Elena L¨®pez Riera, cineasta: ¡°Me jode mucho que las mujeres tengan que modular la voz seg¨²n con qui¨¦n hablen¡±
La directora de ¡®El agua¡¯ ampl¨ªa su muy personal universo de naturaleza, historias familiares y mujeres con ¡®Las novias del sur¡¯ y la pieza de videoarte ¡®Todas las tormentas tienen nombre de santo¡¯
El mi¨¦rcoles 27 de marzo, la cineasta Elena L¨®pez Riera (Orihuela, Alicante, 42 a?os) mostr¨® por primera vez a amigos Las novias del sur, la pel¨ªcula ¡°m¨¢s dif¨ªcil y m¨¢s personal¡± que hab¨ªa hecho en su vida. ¡°Toda la gente me dec¨ªa: ¡®Madre m¨ªa, esto no se entiende¡¯, lo que me dicen siempre: ¡®Son muchas pelis juntas, te pierdes, vete a casa y reflexiona y entonces quiz¨¢...¡±, rememora Riera con un gesto vulnerabilidad. Hizo eso: se fue a su pueblo, pens¨®, llam¨® a su montadora: ¡°T¨ªa, tengo 42 a?os, llevo 20 escuchando esto sobre mi trabajo. Estas concesiones que me piden las har¨¦ cuando me den, ojal¨¢, una pel¨ªcula de diez millones de euros. Pero esto es algo que he hecho yo sola. Entiendo que igual es una mierda, pero es mi mierda¡±. Dos d¨ªas m¨¢s tarde, Las novias del sur fue seleccionada, tal cual, en la Semana de la Cr¨ªtica del Festival de Cannes.
Esta an¨¦cdota expone mucho de la torrencial personalidad de L¨®pez Riera. Durante a?os acad¨¦mica, investigadora, profesora en universidades en Ginebra, San Sebasti¨¢n y Madrid, as¨ª como videoartista que ha llegado a exponer en el PS1 MoMA de Nueva York, Riera lleva, desde 2022, la etiqueta de cineasta revelaci¨®n gracias a El agua, su primer largometraje, una pel¨ªcula de culto que tambi¨¦n pas¨® entre aplausos por Cannes. La peque?a an¨¦cdota es t¨ªpica de de ella porque, primero, es algo que cualquier otro se callar¨ªa; porque sale el pueblo, tan importante en su iconograf¨ªa (¡±Mis abuelos no ten¨ªan qu¨¦ comer en la posguerra y yo he podido estudiar en una universidad en Suiza, soy claramente ejemplo de la Espa?a de la democracia, pero no dejo de ser pueblo¡±) y porque sit¨²a a L¨®pez en la duda, y no en la autoridad, algo que interesa m¨¢s porque en la duda hay espacio para los dem¨¢s y en la certeza no.
Antes del estreno de Las novias del sur en salas, la artista proyecta una videopieza dentro del festival Mayrit (hasta el 25 de agosto), Todas las tormentas tienen nombre de santo, ¡°sobre esta idea tan chunga de la naturaleza que nos han ense?ado¡±.
Pregunta. Dec¨ªa que los titulares le han dado problemas. ?Es muy temeraria?
Respuesta. Me molesta much¨ªsimo la actitud de tener miedo ante la opini¨®n p¨²blica, de no decir lo que piensas por miedo a caer mal. Yo hablo contigo aqu¨ª igual que si nos hubi¨¦ramos conocido con una ca?a porque no tengo otra manera de relacionarme con el mundo. No tengo noci¨®n de jerarqu¨ªa o, al rev¨¦s, la tengo muy marcada y me rebelo. Por mis or¨ªgenes, por mi familia, por venir de un pueblo: me ha jodido mucho ver en mi casa que mis abuelos siempre cambiaban la manera de hablar seg¨²n a qui¨¦n se dirig¨ªan. Cambiar el discurso, el tono, incluso el volumen en funci¨®n de con qui¨¦n hablas... lo he visto demasiado y no quiero reproducirlo.
