Cien a?os de ¡®Rhapsody in Blue¡¯, una composici¨®n que cambi¨® la historia de la m¨²sica
La obra de George Gershwin no ha perdido popularidad, pero tampoco controversia: para unos introdujo el jazz en la sala de conciertos, pero otros la consideran una apropiaci¨®n grosera y racista de un m¨²sico blanco
El conocido director de m¨²sica de baile Paul Whiteman quiso cancelar su concierto del 12 de febrero de 1924. Lo reconoce en Jazz, la autobiograf¨ªa que public¨® poco despu¨¦s junto a la periodista Mary Margaret McBride. Pero esa actuaci¨®n, en la prestigiosa sala de conciertos cl¨¢sica Aeolian Hall de Nueva York, que se hab¨ªa anunciado pomposamente como Un experimento de m¨²sica moderna, termin¨® siendo legendaria. La idea surgi¨® viendo la fascinaci¨®n que suscitaba entre el p¨²blico de esa sala la inclusi¨®n de temas de jazz dentro de un recital cl¨¢sico.
Whiteman opt¨® por llevar esa idea m¨¢s lejos que nadie, aunque estaba aterrorizado por las consecuencias. Pretend¨ªa abrir nuevos caminos art¨ªsticos introduciendo ese g¨¦nero de m¨²sica de las comunidades afroamericanas, entonces considerado inmoral y hasta peligroso, dentro de la sofisticada sala de conciertos cl¨¢sica. Para ello confeccion¨® un variado programa con su orquesta de 23 multinstrumentistas que se abri¨® con Livery Stable Blues, como ejemplo de ¡°la verdadera forma del jazz¡±, y concluy¨® con Elgar y su primera marcha de Pompa y circunstancia, para ilustrar ¡°el ¨¢mbito de la m¨²sica cl¨¢sica¡±. Pero encarg¨® al joven pianista y compositor George Gershwin una obra especial que combinase idealmente ambos extremos.
El resultado fue Rhapsody in Blue, una composici¨®n que cambi¨® la historia de la m¨²sica. Celebra ahora su centenario sin haber perdido un ¨¢pice de inter¨¦s y popularidad. Pero tampoco de controversia. Qued¨® claro el pasado 26 de enero en las p¨¢ginas de The New York Times, donde el pianista y cr¨ªtico de jazz Ethan Iverson la calific¨® como ¡°la peor obra maestra¡±, una composici¨®n ¡°ingenua y cursi¡± que compar¨® con ¡°una tarta de queso, o cualquier otra cosa atractiva, pero poco saludable¡±.
Nada nuevo para una composici¨®n cuyo arrollador ¨¦xito popular siempre suscit¨® cr¨ªticas por ambos bandos. Del lado cl¨¢sico, lleg¨® a dudarse de que Rhapsody in Blue fuera una composici¨®n sensu stricto, m¨¢s all¨¢ de una sucesi¨®n de melod¨ªas sin integridad formal ni desarrollo tem¨¢tico. Y del lado jazz¨ªstico siempre fue vista como una apropiaci¨®n grosera, y hasta racista, por parte de Gershwin (un m¨²sico blanco de origen jud¨ªo) de un lenguaje que no le pertenec¨ªa por derecho. Un ejemplo paradigm¨¢tico de falso jazz cuyo ¨¦xito comercial termin¨® por eclipsar al verdadero.
Aunque el concierto en el Aeolian Hall fue un triunfo clamoroso, el propio Whiteman recopil¨® las cr¨ªticas negativas en su referida autobiograf¨ªa. Olin Downes, en The New York Times, le acusaba de ser un trozo de gelatina que tiembla m¨¢s que dirige, o Lawrence Gilman, en The New York Herald, consideraba novedoso el ritmo y el colorido instrumental de Rhapsody in Blue, pero d¨¦biles y convencionales sus melod¨ªas y armon¨ªas.
Tambi¨¦n recuerda que a ese concierto asistieron muchos de los principales artistas cl¨¢sicos de la ciudad. Caso de la cantante Amelita Galli-Curci, del pianista y compositor Sergu¨¦i Rajm¨¢ninov, del violinista Fritz Kreisler o del director de orquesta Leopold Stokowsky. No olvida que, a pesar de la nevada de aquel d¨ªa, tampoco faltaron peleas y empujones para poder acceder al concierto. E informa de su fiasco econ¨®mico, pues hubiera podido vender diez veces el aforo de la sala, aunque al final perdi¨® unos siete mil d¨®lares (m¨¢s de cien mil euros de la actualidad).
Nadie puede dudar hoy de que Rhapsody in Blue convirti¨® a Gershwin en un pionero capaz de trascender la supuesta divisi¨®n musical entre la m¨²sica popular y la cl¨¢sica. Richard Crawford subraya esa idea en su reciente biograf¨ªa del compositor estadounidense fallecido prematuramente a los 38 a?os (W.W. Norton). Un m¨²sico que no recibi¨® una formaci¨®n acad¨¦mica al uso, pero que tampoco fue ning¨²n autodidacta. Sus inicios se remontan a los 15 a?os, cuando se convirti¨® en compositor del Tin Pan Alley y consigui¨®, en 1914, un trabajo como vendedor de canciones en la editorial Remick. All¨ª se hizo amigo de un adolescente llamado Fred Astaire, que trabajaba como song plugger, y ambos compartieron sus sue?os de futuro en la comedia musical.
