaci¨®n de origen, que derivan en una masacre sistematizada e industrializada, sino de un proceso de incivilizaci¨®n donde hay constantes que est¨¢n predestinadas a repetirse y tambi¨¦n deslocalizarse. La autora asume que las masacres son procesos c¨ªclicos y la literatura debe adoptar la funci¨®n de voz de alarma. En Leica Format recurre a un s¨ªmil patol¨®gico para explicar a los lectores la argucia del fascismo, como una enfermedad que surge fren¨¦ticamente tras un periodo velado por la paz y la tranquilidad: ¡°La s¨ªfilis es una enfermedad temible, latente, un aut¨¦ntico enemigo interior que acecha sin cesar, hasta que, de forma inesperada, asalta a su v¨ªctima¡±.
Se percibe en toda su obra una intensa necesidad de desacralizar la naci¨®n y cuestionar sus condicionantes cognitivos: lealtad, purificaci¨®n y subordinaci¨®n, as¨ª como los mecanismos de control social que ejerce el colectivismo identitario sobre la libertad del individuo. Ya en vida fue una ac¨¦rrima opositora, durante la fragmentaci¨®n de Yugoslavia, tanto del presidente serbio Slobodan Milo?evi?, en los a?os en los que tuvo su residencia en Belgrado, como del presidente croata Franjo Tu?man, a su vuelta a Croacia, tras ser forzada a dejar la capital yugoslava a comienzos de los a?os noventa por la presi¨®n del nacionalismo serbio.
En ese sentido, Belladonna es su obra m¨¢s autobiogr¨¢fica, donde se revelan las fricciones de la autora en su etapa como profesora universitaria, el choque de valores con el sistema educativo durante la formaci¨®n de su hija Ma?a o las inclemencias vividas dentro del sistema de salud croata. Su alter ego, Andreas Ban, es un profesor jubilado y enfermo en decadencia, pero armado con mordacidad y erudici¨®n frente a un entorno donde prima la crisis de valores del etnocentrismo, la sociedad del consumo y la superficialidad en la cultura. Como en Trieste, acompa?a el texto con una larga lista con los 2.061 ni?os jud¨ªos deportados de los Pa¨ªses Bajos a campos de concentraci¨®n entre 1938 y 1945, junto con una cita del artista alem¨¢n Gunter Demnig: ¡°Las personas se olvidan en el momento en que olvidamos sus nombres¡±.
Babelia
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