Marc Chagall o c¨®mo contar la convulsa primera mitad del siglo XX con la pintura
Una exposici¨®n en la Fundaci¨®n Mapfre hace una relectura del artista ruso que lo aleja de su faceta on¨ªrica y fantasiosa para concentrarse en su visi¨®n sociopol¨ªtica, comprometida con su tiempo
Las primeras im¨¢genes con las que se asocia r¨¢pidamente al pintor ruso Marc Chagall (1887-1985) son las de personas y animales, o fusiones de ambos, volando en paisajes urbanos o rurales que, dotados de azules y violetas, adquieren una atm¨®sfera m¨ªstica. Se le suele relacionar con el surrealismo por sus formas po¨¦ticas y fantasiosas, pero lo cierto es que el artista de origen jud¨ªo no fue ajeno a la convulsa era que le toc¨® vivir. Las dos guerras mundiales, la Revoluci¨®n Rusa o la persecuci¨®n nazi ¨Dtodos sucesos que moldearon la historia moderna¨D no solo sucedieron en su tiempo, sino que los experiment¨® en carne propia. Chagall interpret¨®, atestigu¨® y se comprometi¨® a su manera con las agitaciones de su ¨¦poca en una parte de su obra, a la que ahora da luz la exposici¨®n Chagall. Un grito de libertad, que se abre el pr¨®ximo 2 de febrero en la sede de la Fundaci¨®n Mapfre en Madrid.
¡°La obra de Chagall era pol¨ªtica. Se le asocia con una imagen dulce y de so?ador, pero al mirar sus obras y ponerlas en perspectiva con sus escritos, podemos ver que ten¨ªa una implicaci¨®n social mucho m¨¢s fuerte de lo que se pensaba¡±, asegura Ambre Gauthier, una de las comisarias de la muestra junto a Merete Meyer, quien tambi¨¦n es nieta del pintor. Ambas realizaron un exhaustivo trabajo de recopilaci¨®n de cientos de archivos, con muchos documentos traducidos por primera vez del ruso o el yidis, para conocer la postura y reflexiones de Chagall sobre la actualidad que le ata?¨ªa, principalmente vista desde su identidad jud¨ªa, que le oblig¨® a exiliarse a Nueva York en 1941.
Cartas, manuscritos, poemas o memorias describen el entusiasmo con el que acogi¨® la revoluci¨®n bolchevique; la dureza del antisemitismo; su reacci¨®n despu¨¦s de que el nazismo retirara sus cuadros de los museos, o el desarraigo del migrante. ¡°Sin el conocimiento de estos documentos, no hubi¨¦ramos podido ver esta reinterpretaci¨®n pol¨ªtica de su obra. El trabajo de inventariado nos llev¨® m¨¢s de dos a?os¡±, apunta Gauthier. Junto a los m¨¢s de 160 cuadros, que incluyen pinturas, dibujos, acuarelas y abarcan unos 60 a?os, se exhiben 90 documentos.
Si Chagall siempre fue cr¨ªtico con su tiempo, ?por qu¨¦ entonces la exposici¨®n se presenta como el primer abordaje de su producci¨®n desde la perspectiva de sus tomas de postura y su compromiso sociopol¨ªtico? ¡°Sus libros eran conocidos, pero no publicados a gran escala. Tampoco quiso dar entrevistas para hablar de sus opiniones pol¨ªticas, hac¨ªa declaraciones generalistas, consensuadas, que contrastan con sus textos¡±, responde Meyer. Gauthier aporta su hip¨®tesis: ¡°No fue por falta de convicci¨®n, sino porque cuando volvi¨® a Francia en 1948, el contexto era complejo pol¨ªticamente para un artista ruso-jud¨ªo que hab¨ªa estado en el exilio. Chagall perdi¨® en 1943 su nacionalidad francesa, que hab¨ªa obtenido en 1937¡å.