La carrera de Gershwin tuvo un impulso decisivo, a partir de 1920, cuando comenz¨® a componer la m¨²sica de George White¡¯s Scandals. Esta serie de revistas de Broadway le permitieron desarrollar el futuro lenguaje de Rhapsody in Blue. A la revista de 1922 se incorpor¨® Whiteman con su orquesta y ese a?o escribi¨® una jazz-¨®pera de estilo verista en un acto, titulada Blue Monday. Un n¨²mero de unos veinte minutos que un cr¨ªtico de New Haven consider¨® ¡°la primera ¨®pera verdaderamente americana musicada en la vena popular¡±. Se refer¨ªa al uso de cuatro g¨¦neros aut¨®ctonos: la m¨²sica de jazz, la canci¨®n sentimental, el blues y el recitativo de ragtime.
Ese ser¨ªa el germen de su futura ¨®pera folcl¨®rica negra, Porgy and Bess, de 1935. Pero tambi¨¦n el eje expresivo de su primera composici¨®n instrumental de envergadura, que ahora cumple cien a?os. En un primer momento, Gershwin no acept¨® el encargo de Whiteman, pero el director lo convenci¨® con un anuncio en la prensa. El compositor confes¨® a?os despu¨¦s a Isaac Goldberg, para su biograf¨ªa de 1931, que el principal objetivo de Rhapsody in Blue fue demostrar que el jazz no deb¨ªa aferrarse al pulso estricto de los ritmos de baile. Para ello ech¨® mano de varias melod¨ªas de canciones de blues con un variado territorio r¨ªtmico hasta lograr una m¨²sica m¨¢s libre e impredecible. Confes¨® a Goldberg que una de las melod¨ªas se le ocurri¨® viajando en tren a Boston, donde tambi¨¦n tuvo una epifan¨ªa en que contempl¨® toda la obra en su cabeza.
Pero Rhapsody in Blue fue tambi¨¦n una composici¨®n que tuvo otros protagonistas. Sabemos que su t¨ªtulo fue idea de su hermano y letrista, Ira Gershwin, cuando contempl¨® el cuadro Nocturno: Azul y plata - Chelsea, de James McNeill Whistler, y lo relacion¨® con el vocabulario tonal de la obra basado en la m¨²sica blues, con ese experimento de conectar el formato de Franz Liszt con el estilo de Jelly Roll Morton. Redact¨® la composici¨®n originalmente para dos pianos y su instrumentaci¨®n fue realizada por Ferde Grof¨¦. A este compositor debemos, adem¨¢s, la idea de presentar tres veces el l¨ªrico y expresivo tema central de la obra, primero en la cuerda, despu¨¦s con toda la orquesta y finalmente con el piano. Grof¨¦ redactar¨ªa despu¨¦s dos orquestaciones m¨¢s de la obra: en 1926, para una orquesta peque?a y, en 1942, para orquesta sinf¨®nica, que es la versi¨®n m¨¢s habitual en la sala de conciertos. Y su famoso inicio, con ese espectacular y jazz¨ªstico glissando de clarinete que asciende dos octavas y una cuarta, fue ideado por Ross Gorman, el solista de ese instrumento en la orquesta de Whiteman.
Gershwin grab¨® Rhapsody in Blue para la discogr¨¢fica Victor con la orquesta de Whiteman en junio de 1924, y las ventas del disco alcanzaron un mill¨®n de ejemplares. Fue el primero de centenares de registros por venir, pero tambi¨¦n el inicio de su intensa recepci¨®n, que confront¨® la popularidad de la nueva composici¨®n con el emergente modernismo musical estadounidense. Un movimiento que pronto encumbr¨® a Aaron Copland frente a Gershwin, tal como han revelado los estudios de Carol J. Oja. Los cr¨ªticos m¨¢s influyentes, como Paul Rosenfeld y Virgil Thomson, describieron a Copland como un artista que elevaba el jazz a la categor¨ªa de arte, mientras que Gershwin lo manten¨ªa en el nivel b¨¢sico del entretenimiento popular.
El ¨¦xito que cosech¨® el experimento de Gershwin, de 1924 termin¨® por eclipsarlo todo. Y su intento de introducir el jazz en la sala de conciertos prevaleci¨® frente a los logros coet¨¢neos y posteriores de los compositores modernistas estadounidenses, como Copland, e incluso tambi¨¦n de los verdaderos m¨²sicos afroamericanos, como William Grant Still y Duke Ellington. As¨ª naci¨® y se aliment¨® la controversia en torno a Rhapsody in Blue, que se intensific¨® con el inter¨¦s que suscit¨® entre los principales compositores europeos del momento, como Ravel, Bart¨®k y Stravinski.
Entre las respuestas al reciente art¨ªculo contra Rhapsody in Blue de Iverson en The New York Times, sobresale el comentario de un profesor de composici¨®n de la Mannes School of Music de Manhattan. El art¨ªculo le hizo volver a escuchar la obra de Gershwin y sorprenderse de su milagro formal, que no duda en comparar con La consagraci¨®n de la primavera, de Stravinski. Precisamente, el estreno en Nueva York de esa pol¨¦mica obra del compositor ruso tuvo lugar, en el Carnegie Hall, exactamente dos semanas antes de la obra de Gershwin. Y las impresiones de ambas composiciones fueron relacionadas e incluso alg¨²n cr¨ªtico entendi¨® Rhapsody in Blue como la respuesta del Nuevo Mundo a Stravinski. Gershwin se hab¨ªa convertido en el primer compositor estadounidense capaz de medirse con un tit¨¢n europeo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.