Feria de Abril, muri¨® la sapiencia, ?viva la fiesta de los toros!
Daniel Luque y Juan Ortega, reconocidos como los triunfadores del ciclo sevillano, y Manuel Escribano, premio ¡°a la mejor lecci¨®n taurina¡± y ¡°al detalle para el recuerdo¡±
Siete tardes de ¡®no hay billetes¡¯ de un ciclo de 15 festejos en la Feria de Abril a los precios que est¨¢n los toros en Sevilla ¡ª40 euros el tendido de sol, 93 el de sol y sombra, y 108 el de sombra¡ª es se?al inequ¨ªvoca de que la tauromaquia sigue vida y coleando a pesar de sus muchos y graves problemas internos y tantas oleadas de antitaurinismo activo. Esta y no otra es la feliz noticia: que la fiesta de los toros goza de buena salud de cara a la galer¨ªa, y concita la atenci¨®n de muchos miles de espectadores.
Los que han asistido a los festejos de la Feria de Abril de Sevilla se lo han pasado pipa: 32 orejas han paseado los toreros de a pie ¡ªm¨¢s las dos del rejoneador Diego Ventura¡ª, un r¨¦cord en los ¨²ltimos 20 a?os. Se han celebrado 84 faenas, se han cortado orejas en 26, la Puerta del Pr¨ªncipe se ha abierto en tres ocasiones (Perera, Luque y Roca Rey), y a los dos toros (uno de El Parralejo y otro de La Quinta) se les ha dado la vuelta al ruedo.
Un exitazo, que supera todos los datos desde 2004. En esa feria, por ejemplo, solo se cortaron 11 orejas en 96 faenas; en 2014, la feria m¨¢s pobre, solo 5, pero la media ha estado entre los 13 y 14 trofeos por feria, y es a partir de 2016 cuando aumenta el n¨²mero de triunfos: 21, 15, 18, 16, 26 y 28, respectivamente desde ese a?o hasta 2023, exceptuando los dos de la pandemia.
Los primeros jurados, el de la Real Maestranza y Puerta del Pr¨ªncipe, han coincidido en reconocer a Daniel Luque como triunfador del ciclo, y a Juan Ortega como autor de la mejor faena; junto a ellos figuran Emilio de Justo, mejor estocada; mejor toreo de capa, Pablo Aguado; mejor rejoneador, Diego Ventura; mejor subalterno a pie, Curro Javier; mejor subalterno en banderillas, Iv¨¢n Garc¨ªa; mejor picador, Juan Francisco Pe?a; mejor corrida, Santiago Domecq, y mejor toro, Tabarro, de este mismo hierro.
El jurado de Puerta del Pr¨ªncipe acord¨® una menci¨®n especial a Manuel Escribano por la gesta que protagoniz¨® el 13 de abril ante los toros de Victorino Mart¨ªn. Asimismo, tambi¨¦n se le ha concedido el premio taurino ¡°al detalle para el recuerdo¡±, y el premio ¡°a la mejor lecci¨®n taurina¡± del colectivo juvenil Aula Taurina.
Todos contentos; el empresario porque, con toda seguridad, habr¨¢ alcanzado un leg¨ªtimo beneficio; los toreros, confiados todos ellos en que las orejas tendr¨¢n una alta rentabilidad; y el p¨²blico, que ha justificado con creces el buen dinero que ha debido pagar en la taquilla.
Pero, claro, el ¨¦xito tambi¨¦n tiene su precio. Bueno, bonito y barato no es lo habitual. La Feria de Abril ha ganado en n¨²mero de espectadores y en tardes divertidas, pero ha pagado el peaje de una tauromaquia menos ¨ªntegra, menos profunda, m¨¢s triunfalista, m¨¢s bullanguera¡
Es el signo de los tiempos. No solo la tauromaquia pierde hoy parte de su esencia en beneficio de la caricatura y de la diversi¨®n que impone lo pol¨ªticamente correcto en una sociedad superficial ajena las exigencias de lo que debe ser la fiesta de los toros.
¡°En Sevilla (siete tardes de ¡®no hay billetes¡¯) ya no hay afici¨®n; se han perdido la sabidur¨ªa, el toro, la suerte de varas y la autoridad presidencial¡±
En Sevilla ya no hay afici¨®n. Enti¨¦ndase: hay mucha gente, sevillana y for¨¢nea, a la que le gusta ir a los toros, pero esa sabidur¨ªa que defin¨ªa a varios sectores de La Maestranza, hacia donde el palco presidencial dirig¨ªa su mirada a lo hora de mostrar pa?uelos blancos, esa se ha perdido para siempre. Se ha perdido el toro de Sevilla, y lo que ha visto este a?o, en l¨ªneas generales, han sido encierros anovillados que no han despertado m¨¢s all¨¢ de alguna protesta aislada y r¨¢pidamente silenciada por la mayor¨ªa.
Se ha perdido (hace tiempo que desapareci¨®) la suerte de varas, y muchos aplauden sin rubor cuando el picador no cumple con su funci¨®n; los mismos que exigen la devoluci¨®n de un toro manso. Y se ha perdido la autoridad presidencial. Hace unos a?os, los mismos que hoy presiden, se esforzaban en mantener el prestigio de una plaza que presume de ser madre y maestra de la tauromaquia. Hoy, han tirado la toalla, y se han plegado a los deseos de los pol¨ªticos (diversi¨®n ante todo, no al conflicto) y de la mayor¨ªa bulliciosa.
Al menos, queda la fiesta; caricaturizada, menos ¨ªntegra, menos pura (menos toros con trap¨ªo, menos toreros artistas y heroicos, menos aficionados y menos autoridad de quienes la ostentan), pero viva. Los tiempos cambian que es una barbaridad; y si alguien tiene alguna duda, que dirija su mirada a las plazas de toros. Lo que est¨¢ sucediendo con la fiesta de los toros en Sevilla no lo reconoce ni el que el que la fund¨®.
La sapiencia ha muerto. ?Viva la fiesta de los toros!
Babelia
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