Alana S. Portero: ¡°Aprend¨ª a redactar leyendo revistas del coraz¨®n¡±
La escritora y activista trans triunfa con su primera novela, ¡®La mala costumbre¡¯ mientras escribe la segunda y colabora en el guion de la readaptaci¨®n de ¡®Mi querida se?orita¡¯ por Los Javis. Pero no se cree su ¨¦xito: ¡°Agradezco los elogios, pero mi autoestima es irrecuperable¡±.
La entrevistada propone quedar en el centro comercial Las Rosas, un templo del consumo y las franquicias construido donde antes hab¨ªa un poblado chabolista, y relativamente cerca del pisito del madrile?o barrio de San Blas donde creci¨® la ni?a trans protagonista de su novela La mala costumbre, y donde la mujer madura que es hoy Alana S. Portero trabaja y cuida de sus padres. Cuando llego, ella ya est¨¢ esperando con un caf¨¦ con leche con mucho hielo, lo mismo que pensaba pedir una misma y, una vez hechas las presentaciones, empieza a contar con un tono de voz dulc¨ªsimo los vericuetos de una vida a la vez tierna y dura, inocente y salvaje. La suya. Lo hace descarnada y delicadamente, sin entrar en detalles cursis ni lacrim¨®genos ni s¨®rdidos ni escabrosos. No hace falta. Se le ve todo en los ojos.
Lo ha petado con su primera novela. ?Con cu¨¢nta ambici¨®n la escribi¨®?
Cero. Hab¨ªa perdido mi capacidad para la ambici¨®n. Daba mi vida profesional por muerta.
?A los 44? ?Por qu¨¦?
Porque, hasta ahora, solo he conocido el fracaso. Todo lo que he hecho me ha salido mal, entendiendo por mal que no hab¨ªa obtenido r¨¦dito suficiente para poder tener una forma de vida. Mis ambiciones hab¨ªan muerto.
?Qu¨¦ le hab¨ªa salido mal?
Todos mis proyectos profesionales y muchas de mis relaciones personales. Toda mi vida he sido una persona mediocre, en el fondo lo sigo siendo. Soy una enamorada del arte, de mi vocaci¨®n teatral, soy una actriz frustrada, he intentado muchas cosas muy fuertemente y no he conseguido nada. No he obtenido ning¨²n reconocimiento p¨²blico y muy poco privado.
?Mediocre una escritora traducida a 15 idiomas?
Evidentemente, algo tendr¨¢ el agua cuando la bendicen. No creo que el ¨¦xito de La mala costumbre sea solo suerte, y la defiendo como una buena novela. Pero antes que escritora soy lectora, y mi peor editora. Dej¨¦ a medias una novela anterior porque entend¨ª que necesitaba madurar como escritora. A m¨ª me cuesta mucho trabajo todo en la vida.
?Desde siempre?
S¨ª. En lo ¨²nico que he podido destacar es en tener cierto carisma. Las personas me escuchan cuando hablo, creo que dejo cierto poso y fui muy buena estudiante. Tampoco hac¨ªa otra cosa. No ten¨ªa otra vida que no fuera estudiar, pensar, crear y fantasear. Mis fantas¨ªas y mi vida real ten¨ªan el mismo peso. Mi vida real era una inercia y la ¨²nica forma de conectar con mi emoci¨®n, con mi verdad, era irme al otro lado: al arte, a las lecturas, a la ficci¨®n. He vivido toda la vida disociada.
?No ten¨ªa amigos?
Muy pocos. No tuve una de verdad hasta los 17 a?os. A¨²n es mi mejor amiga.
?Y sus padres y su hermano?
Mis padres eran los guardianes de esa puerta m¨ªa a la fantas¨ªa. Me permit¨ªan el espacio, nunca me forzaron a salir si no quer¨ªa. Quiz¨¢ no entend¨ªan muy bien, pero sab¨ªan que algo me suced¨ªa, algo que no ten¨ªa nombre, pero me respetaban y me proteg¨ªan. Y lo hicieron por amor. He sido una ni?a superquerida.
?Qui¨¦n le puso nombre a lo que le suced¨ªa?
Yo. Escogiendo las palabras, porque ni ellos ni yo est¨¢bamos preparados, pero logramos comunicarnos y entendernos. Luego necesit¨¦ una etapa de desconexi¨®n. Creo que es fundamental abandonar los lugares de tu vida donde has sufrido para poder volver feliz a ellos. De los 20 a los 30, me perd¨ª a mis padres, fui injusta con ellos, pero la vuelta ha sido apote¨®sica.
Se fue de casa y se tir¨® a la piscina a vivir como una mujer trans, ?hab¨ªa agua?
No, no hab¨ªa ninguna. Vivir mi vida tal y como yo la entend¨ªa, y ser quien yo era me ha costado perder a much¨ªsimas personas. Todo el tiempo. Mi vida ha sido una sucesi¨®n de p¨¦rdidas, a veces por negligencia m¨ªa; otras, de los dem¨¢s. Ser quien soy y llevar mi vida al terreno de lo real me ha costado mucha soledad.
