Sergio del Molino, ganador del Premio Alfaguara por ¡®Los alemanes¡¯: ¡°En el mundo de hoy parece estar peor visto ser charcutero que nazi¡±
Visita con el escritor al cementerio germano de Zaragoza donde se abre y se cierra su novela galardonada
La vida imita al arte, aunque no en todo. En la entrada del recoleto cementerio alem¨¢n de Zaragoza falta un trozo de la inscripci¨®n que indica el lugar, pero no es el mismo que en la estupenda y llena de cosas apasionantes novela de Sergio del Molino Los alemanes, con la que ha ganado el ¨²ltimo Premio Alfaguara y que acaba de publicarse. Aqu¨ª, sobre la cancela, pone solo Freidhof (patio de paz, cementerio) y falta Deutscher (alem¨¢n). Mientras que en la novela es al rev¨¦s. Tampoco hay tilos sino cipreses y adelfas, y se buscar¨¢ en vano la tumba de Gabriel (Gabi) Schuster, o las de su abuelo y su bisabuelo, Pablo y Hans, respectivamente. Est¨¢n, eso s¨ª, los tres sepulcros de miembros de la Legi¨®n C¨®ndor ca¨ªdos durante la Guerra Civil que describe la novela, y puede leerse en ellos la frase ¡°F¨¹r Spaniens Freiheit¡±, por la libertad de Espa?a. El cementerio alem¨¢n, separado del general de Torrero, es un escenario fundamental de la novela y sirve para abrir y cerrar el libro, pero el autor lo ha adaptado a su manera. Lo mismo ha hecho con la historia de los alemanes llegados en 1916 a Zaragoza emigrados desde Camer¨²n al perder la colonia el II Reich durante la Primera Guerra Mundial, y tambi¨¦n empapa de literatura las relaciones posteriores de ese colectivo con los nazis.
La mayor parte de lo que explica Sergio del Molino en Los alemanes tiene una base documental (incluso lo de la fortuna familiar de los Schuster hecha con las salchichas), no en balde cont¨® la historia de los alemanes del Camer¨²n en varios art¨ªculos period¨ªsticos, en el ensayo Soldados en el jard¨ªn de la paz (2009) y en una exposici¨®n en el Centro de Historia de Zaragoza. Pero la trama concreta es, recalca el escritor, absolutamente inventada. Lo va explicando durante una animada visita al cementerio con este diario en la que se nos ha unido ¡ªafortunadamente, porque es quien tiene las llaves¡ª el arquitecto Alberto Haering, simp¨¢tico custodio del lugar. El camposanto sigue en uso (se han realizado dos entierros en fechas recientes) aunque vive (si se puede aplicar la palabra a un cementerio) en un vac¨ªo legal. Cedido (pero no hay papeles) por el Ayuntamiento durante la Guerra Civil para enterrar a los muertos de la Legi¨®n C¨®ndor, se convirti¨® en el de toda la colonia alemana y aqu¨ª se trasladaron los restos de los fallecidos anteriormente. Hay unas 65 tumbas y en teor¨ªa los de la C¨®ndor, llevados al cementerio alem¨¢n de Cuacos de Yuste, ya no est¨¢n. En teor¨ªa, porque, seg¨²n se?ala Haering podr¨ªa quedar alguno. De hecho, hace poco visitaron el lugar un coronel del ej¨¦rcito alem¨¢n y sus ayudantes para investigar el asunto. En fin, no se puede negar que es un sitio novelesco, y, curiosamente, propicio a la conversaci¨®n.
En el cementerio, como dec¨ªamos, empieza Los alemanes, que trata sobre tres hermanos, dos hombres, Gabi y Fede, y una mujer, Eva, de la colonia germana de Zaragoza, marcados por el tir¨¢nico padre, Juan Schuster, heredero de una industria salchichera levantada en la capital aragonesa por el antepasado Hans, ¡°maestro charcutero del Reich¡±, y centrada en la popular Salchicha Schuster, ¡°cien por cien alemana¡± (gran met¨¢fora la salchicha, carne embutida y secreta, de lo oculto en las familias). Los Schuster se re¨²nen con motivo de la muerte del primog¨¦nito Gabi, un popular m¨²sico underground de ¨¦xito, homosexual y pol¨¦mico, en el que se refleja la movida zaragozana (en el cementerio de los alemanes, por cierto, puede verse la tumba de Mauricio Aznar, el l¨ªder de Mas Birras al que se ha dedicado la pel¨ªcula La estrella azul), y van apareciendo las tensiones acumuladas a lo largo de sus vidas, y otras nuevas. Especialmente el chantaje al que es sometida Eva ¡ªuna pol¨ªtica mano derecha del alcalde de Zaragoza a punto de empezar su despegue en el ¨¢mbito nacional¡ª, y que tiene que ver con partes del oscuro pasado de la familia relacionadas con el nazismo. Sergio del Molino hace ir hablando a los dos hermanos supervivientes e incorpora a otros dos narradores, Berta, una amiga de infancia del hermano mayor y miembro ella misma de otra de las familias alemanas del Camer¨²n originales, y Ziv, un empresario israel¨ª relacionado con dinero sucio y que anda involucrado en un turbio pelotazo urban¨ªstico que incluye al club de f¨²tbol local. Ziv, adem¨¢s, se ha consagrado a la caza de nazis en la estela de su padre, que intent¨® echarle el guante a varios refugiados pardos en la Espa?a de Franco. A Del Molino no le preocupa que se le puede afear convertir a personajes jud¨ªos en los malos de la pel¨ªcula. ¡°Son los malos y a la vez tienen raz¨®n, corruptos y cazanazis, una ambig¨¹edad muy novelesca¡±.
