Cuando los migrantes se llaman Picasso, Chagall o Mondrian
Ap¨¢tridas, refugiados, extranjeros. La visi¨®n id¨ªlica del Par¨ªs de principios del siglo XX deja en segundo plano las penurias que vivieron numerosos artistas universales y muestra paralelismos con la polarizaci¨®n pol¨ªtica actual
Pablo Ruiz Picasso se mud¨® a Par¨ªs con 19 a?os. Lleg¨® como pintor provinciano y migrante. En 1904 se instal¨® en un modesto estudio de Montmartre y qued¨® fascinado por la bohemia, la belleza y la inspiraci¨®n de la ciudad. A pesar de pasar casi toda su vida en Francia, nunca perdi¨® su acento espa?ol. Opt¨® por el destierro, espantado por los horrores de la Guerra Civil y la dictadura franquista. Nunca olvid¨® su M¨¢laga natal, ni hubiera podido pintar el Guernica tal como es sin la mirada del exilio. Pero tambi¨¦n creci¨® como artista en Francia, mezclando ambos referentes como otros tantos genios universales que no conocen fronteras. Picasso solicit¨® la nacionalidad francesa en los a?os treinta, probablemente para protegerse de la ola fascista que recorr¨ªa Europa y Francia y que ya hab¨ªa arrasado su pa¨ªs. No se la concedieron por sospechoso, subversivo y comunista, pero ¨¦l siempre dej¨® una cosa clara: ¡°quiero morir espa?ol¡±.
La lista de artistas universales y an¨®nimos que habitaron Par¨ªs entre 1900 y 1950 es interminable: jud¨ªos bielorrusos como Chagall, Zadkine o Soutine, el italiano Modigliani, el rumano Br?ncu?i, el holand¨¦s Mondrian o los espa?oles Julio Gonz¨¢lez o Juan Gris. Junto a ellos, mujeres excepcionales que sufrieron un sistema y una sociedad machista pero cuya obra perdur¨®, como las rusas Marevna y Natalia Goncharova, la ucraniana Sonia Delaunay, la argelina Baya Mahieddine o las espa?olas Mar¨ªa Blanchard y Maruja Mallo. Muchos hu¨ªan del antisemitismo, la discriminaci¨®n, el machismo, la represi¨®n pol¨ªtica o la homofobia y otros buscaban la inspiraci¨®n, la libertad, el reconocimiento o su crecimiento art¨ªstico.
Una reciente exposici¨®n en el Museo Stedelijk de Amsterdam daba un enfoque pol¨ªtico muy actual a estos migrantes de Par¨ªs. Abr¨ªa los ojos del visitante a una perspectiva diferente a la del romanticismo habitual, para acercarnos a su condici¨®n de extranjeros, visitantes, ap¨¢tridas, migrantes o refugiados. Mientras en los caf¨¦s y vari¨¦t¨¦s alternaban bailarinas, m¨²sicos, todo tipo de artistas y revolucionarios en un clima excepcional de libertad y multiculturalidad, se fraguaba en los a?os treinta una reacci¨®n nacionalista que reclamaba la vuelta a las ra¨ªces y el rechazo a la influencia extranjera. Era la reivindicaci¨®n de las tradiciones de la vieja Francia frente a los forasteros que amenazaban su cultura en el contexto de un siglo salvaje, de guerras, revoluciones y nacionalismos fan¨¢ticos. La desconfianza de una Europa polarizada y sus pulsiones antisemitas, xen¨®fobas y nacionalistas, afect¨® la vida y la obra de estos artistas a pesar de que Par¨ªs era un refugio de tolerancia y libertad.
Muchos hu¨ªan del antisemitismo, la discriminaci¨®n, el machismo, la represi¨®n pol¨ªtica o la homofobia y otros buscaban la inspiraci¨®n, la libertad, el reconocimiento o su crecimiento art¨ªstico.