La Primera Guerra Mundial (1914-1918) fue el primer terremoto hist¨®rico que Chagall vivi¨®. Despu¨¦s de formarse art¨ªsticamente en Par¨ªs en 1911 gracias a una beca, conseguida por sus estudios en su ciudad natal de Vitebsk y San Petersburgo, estaba de visita en Rusia. Lo mov¨ªa la esperanza de reencontrarse con su amada Bella Rosenfeld, con quien contrajo matrimonio en 1915. De esa ¨¦poca son una serie de dibujos a tinta china en los que plasma la dram¨¢tica marcha de combatientes al frente, como La partida a la guerra (1914), en la que un recluta se despide de su madre. Tambi¨¦n realiza pinturas en las que representa la vivencia cotidiana de los habitantes de su ciudad natal durante la contienda, como El vendedor de peri¨®dicos (1914) o La gaceta de Smolensk (1915), en los que se aleja del tono l¨ªrico de sus primeras composiciones.
A la guerra le sigui¨® la Revoluci¨®n Rusa (1917-1923), con la que Chagall simpatiz¨®; por primera vez se le otorgaba el estatus de ciudadano ruso de pleno derecho despu¨¦s de a?os de discriminaci¨®n por su origen jud¨ªo. Fue nombrado comisario de Bellas Artes de Vitebks y fund¨® y la Escuela de Arte de la misma ciudad en 1918. Fue ¨¦l quien dise?¨® los decorados y afiches para la ceremonia de conmemoraci¨®n del primer aniversario de la Revoluci¨®n de Octubre, que transform¨® la ciudad en una gigantesco escenario. Chagall regres¨® a Par¨ªs despu¨¦s de la fiebre revolucionaria en 1923, ¨¦poca en la que fue consolidando su estilo surreal, on¨ªrico, de colores vibrantes y con animales con cuerpo de humanos en los que se autorrepresenta. Un reflejo de esa madurez es El vendedor de ganado (1922-1923), cuadro en el que los colores rosa, rojo y azul y la ausencia de perspectiva convierten una escena costumbrista en un delirio.
Este aporte a las vanguardias, influenciado por sus amistades con Guillaume Apollinaire o Amedeo Modigliani, se vio asaltado por el ascenso del fascismo alem¨¢n y el odio hacia los jud¨ªos. La tensi¨®n y la incertidumbre est¨¢n presentes en su obra; produce retratos de rabinos portando la Tor¨¢ (compilaci¨®n de los primeros cinco libros de la Biblia hebrea) como s¨ªmbolo de resistencia. La amenaza a su vida cada vez se vuelve m¨¢s real con la expansi¨®n del reinado del terror de Hitler y en 1941 se ve obligado a exiliarse en Nueva York, donde asiste a la devastaci¨®n de Europa desde el otro lado del Atl¨¢ntico.
Piezas como La guerra (1943) muestran el lado m¨¢s militante que tuvo Chagall. Tambi¨¦n son reiterativos en esos a?os sus cristos jud¨ªos vestidos con talit (pa?o blanco de oraci¨®n) alrededor de las caderas, una fusi¨®n entre el simbolismo pol¨ªtico y religioso. Cuando regresa en 1948 a Par¨ªs, se encamina a ¡°convertirse en el mensajero de la paz y crear una visi¨®n l¨²dica, de gran viveza y luminosidad, que transmite alegr¨ªa y, m¨¢s que nunca, la urgencia de vivir¡±, seg¨²n refieren las comisarias, que se?alan como ejemplos las vidrieras para la sinagoga del hospital Hadassah de Jerusal¨¦n (1962) o los tapices del Parlamento israel¨ª (1967), de los cuales se pueden ver varios estudios preparatorios en la exposici¨®n.
El Chagall final es el m¨¢s desatado y aleg¨®rico, el que menos se cohibe en la caofon¨ªa de colores. El ¨®leo La comedia del arte (1958), de grandes proporciones, es un fest¨ªn de formas antro y zoomorfas, poblado de personajes que conviven en un escenario de radicales tonos primarios. Un final de la muestra que nos recuerda que, si bien est¨¢ ordenada de forma cronol¨®gica y combina documentos escritos con cuadros para proporcionar un contexto social, la producci¨®n de Chagall est¨¢ lejos de ser catalogada como documental o realista. En sus obras se desprende un mundo quim¨¦rico donde no existen leyes de gravedad ni de perspectiva. Al no existir la subjetividad pura, la realidad evidentemente le influye y da forma a su producci¨®n, pero es llevada a su propia noci¨®n de realidad, donde conviven cabras, mujeres suspendidas en el aire con hombres con cabeza de gallos y caballos.
Babelia
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