?Por rechazo? ?A estas alturas?
S¨ª. No puedes obligar a nadie a que est¨¦ a tu lado incondicionalmente. En su momento, me ha enfadado mucho, pero ahora supongo que lo entiendo, de alguna manera. ?Y si no comprenden c¨®mo es tu vida? Si las personas se quedan, y lo ¨²nico que hacen es aumentar la fricci¨®n que t¨² ya tienes con la vida, es peor para todo el mundo. Ahora solo aspiro a que me dejen un poco en paz.
?Hasta d¨®nde est¨¢ de que los periodistas le preguntemos por su transexualidad?
A ver, lo entiendo. Pero me da mucha rabia ser reducida a eso. Preferir¨ªa hablar de otras cosas, sobre todo porque he hablado mucho ya. Y, cuando esa insistencia es mal intencionada, te lleva a decir cosas de las que luego te arrepientes. Cuando te ves obligada a defender tu posici¨®n natural en la vida, que adem¨¢s no puedes cambiar, y buscas c¨®mo hacerlo, y no se entiende, y lo intentas desde la amabilidad, desde el enfado, desde la rabia, y no funciona, hay momentos en que pierdes los papeles. He sido injusta con personas a las que he respondido harta, cansada y herida.
Estamos en v¨ªsperas del Orgullo LGTBI. ?Hay que seguir luchando por la T de transexualidad?
Claro, pero no solo por la T. Por todas las letras, por el activismo feminista en general, es important¨ªsimo, pero yo no s¨¦ si puedo aportar m¨¢s, Ahora soy una mala activista, puedo servir m¨¢s como andamio que como bandera. Estoy cansada, harta y cabreada, dolida. Con la imposibilidad de tener una vida normal. Con que todo est¨¦ condicionado. Estoy satisfecha de haberlo intentado, pero creo que he fracasado.
?Influye su dolor por el suicidio de Roberta Marrero, la artista que ilustra la portada de La mala costumbre?
Claro. Me hizo muy feliz tener su ilustraci¨®n en mi libro, es un regalo muy hermoso. Al irse, Roberta me ha dejado uno de esos vac¨ªos que sabes que no vas a llenar. Me duele como ese miembro que te falta. Para m¨ª cumpl¨ªa, adem¨¢s, el papel de referente personal. La mujer m¨¢s fuerte, intensa, salvaje, despreocupada, fuerte, y divertida que he conocido en mi vida se ha ido y ahora estoy en un lugar extra?o.
Estamos en San Blas, su barrio de ni?a. ?Cu¨¢nto ha cambiado desde entonces?
En mi ni?ez, cuando caminaba de aqu¨ª al centro de Madrid en busca de libertad, hab¨ªa hasta una frontera real, ten¨ªa que atravesar los descampados que separaban mi barrio obrero, de casas bajas, ventanas peque?as y calles ruidosas, donde siempre hab¨ªa una radial sonando, de los barrios elegantes, con calles limpias y cafeter¨ªas finas donde la gente habla m¨¢s bajo y tiene menos prisa. Ahora no hay descampados, pero sigue habiendo un foso de desigualdad entre unos y otros.
Habla mucho en el libro del cansancio de sus padres trabajadores. ?Tanto lo recuerda?
Claro. Es muy dif¨ªcil que unos padres de clase trabajadora entiendan los retos de tener un hijo LGTBI en casa. No es que no puedan, es que no tienen energ¨ªa para tener una conversaci¨®n. No hay tiempo para pensar tranquilos, para hablar con pausa, para asimilar la vida. Mis padres no han hecho otra cosa que matarse a trabajar, y no pod¨ªan sentarse a charlar al caer el d¨ªa: no se ten¨ªan en pie.
?Qu¨¦ es ser trans?
[Silencio] Es una condici¨®n impuesta por un mundo que no sabe qui¨¦n eres y no te pregunta. Yo no estoy transicionando, sino detransicionando. A m¨ª me asignaron la masculinidad al nacer, pero yo siempre he sido quien soy y yo lo que estoy haciendo es volver a mi lugar. Ser trans, si quieres, es una rebeli¨®n contra los que te imponen. Pero yo no lo vivo as¨ª. Siempre he tenido muy claro qui¨¦n soy, me di cuenta enseguida de que era algo que ten¨ªa que esconder y luego que luchar por ello, sin entender por qu¨¦. Ser trans es una inevitabilidad. Para m¨ª ser trans es inevitable.
?Qu¨¦ siente al ver a determinadas feministas espetarle en las redes sociales: ¡°Es un puto t¨ªo¡±?
Te lo digo: me duele. Pero he llegado a un punto en que estoy harta de sufrir: no puedo obligar a nadie a que me vea como no me quiere ver. Pido que no ejerzan violencia. Que me vean como si fuera un hombre me da pena. Yo s¨¦ que no es verdad. Con una persona que me habla en masculino no podemos ni iniciar una conversaci¨®n: ya estas condenada. Es que es muy fuerte. Aunque sea una ficci¨®n, ojal¨¢ me dieran el gusto de tratarme en femenino ese rato y, al menos, pudi¨¦ramos intentar hablar.