A lo largo de la trama ¡ªcon un punto de thriller¡ª resuenan obsesiones caracter¨ªsticas del autor que encuentran muy buen asiento en la novela: el desarraigo, la identidad, el legado, c¨®mo nos condiciona la herencia, la idea de la patria imaginaria, o el papel de los intelectuales en el mundo actual, c¨®mo los humanistas han perdido la batalla del pensamiento contempor¨¢neo frente a los cient¨ªficos; tambi¨¦n la soledad del amor y de los afectos. ¡°Me interesa mucho la novela como veh¨ªculo del pensamiento¡±, se?ala Sergio del Molino.
¡°Le he echado muchas horas de investigaci¨®n¡±, dice del asunto de los alemanes del Camer¨²n que forma la espina dorsal de su novela Del Molino, que recuerda que su inter¨¦s arranc¨® al encontrar viejos papeles de propaganda nazi, con discursos de Goebbels y otros jerarcas, editados en Zaragoza y que estaban destinados a esa colonia de la que ¨¦l no sab¨ªa entonces nada. Empez¨® a entrar en ese universo, conoci¨® a las familias, sus historias, sus mitos (lo de que ven¨ªan en plan an¨¢basis de un mundo tipo Memorias de ?frica), el cementerio¡ ¡°El caso es que hab¨ªa muchas referencias de la llegada a Zaragoza y de su vida aqu¨ª, los alemanes del Camer¨²n o Camer¨®n eran muy populares, sal¨ªan en los diarios, se les dedicaba coplas. Eran una colonia muy potente y llamativa. Como digo en la novela, los menciona Ramon J. Sender en Cr¨®nica del alba. Descubr¨ª una historia interesant¨ªsima, y adem¨¢s est¨¢ la relaci¨®n con el nazismo¡±.
¡°Siempre quise hacer una novela sobre este tema¡±, contin¨²a, ¡°daba mucho para fabular y me permit¨ªa abordar esas cosas que me interesan tanto; es muy interesante ver c¨®mo los alemanes del Camer¨²n en Zaragoza forjaron la idea de una Alemania ficticia, una patria, una Heimat, que no era exactamente la real, y trataron de constru¨ªrsela aqu¨ª¡±. En Los alemanes aparecen referencias a personajes hist¨®ricos como Le¨®n Degrelle, l¨ªder del partido rexista belga y Standartenf¨¹hrer de las Waffen-SS huido a Espa?a, y el extravagante neonazi Michael K¨¹hnen. ¡°No se sabe si llegaron a conocerse, imagino que a K¨¹hnen le fascinar¨ªa un tipo del que Hitler hab¨ªa dicho que le hubiera gustado tener un hijo como ¨¦l¡±.
En todo caso, Del Molino va atando cabos y creando una trama digna de una red Odessa de la salchicha. ¡°En Zaragoza exist¨ªa en realidad la salchicha Kurtz, menos importante que el imperio Schuster que me invento. Algunos de los Kurtz est¨¢n enterrados aqu¨ª. En realidad, yo no me meto con ninguna familia, mi novela es todo una ficci¨®n. Utilizo la carcasa pero los personajes y la historia que les construyo son completamente inventados. Ser¨ªa una lectura aberrante tratar de verla como un roman a clef, es una pura fabulaci¨®n. No juego al equ¨ªvoco. Eso s¨ª, la historia de la salchicha me encanta. Es como el inmigrante gallego que se hace rico vendiendo pulpo¡±.
El escritor dice que en todo caso, lo que cuenta, ¡°podr¨ªa haber pasado¡±. Seguramente, apunta, ocurrieron cosas semejantes, ¡°pero de m¨¢s baja intensidad¡±. Por ejemplo, es cierto que Zaragoza fue refugio de nazis, y parte de la rat line, la red de fuga de criminales tras la derrota de Hitler, ¡°pero los que pasaron por aqu¨ª no eran dirigentes de peso sino de segunda clase¡±. La colonia alemana mostr¨® entusiasmo con el nazismo y coloc¨® la esv¨¢stica hasta en el colegio y en el Hogar Alem¨¢n, y al III Reich le interesaban las comunidades alemanas implantadas en el extranjero a las que ve¨ªa como parte de la patria, la naci¨®n. En cuanto a la Guerra Civil, ¡°a la comunidad alemana le fue bien en Zaragoza, donde tuvo su base principal la Legi¨®n C¨®ndor¡±.
