85 libros con Auschwitz en el t¨ªtulo: la industria editorial aprovecha el Holocausto como gancho comercial
Las novelas con el nombre del campo de exterminio nazi se multiplican pese a las acusaciones de trivializar el Holocausto
En los ¨²ltimos a?os han llegado a las librer¨ªas espa?olas y de medio mundo los siguientes libros: La bibliotecaria de Auschwitz (del espa?ol Antonio Iturbe, escrita con respeto e informaci¨®n y, sobre todo, publicada en 2012, antes de que se convirtiese en una moda comercial); El fot¨®grafo de Auschwitz, que acaba de salir en Espa?a; El m¨¦dico de Auschwitz; El maestro de Auschwitz; Las modistas de Auschwitz; La canci¨®n de Auschwitz; Canci¨®n de cuna de Auschwitz; El farmac¨¦utico de Auschwitz; Las gemelas de Auschwitz; El mago de Auschwitz (hay dos con el mismo t¨ªtulo, de diferentes autores); El tatuador de Auschwitz (un gran ¨¦xito internacional); El viol¨ªn de Auschwitz; La hija de Auschwitz; En Auschwitz no hab¨ªa Prozac (s¨ª, hay un libro que se titula as¨ª); El chico que sigui¨® a su padre hasta Auschwitz; El superviviente de Auschwitz; KO Auschwitz; La chica que jugaba al ajedrez en Auschwitz; Yo, Dita Kraus. La bibliotecaria de Auschwitz; El voluntario de Auschwitz; La chica que escap¨® de Auschwitz y La bailarina de Auschwitz. Entre 2010 y 2024 en el ISBN aparecen 85 t¨ªtulos disponibles con Auschwitz en el t¨ªtulo: esta enumeraci¨®n es una selecci¨®n que no incluye los ensayos cient¨ªficos rigurosos, como los de Laurence Rees o Sybille Steinbacher, ni cl¨¢sicos de supervivientes del campo, como La trilog¨ªa de Auschwitz, de Primo Levi.
La inmensa mayor¨ªa est¨¢n inspirados por historias reales que ocurrieron en el campo de concentraci¨®n y exterminio alem¨¢n, en el que los nazis asesinaron a m¨¢s de un mill¨®n de personas, principalmente jud¨ªos, noveladas con, digamos, cierta libertad con respecto a los hechos. No se trata de una parodia. Todos los t¨ªtulos existen. Luego est¨¢n las novelas, como El ni?o del pijama de rayas, en las que no aparece el nombre del campo en el t¨ªtulo, aunque transcurren en ese escenario y que se han convertido en ¨¦xitos internacionales.
La forma en la que se puede representar la Shoah y el horror nazi ¡ªy si la ficci¨®n es una forma leg¨ªtima de hacerlo¡ª ha resultado problem¨¢tica desde el final de la II Guerra Mundial; pero esta avalancha se produce en un momento importante y definitivo: desgraciadamente, cada vez quedan menos supervivientes que puedan contar lo que pas¨® y, con ellos, desaparece la memoria viva de una tragedia ¨²nica. Por otro lado, pr¨¢cticamente no queda ning¨²n perpetrador vivo. Las narraciones en primera persona del horror dejar¨¢n paso en breve a una ¨¦poca sin testigos, en la que tendr¨¢n toda la responsabilidad del relato los que no lo vivieron ¡ªque tampoco podr¨¢n hablar con los que pasaron por los campos y los guetos¡ª. Lo que est¨¢ ocurriendo en las librer¨ªas no parece muy halag¨¹e?o.
Wanda Witek-Malicka, del Centro de Investigaci¨®n del Museo de Auschwitz, se muestra rotunda: ¡°Sin duda, y desgraciadamente, Auschwitz y el Holocausto como s¨ªmbolos se han convertido en mercanc¨ªas a la venta¡±. ¡°Los libros con alambre de espino y trajes de rayas de presos en la portada se venden en tiendas de descuento, gasolineras y supermercados, y en las redes sociales se retratan en fotograf¨ªas de colores pastel como lecturas perfectas para las vacaciones. Las novelas populares sobre Auschwitz, esencialmente ficciones sobre el Holocausto, no ense?an nada nuevo; simplemente reciclan el mismo conjunto de estereotipos y s¨ªmbolos. La comercializaci¨®n de Auschwitz y la popularizaci¨®n de una narraci¨®n trivializada, extremadamente simplificada y rom¨¢ntica del Holocausto (destinada a la venta, una versi¨®n f¨¢cilmente digerible de la historia), crean una realidad educativa totalmente nueva a la que deben enfrentarse los profesionales que trabajan en los lugares de memoria¡±, sostiene esta experta que investiga en el Museo de Auschwitz, situado actualmente en Polonia ¡ªse encontraba en territorio ocupado por los nazis cuando el campo fue construido como el mayor centro de asesinato masivo del Tercer Reich¡ª y patrimonio de la humanidad de la Unesco.