?Cu¨¢les fueron sus referentes de ni?a?
Los personales eran mis t¨ªas y mis vecinas. Y luego ten¨ªa una relaci¨®n muy estrecha con las estrellas del pop y las diosas mitol¨®gicas. Devoraba las revistas del coraz¨®n. Aprend¨ª a redactar con ellas. Me maravillaba c¨®mo, de algo supuestamente banal, lograban textos atractivos, enjundiosos y extensos. Esas visitas a casas fant¨¢sticas. Esas bodas. He admirado siempre much¨ªsimo a las escritoras y escritores de prensa del coraz¨®n. Fueron mis primeros maestros literarios.
O sea, que es usted una petarda.
Absolutamente. Las divas pop y las diosas mitol¨®gicas me permitieron so?ar con ser una mujer sublime. Esa Carolina de M¨®naco, esa Bibiana Fern¨¢ndez, esa Circe. Eran mi mitolog¨ªa de andar por casa. Por eso no me gusta el abaratamiento de ahora. Me gustaba que ese mundo fuera vertical, inalcanzable, que viv¨ªa en para¨ªsos absolutos y parec¨ªa no sudar ni mancharse. A las diosas no las quiero en la tierra [r¨ªe].
Lo que no ha perdido es la alegr¨ªa.
S¨ª. Soy una persona que nunca ha perdido el miedo, pero tampoco la esperanza, que han sido los principios rectores de mi vida. Por m¨¢s que la vida me haya llevado por algunos territorios muy oscuros, por mucho que a veces haya querido dejar de vivir, siempre he pensado que iba a llegar a un lugar m¨¢s luminoso.
?Qu¨¦ la ha salvado?
La ayuda de la psiquiatr¨ªa y, sobre todo, de las personas que te quieren mucho, aunque eso no te libra de la soledad.
?C¨®mo tiene la autoestima?
No la tengo, no he conseguido desarrollarla y no creo que sea recuperable.
Pero si la alaban desde Almod¨®var a Vila-Matas.
Y lo agradezco much¨ªsimo, pero he creado una especie de avatar al que le dicen eso, no a m¨ª. Es como si estuviera disociada por completo. S¨¦ que lo dicen de verdad, y lo aprecio. Pero hay un lugar de m¨ª al que, por lo que sea, no acceden. Esa es una cosa en la que s¨ª he perdido la esperanza. Lo oigo, lo vivo con alegr¨ªa, pero luego me quedo sola, me enfrento a la vida, me siento fr¨¢gil y sola y otra voz me dice: no es para tanto.
?Cu¨¢nto ha cambiado su situaci¨®n econ¨®mica el ¨¦xito de La mala costumbre?
Mi vida ha cambiado por completo. Es la primera vez que conozco la tranquilidad de saber que puedo pagar mi alquiler, algo que no me hab¨ªa pasado nunca. Antes, a duras penas sobreviv¨ªa.
El otro d¨ªa la reina Letizia cit¨® su nombre en la Feria del Libro, ?c¨®mo se le qued¨® el cuerpo?
Fue muy divertido. No me sorprendi¨® porque Letizia viene del periodismo y se le supone curiosa, pero me gust¨® comprobar que est¨¢ al d¨ªa. Y luego me hizo gracia la situaci¨®n: el bajista de un grupo indie, Vetusta Morla, recomend¨¢ndole a gritos a la Reina de Espa?a mi libro en una feria popular y que el p¨²blico de alrededor tomara nota: eso es muy bonito.
BUENAS Y MALAS COSTUMBRES
Alana S. Portero (Madrid, 45 años) ha pasado "de cero a mil" en reconocimiento y prestigio profesional con su primera novela, La mala costumbre, que, incluso antes de su publicación, enamoró a editores de más de una docena de países en la feria de Fráncfort. La historia y la conquista de su identidad de una niña atrapada "en un cuerpo que no sabe habitar" en un barrio obrero del Madrid de los ochenta, contada por la mujer en que se ha convertido, ha conmovido a docenas de miles de lectores y catapultado a esta historiadora, dramaturga, actriz y activista LGTBIQ+ a un estrellato literario que dice no acabar de creerse. "Cansada, harta y dolida" de la "inutilidad" de su activismo, esta mujer trans, rota tras el suicidio de su amiga e ilustradora de su libro, Roberta Marrero, enfrenta este año la celebración del Orgullo con la satisfacción de haber contribuido a la visibilidad de la transexualidad y la de haber fracasado en su empeño de normalizarla. "En estos momentos, soy más andamio que bandera", confiesa. Entre tanto, trabaja en su segunda novela con la tranquilidad de poder pagar el alquiler sin sobresaltos. Hasta ahora, nunca la había sentido.
Babelia
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