El inabarcable legado de Hitler como saqueador de obras de arte
El arte robado por el r¨¦gimen nazi en la Europa ocupada protagoniza tres ambiciosas exposiciones simult¨¢neas en Austria
Todo es arrebatador en Salzkammergut. En esta regi¨®n alpina donde florecen pueblos adorables como Hallstatt, bosques primarios, lagos y el glaciar Dachstein, los nazis escondieron un tesoro de casi 10.000 obras de arte bajo tierra. Un total de 1.428 piezas proced¨ªan de los museos nacionales m¨¢s importantes de Austria, como el Belvedere, el Albertina y el Museo de Historia del Arte de Viena, pero la mayor parte eran obras saqueadas en la Europa ocupada por el Tercer Reich con las que Hitler proyectaba el megal¨®mano Museo del F¨¹hrer en Linz.
La ocurrencia fue fruto de la necesidad. Hab¨ªa que salvar el arte de los bombardeos aliados y eligieron el ¨²ltimo basti¨®n de la resistencia nazi en los Alpes. Cargaron tractocamiones de artiller¨ªa con obras de Vermeer, Rembrandt, Tintoretto, Pieter Brueghel el Viejo; con esculturas como La Madonna de Brujas, esculpida en m¨¢rmol por Miguel ?ngel, que sali¨® de B¨¦lgica envuelta en colchones; con La adoraci¨®n del Cordero M¨ªstico, un pol¨ªptico medieval de Jan van Eyck saqueado de la catedral de Gante, y las transportaron durante las nieves del invierno de 1943 a las catacumbas de la mina de sal de Altaussee. Al a?o siguiente trasladaron las obras maestras de los museos vieneses a la mina de sal de Lauffen. La estrategia de Hitler hab¨ªa funcionado y el jefe de Patrimonio en Viena copi¨® la idea. Ahora el museo de arte Lentos de Linz ha logrado reunir m¨¢s de 80 de esas obras, incluidas piezas de Goya, Tiziano y Liebermann y de artistas degenerados como Munch y Corinth, para exponerlas en la muestra El viaje de las pinturas.
El lugar exacto donde las escondieron en la mina de Altaussee, a 140 kil¨®metros de Linz, a¨²n se puede visitar. El escenario no ha cambiado nada. George Clooney rescat¨® el suceso en Monuments Men, una voluntariosa pel¨ªcula de entretenimiento de 70 millones de euros de presupuesto que se apropia de los hechos reales para que la Historia funcione como en un episodio del Equipo A. El afiche del filme cuelga parad¨®jicamente de una pared del Lentos. El verdadero desenlace tal vez es demasiado retorcido para que resulte cre¨ªble en el cine: el l¨ªder nazi de la regi¨®n, el gauleiter y obergruppenf¨¹hrer de las SS August Eigruber, orden¨® instalar ocho cajas de madera selladas con el membrete ¡°Precauci¨®n / M¨¢rmol¡± junto a los vermeer y compa?¨ªa. En su interior albergaban media tonelada de explosivos cada una. Estaban bien camufladas. Junto a las 6.500 pinturas, 130 esculturas, 120 tapices y 480 dibujos, hab¨ªa otras 1.700 cajas de madera con libros de anticuario. Su intenci¨®n era explosionarlas dentro de la mina si las cosas se pon¨ªan feas, que se pusieron.
Los mineros se alarmaron. No es un yacimiento cualquiera. Fue la principal fuente de riqueza de los Habsburgo y hoy permanece activa como la mina de sal m¨¢s importante de Austria, de sus entra?as se extraen 50 toneladas de sal cada hora. Tras el Anschluss, el monopolio de esta producci¨®n fue controlado desde Berl¨ªn. Los trabajadores intuyeron que junto con las obras de arte peligraba el gran fil¨®n econ¨®mico de la regi¨®n y, desesperados, se aferraron a un clavo ardiendo nazi: Ernst Kaltenbrunner, el jefe de la Gestapo, que se escond¨ªa con su amante en una villa cercana. Kaltenbrunner intervino en su ayuda y la noche del 4 de mayo de 1945 los mineros sacaron las bombas y las ocultaron en el bosque hasta la llegada del Ej¨¦rcito estadounidense el 8 de mayo. Eigruber fue ahorcado por su responsabilidad en los cr¨ªmenes cometidos en Mauthausen y sus campos sat¨¦lite. Kaltenbrunner, tambi¨¦n.