En el pasado, el Memorial de Auschwitz ya se hab¨ªa pronunciado sobre los errores hist¨®ricos de alguna de esas novelas, convertidas en best-seller internacionales y que, por lo tanto, podr¨ªan reemplazar los hechos aut¨¦nticos en la memoria colectiva. Su objetivo era dejar muy claro que quien leyese esos libros no estaba recibiendo informaci¨®n fidedigna sobre el Holocausto. Sobre El tatuador de Auschwitz, el Memorial difundi¨® el siguiente mensaje en la red social Twitter en 2018 (en la que tiene actualmente un mill¨®n y medio de seguidores): ¡°Debido a la cantidad de errores factuales, El tatuador de Auschwitz no puede recomendarse como una obra de valor para quienes deseen comprender la historia del campo. El libro es una impresi¨®n sobre Auschwitz inspirada en hechos aut¨¦nticos, casi sin valor documental¡±.
Due to the number of factual errors "The Tattooist of Auschwitz" cannot be recommended as a valuable position for those who wish to understand the history of the camp. The book is an impression about Auschwitz inspired by authentic events, almost without any value as a document. https://t.co/76j88CJyDF
— Auschwitz Memorial (@AuschwitzMuseum) November 20, 2018
La pol¨¦mica que ha estallado en las ¨²ltimas semanas por la novela El barrac¨®n de las mujeres (Espasa), de Fermina Ca?averas, que ha provocado protestas de familiares de supervivientes del campo de Ravensbr¨¹ck que acusan a la autora de manipular la realidad para construir un ¨¦xito editorial a trav¨¦s del morbo, refleja un problema que nunca se ha cerrado: c¨®mo contar el Holocausto y cu¨¢les son las licencias que un narrador se puede tomar con la realidad al enfrentarse al nazismo. El libro de Ca?averas tuvo una edici¨®n anterior hace dos a?os en una editorial m¨¢s peque?a, Molinos y Gigantes, con un t¨ªtulo muy expl¨ªcito, Putas de campo.
Su obra trata de la esclavitud sexual a la que fueron sometidas cientos de internas en el ¨²nico campo de concentraci¨®n nazi para mujeres, que fueron trasladadas a otros campos para prostituirse. Se podr¨ªa argumentar que el ¨¦xito alcanzado por este libro ayuda a difundir un aspecto poco conocido del terror bajo el yugo nazi; pero tambi¨¦n ¡ªcomo sostienen las familias de las supervivientes¡ª que es puro morbo y que se utiliza el sufrimiento para vender libros invent¨¢ndose historias alejadas de la realidad. Cuando se estren¨® la serie Holocausto en 1978 se produjo una pol¨¦mica no muy diferente: fue acusada de trivializar y convertir la Shoah en un culebr¨®n.
¡°Falsa, ofensiva y barata. Es un insulto para los que sobrevivieron. Lo que aparece en la pantalla no tiene nada que ver con lo que ocurri¨®¡±, escribi¨® cuando se estren¨® Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz, superviviente de Auschwitz y autor de obras fundamentales sobre el exterminio como La noche. El cineasta franc¨¦s Claude Lanzmann, que estaba entonces trabajando en Shoah, el documental de 10 horas considerado el m¨¢s importante filme sobre el Holocausto, se mostr¨® todav¨ªa m¨¢s rotundo: ¡°Esto es ficci¨®n. Es decir una mentira fundamental, un crimen moral, un asesinato de la memoria¡±. Sin embargo, el impacto de la serie fue enorme y result¨® fundamental para la difusi¨®n del genocidio jud¨ªo en Alemania. Contribuy¨® a sacar del olvido un crimen que hab¨ªa sido relativamente enterrado. La revista Variety recogi¨® entonces una encuesta que aseguraba que el 70% de los j¨®venes alemanes de 14 a 19 a?os dijeron que hab¨ªan aprendido m¨¢s sobre el Holocausto en la serie que en el colegio.
Hace cerca de 30 a?os, en noviembre de 1993, se estren¨® La lista de Schindler, la pel¨ªcula de Steven Spielberg que adapta el libro del australiano Thomas Kennelly, tal vez el filme sobre el exterminio que ha logrado un mayor impacto global. El debate, de nuevo, resurgi¨®. Algunos cr¨ªticos pusieron objeciones a la escena del suspense en las duchas (durante unos minutos los espectadores no saben si va a salir gas o agua) o reprocharon la elecci¨®n de narrar la historia de un alem¨¢n bueno en medio de una atrocidad que cont¨® con la colaboraci¨®n de todos los estamentos de la sociedad germana. Pero la fuerza visual se impuso de una forma rotunda.