Un ejemplo de esa reacci¨®n fue el influyente cr¨ªtico de arte Waldemar-George, migrante jud¨ªo-polaco nacionalizado franc¨¦s, que cre¨® un movimiento neohumanista basado en un odio furibundo al arte abstracto, al que culpaba de interrumpir la tradici¨®n art¨ªstica francesa. Tras esta cr¨ªtica aparentemente est¨¦tica, yac¨ªa el rechazo a los artistas extranjeros y jud¨ªos que dominaban la escena parisina. La supuesta superioridad de los valores eternos de la cultura europea enlazaba con el racismo y los fascismos, en pugna con las vanguardias del cubismo y el surrealismo y su inter¨¦s por otras culturas.
Marc Chagall, primog¨¦nito de una familia jas¨ªdica de una aldea jud¨ªa de V¨ªtebsk ¨Centonces Imperio ruso¨C pas¨® una primera etapa parisina entre 1910 y 1914. Tras un periodo de ferviente revolucionario ruso y tras huir de la peste del antisemitismo, volvi¨® desencantado a Francia y en 1937 adquiri¨® la nacionalidad. Tras refugiarse en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, se instalar¨ªa en la Costa Azul, donde quiso ser enterrado. La belleza y originalidad de la obra de Chagall radica precisamente en la s¨ªntesis de todas las influencias y vivencias de su migraci¨®n. El arte popular ruso, la tradici¨®n jud¨ªa de su shtetl natal, las corrientes occidentales de su tiempo, el circo, los sue?os, el misticismo o Par¨ªs se mezclaban en sus obras con una expresividad conmovedora.
Aunque Chagall obtuvo enseguida reconocimiento, sigui¨® enfrent¨¢ndose al antisemitismo, no solo durante el r¨¦gimen colaboracionista de Vichy, que prohib¨ªa a los jud¨ªos exhibir su obra, sino ya en los a?os sesenta cuando tuvo que ser escoltado por amenazas al recibir el encargo de pintar el techo de la ?pera del Palacio Garnier. A pesar de ser ciudadano franc¨¦s desde hac¨ªa 30 a?os, para algunos siempre ser¨ªa un jud¨ªo extranjero.
La desconfianza de una Europa polarizada y sus pulsiones antisemitas, xen¨®fobas y nacionalistas, afect¨® la vida y la obra de estos artistas a pesar de que Par¨ªs era un refugio de tolerancia y libertad.
Muchos artistas, la mayor¨ªa extranjeros, se unieron para ser m¨¢s fuertes. Fue el caso del ef¨ªmero grupo Cercle et Carr¨¦ fundado por el belga Michel Seuphor y el uruguayo Torres-Garc¨ªa en 1929 o el colectivo Abstraction-Cr¨¦ation, que agrup¨® tambi¨¦n a artistas no-figurativos en los primeros a?os 30, entre los que estaban Picasso, Julio Gonz¨¢lez, Vasili Kandinski o Fernand L¨¦ger.
O la corriente N¨¦gritude, movimiento ideol¨®gico, literario y pol¨ªtico que recog¨ªa la tradici¨®n negra de artistas africanos y caribe?os, expresada a trav¨¦s de las vanguardias art¨ªsticas de la ¨¦poca. Reivindicaban su identidad frente a la subordinaci¨®n al sistema colonial y la asimilaci¨®n cultural francesa. Fue el embri¨®n ideol¨®gico del futuro movimiento independentista africano. Entre sus publicaciones de los a?os 30, destacaba L'¨¦tudiant noir, uno de cuyos fundadores era L¨¦opold S¨¦dar Senghor, futuro primer presidente de la Rep¨²blica de Senegal. A pesar de la prohibici¨®n de filmar pel¨ªculas en las colonias francesas, Paulin Vieyra Soumanou y el grupo Africain du Cinema, rodaron en 1955 el cortometraje Afrique Sur Seine donde siguiendo a su protagonista por las calles de Par¨ªs, y a pesar de las penurias de ser africano, se puede sentir el amor por esta ciudad.
Picasso dec¨ªa que "el arte limpia nuestra alma del polvo de lo cotidiano". Hoy como entonces, la xenofobia, el antisemitismo y el racismo son el polvo y la carcoma que se depositan sobre nuestra cotidianidad y van eclipsando nuestros principios. Siempre quedar¨¢ el arte como tabla de salvaci¨®n.
Ana Gonz¨¢lez-P¨¢ramo es investigadora senior en Fundaci¨®n porCausa.
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