La muestra en el Lentos forma parte de una ambiciosa trilog¨ªa expositiva ligada a la capitalidad europea de la cultura de Bad Ischl en 2024. La segunda exposici¨®n se presenta en Bad Aussee y est¨¢ consagrada al marchante de arte Wolfgang Gurlitt (1888-1965), un especulador sin escr¨²pulos durante el nazismo. Un personaje gris, de claroscuros, apuntan con paternalismo en la muestra. Comerci¨®, trafic¨® e hizo negocios con los nazis al mismo tiempo que usaba como testaferro ¡ªy le salvaba la vida¡ª a su socia y concubina jud¨ªa Lilly Agoston. El m¨¦todo osado que encontr¨® para librar a Agoston de la c¨¢mara de gas fue un matrimonio de conveniencia con un joven de Dinamarca, lo que les permiti¨® a ambos disponer de un pasaporte dan¨¦s para comerciar con arte degenerado a cambio de divisa extranjera fresca para el Reich. Siempre acosado por los acreedores y por un tren de vida hedonista, su casa la compraron su mujer y su exmujer con su propio dinero (viv¨ªa con las tres, para desconcierto de las visitas de la alta sociedad). A sus hijas nunca las permiti¨® trabajar porque, dec¨ªa, ¡°un Gurlitt no trabaja¡±. Fue el representante de Picasso, Liebermann, Schiele, Klimt o Kokoschka. Con este ¨²ltimo, artista perseguido por los nazis que escap¨® por los pelos del campo de exterminio, le un¨ªa una estrecha amistad. Gurlitt fue el primero en exponer de nuevo su obra en Austria en 1949, bien arropado por piezas de Klimt, Schiele y Kubin.
A esas alturas Gurlitt era el propietario de un n¨²mero infame de obras que hab¨ªan pertenecido a coleccionistas jud¨ªos y que llegaron de forma indescifrable a sus manos durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando su residencia y galer¨ªa de arte en Berl¨ªn fueron destruidas en un bombardeo aliado en noviembre de 1943, uno de los motivos por los que se mud¨® del gran Berl¨ªn a la provinciana Bad Aussee, donde hoy protagoniza esta exposici¨®n en el Kammerhofmuseum, fue sacar tajada de la arianizaci¨®n de las mansiones jud¨ªas. Su colecci¨®n es el origen del Lentos, museo capital de Linz, que cambi¨® de nombre en 2003. El original era Nueva Galer¨ªa de la Ciudad de Linz - Museo Wolfgang Gurlitt. Por ahora, 12 pinturas de la colecci¨®n de Gurlitt que fueron adquiridas por la ciudad de Linz han sido restituidas a sus leg¨ªtimos herederos. Entre ellas, el valioso retrato de Ria Munk de Klimt, que hasta 2009 se expuso en el museo.
¡°Un dandi que trabaj¨® para llenar el Museo del F¨¹hrer de obras de arte¡±, dice Michael John, experto en arte expoliado durante el Tercer Reich y que fue consultado en el proceso de la familia Munk. John dirige la reapertura del museo de la ciudad de Bad Ischl, anunciada para julio, una de las acciones estrella de la ciudad como Capital Europea de la Cultura. El museo lucir¨¢ un nombre y una fachada de est¨¦tica Biedermeier que recuerdan a los escenarios del cineasta Wes Anderson: Hotel Austria.
Se ha elegido Lauffen, a las afueras de Bad Ischl, para acoger la ¨²ltima exposici¨®n porque aqu¨ª se encontraba la segunda mina de sal empleada como b¨²nker de arte. ¡°Pero adem¨¢s del robo de arte de Hitler, otro aspecto importante es el saqueo de obras de arte que est¨¢ en pleno apogeo incluso hoy. Esta es una tarea a la que Europa debe enfrentarse urgentemente¡±, dice Elisabeth Schweeger, directora art¨ªstica de la capitalidad cultural de Bad Ischl. Con este enfoque se inaugura La vida de las cosas. Saqueadas - Desplazadas - Rescatadas, que aborda el robo de arte de planificaci¨®n estatal y las expropiaciones (¡°arianizaciones¡±) bajo el Reich alem¨¢n, y examina, guiada por el trabajo de 14 artistas contempor¨¢neos, la explotaci¨®n colonial en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, la rapi?a en Irak o la destrucci¨®n cultural en el L¨ªbano.
Las tres exposiciones dedicadas al arte expoliado nazi y el Hotel Austria se podr¨¢n visitar durante todo el verano. Coincidir¨¢n en la agenda de Salzkammergut con propuestas tradicionales como la olimpiada de penachos de pelos de gamuza de Bad Goisern.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.