Aun as¨ª, numerosas voces, entre ellas de nuevo la de Lanzmann, se alzaron contra la pel¨ªcula. ¡°Al ver La lista de Schindler, volv¨ª a sentir lo mismo que con Holocausto. Transgredir o trivializar es lo mismo: un culebr¨®n o una pel¨ªcula de Hollywood transgreden porque trivializan, aboliendo el car¨¢cter ¨²nico del Holocausto¡±, escribi¨® el cineasta en Le Monde en un art¨ªculo en el que reconoc¨ªa, sin embargo, los m¨¦ritos art¨ªsticos del filme y de su director. Sin embargo, a?os despu¨¦s, Lanzmann se pronunci¨® a favor de El hijo de Sa¨²l, del h¨²ngaro L¨¢szl¨® Nemes, que vio en Cannes en 2015: ¡°Ha inventado algo y ha sido lo bastante h¨¢bil para no tratar de representar el Holocausto, porque sab¨ªa que ni pod¨ªa ni deb¨ªa¡±. La vida es bella, de Roberto Begnini, provoc¨® en 1997 a la vez encendidos elogios y grandes cr¨ªticas por convertir el Holocausto en una especie de f¨¢bula; aunque fue un ¨¦xito de p¨²blico y se hizo con el Oscar.
Pero el fen¨®meno al que muchos autores y editoriales se han lanzado en los ¨²ltimos a?os, con Auschwitz convertido en una marca comercial, no tiene parang¨®n. Como se?al¨® recientemente el documentalista Ismael Alonso en Twitter, tras juntar en una misma imagen una parte de las portadas, ¡°en serio, autores/as y editoriales, ten¨¦is que parar esto...¡±.
En serio, autores/as y editoriales, ten¨¦is que parar esto... pic.twitter.com/XBoSg3w9z6
— Ismael Alonso (@soyignatius) March 7, 2024
Pero no todas las ficciones sobre Auschwitz son iguales ni todas responden al impulso mercantil. Otros ejemplos recientes son La zona de inter¨¦s, el filme de Jonathan Glazer en el que solo se escucha el sonido del campo, lo que hace m¨¢s aterrador este relato sobre la banalidad del mal, que logr¨® el Oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa, o La pasajera, la ¨®pera de Mieczyslaw Weinberg ¡ªsuperviviente del nazismo y del estalinismo¡ª, de la que el Teatro Real de Madrid ha ofrecido recientemente un montaje sutil y brutal a la vez. Son relatos de ficci¨®n que someten al espectador a una tensi¨®n enorme, que le obligan a reflexionar sobre los abismos del mal y a mirarse en un espejo repulsivo, les sit¨²an en un lugar donde se diluyen las fronteras de la humanidad.
La profunda incomodidad que provocan la obra de Ca?averas y todo el atrac¨®n de ficciones que llevan Auschwitz en el t¨ªtulo ¡ªde diferente valor art¨ªstico y documental¡ª no est¨¢ solo relacionada con su lejan¨ªa de la realidad; sino con lo que apuntaba Lanzmann: el peligro de que una tragedia ¨²nica se trivialice. Elie Wiesel se pas¨® la vida luchando para que el Holocausto no se olvidase ¡ª¡±El olvido ser¨ªa una injusticia absoluta como Auschwitz fue el crimen absoluto¡±, declar¨® en el proceso contra Klaus Barbie, el carnicero de Lyon¡ª no solo por las v¨ªctimas, sino por sus lecciones para el presente: intentar comprender el nazismo significa, tambi¨¦n, entender los mecanismos del mal en una sociedad.
En una entrevista con este diario en 1992, Wiesel se mostr¨® muy preocupado por la guerra de Bosnia-Herzegovina, en la que los serbios cometieron un genocidio contra los bosnios. Acababa de visitar Sarejevo durante su asedio. ¡°No tenemos derecho a comparar; pero tampoco tenemos derecho a callarnos¡±, se?al¨®. El camino entre la difusi¨®n y la trivializaci¨®n es muy estrecho; pero ahora mismo el problema no est¨¢ en si Auschwitz ha sido olvidado ¡ªcomo ocurri¨® en Alemania hasta los a?os sesenta¡ª, sino en si el horror nazi puede convertirse en una mercanc¨ªa vulgar, sin valor para el presente m¨¢s all¨¢ del comercial.
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