Denostada industria c¨¢rnica
En un momento de la novela, Eva, motejada como Salchipapa, es atacada p¨²blicamente tanto por el pasado nazi de la familia como por su relaci¨®n con la denostada industria c¨¢rnica (con un cameo de Greta Thunberg). ¡°Es verdad que hoy parece estar peor visto ser charcutero que nazi¡±, reflexiona Sergio del Molino entre las l¨¢pidas de los Kurtz, enterrados en su peque?o rinc¨®n de las tinieblas en el camposanto. ¡°Un poco de s¨¢tira siempre est¨¢ bien¡±. Los alemanes muestra que mirar al pasado familiar no es inocuo. ¡°Cuando indagas salen cosas, no hay familia que se libre de eso. Las familias cuentan mentiras y cuando profundizas salen los muertos¡±.
De la t¨¦cnica de estructurar la novela como una alternancia de voces, el autor dice que no quer¨ªa ¡±un narrador omnisciente¡±, apunta, sino que la historia se fuera contando desde los testimonios, desde una coralidad. ¡°La verdad se alcanza a trav¨¦s de una serie de mentiras. En Los alemanes, cada uno cuenta desde su punto de vista y el lector es el que tiene la clave del conjunto¡±.
Una atm¨®sfera de tristeza domina la novela, hasta el sexo parece triste. ¡°Es una historia, en ¨²ltima instancia sobre la muerte. Empieza y termina en un cementerio y est¨¢ atravesada por el concepto alem¨¢n de la muerte y la relaci¨®n entre la vida y la muerte caracter¨ªstica de su cultura, en la que es muy importante la noci¨®n de continuidad y legado¡±. En el libro aparece una idea que obsesiona a Del Molino, la de que caminamos literalmente sobre los muertos, los que nos precedieron que ¡°son 16 por cada ser humano vivo actual¡±. El escritor se ensimisma, lo que no es dif¨ªcil cuando estas casi pisando la tumba de, por ejemplo, Herr Hans Schneider (1883-1966). ¡°En la novela, Gabi es un personaje fantasma que cruza la historia, una especie de Rebeca que vertebra la trama aunque desde el principio est¨¦ muerto¡±. Para quitar solemnidad le pregunto por la cr¨ªtica que hace en passant a los intelectuales metidos a comentaristas deportivos. ¡°Lo puedes ver como una maldad m¨ªa, una pulla, o no. Los escritores colamos cosas as¨ª¡±. ?Y lo de la pol¨ªtica en alza a la que le levantan un esc¨¢ndalo familiar?, qu¨¦ coincidencia, ?eh? ¡°Es casualidad, claro, casos as¨ª hay siempre. En lo que ata?e a Eva, no es responsabilidad suya, pero de nuevo pongo ah¨ª un eje de reflexi¨®n sobre la herencia y c¨®mo esas cosas ponen en cuesti¨®n el libre albedr¨ªo. Hay decisiones de nuestros antepasados que condicionan nuestra identidad y de las que no podemos librarnos. Creo mucho en el destino, entendido de esa manera¡±.
Del Molino afirma que se proyecta en todos los personajes, aunque al intelectual Fede ¡°le he dado parte de mis dudas sobre mi vida y mi condici¨®n¡±. Considera que los intelectuales parecen estar en la actualidad por encima del bien y del mal y en actitud de retiro o repliegue, al margen de lo que ocurre en el mundo. ¡°El intelectual hoy huye, pero eso no te salva, cuando la realidad empieza a hervir, te afecta igual¡±. Hay junto a los protagonistas una gran galer¨ªa de secundarios, la madre, la cuidadora rumana, el alcalde, el asesor Asteri¡ ¡±Me interesan mucho los secundarios, si haces la historia completa de cada uno te sale Guerra y paz¡±.
De Zaragoza como escenario dice: ¡°Es una ciudad muy arquet¨ªpica de lo anodino, no hay nada muy extremo y tiene poco car¨¢cter. Una de esas muchas ciudades europeas medias que se descuelgan de la posmodernidad y no se han sabido reinventar. Zaragoza ha sido mucho tiempo el sitio donde hiciste la mili, no tiene turismo, siendo una ciudad bimilenaria. No se vea esto como una cr¨ªtica sino un elogio, es un sitio muy agradable y c¨®modo para vivir, pero poco apasionante¡±. Nadie lo dir¨ªa tras leer la novela. ¡°Bajo las p¨¢tinas aburridas habitan a menudo historias apasionantes, no saltan a la vista y hay que esforzarse para verlas, pero ah¨ª est¨¢n¡±.
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