P. No son solo sus abuelos.
R. Me pone de muy mala hostia y lo intento cambiar no solamente con mis pel¨ªculas, sino en mi d¨ªa a d¨ªa. Intento no hablar bajo: hablo muy fuerte, tambi¨¦n me lo critican, pero es que... es que estoy hasta el co?o de que las mujeres, o las personas de cualquier tipo de g¨¦nero pero de una condici¨®n social o geogr¨¢fica distinta, tengan que hablar de manera diferente. Gente que se obliga a cambiar su acento para que no se piensen que es un paleto o una paleta. Mi obsesi¨®n es que c¨®mo modulamos la voz tiene much¨ªsimo que ver con las circunstancias personales, amorosas, sentimentales, de g¨¦nero, incluso econ¨®micas.
P. Podr¨ªamos decir que usted es el estereotipo de lo que odia la gente que odia el cine espa?ol (instituciones conservadoras como el PP o Vox). Mujer, feminista, autora de cine social¡ ?Se reconoce en ese retrato?
R. Tengo muchos amigos que votan a Vox. Porque en mi familia han sido vendedores ambulantes ocho generaciones y vengo de un pueblo fenicio del sur del levante mediterr¨¢neo donde estamos acostumbrados a convivir. Mis amigas militantes en Madrid, que son de capital, me dicen: ¡°Ya estamos hartas de hacer pedagog¨ªa pol¨ªtica o feminista. Yo ya no tengo ning¨²n amigo que no sea de mi cuerda¡¡±. Igual tienen raz¨®n pero es que yo no he crecido en Madrid, sino en un pueblo donde la gente que hab¨ªa era la que hab¨ªa. No puedes cambiar de pandilla. Estoy muy acostumbrada a vivir con gente de ideolog¨ªas pol¨ªticas completamente distintas.
P. De su cine dicen que es po¨¦tico. ?Es pol¨ªtico?
R. Yo que s¨¦, ya lo ver¨¢n otras personas, que son las que lo tienen que recibir, me parecer¨ªa s¨²per fariseo decirlo yo. Pero hay algo que me parece m¨¢s importante que hacer pel¨ªculas militantes o de tem¨¢tica social: que la gente en mi rodaje no sufra. No digo que siempre lo consiga, porque soy muy mandona. Aunque intento que se respeten los sindicatos, las horas, los sueldos¡
P. ?Dice ¡°mandona¡± como autocr¨ªtica?
R. El cine, o por lo menos el cine que yo practico, no es nada consensuado. Es s¨²per personal. Yo mando. Ejerzo mi poder, no me da ning¨²n miedo decirlo.
P. Hablando de temeridades¡
R. ¡ hablar de poder, ya. Pero no tengo ning¨²n problema en querer poder y ejercerlo en un rodaje. En todo poder tambi¨¦n hay una responsabilidad y yo me hago cargo de lo que conlleva tener la ¨²ltima palabra. Soy ambiciosa. Una ni?a de un pueblo de la Vega Baja del Segura que nace en 1982 si no es ambiciosa, no hace pel¨ªculas. No s¨¦ por qu¨¦ no deber¨ªa serlo o por qu¨¦ eso me convertir¨ªa en una mala persona. Hay toda una escala de grises entre decir: ¡°Asumo el poder que tengo al ser directora de cine¡± y ser una abusadora o una dictadora. Vengo de un colectivo art¨ªstico, s¨¦ lo que es trabajar en equipo.
P. Junto al hecho de que a mujeres les complican el acceso al poder, est¨¢, en letra peque?a, el hecho de que tampoco se ve bien cuando lo desean.
R. ?Por eso lo expreso todo el rato! Estoy hasta el co?o del rollo de: ¡°Queremos destruir el poder y queremos que todo sea horizontal...¡±. No t¨ªa, joder.
P. ?Que todo sea horizontal?
R. Este discurso biempensante de rechazar el poder y dem¨¢s cosas atribuidas a los hombres.¡ Es infantilizar a las mujeres y paternalizarlas, porque c¨®mo vamos a querer eso, con los volubles que somos. Yo no quiero que mis pel¨ªculas sean horizontales. Lo siento, me gusta decidir.
P. Preg¨²ntele a Coppola si le gusta que sus pel¨ªculas sean horizontales.
R. Coppola a ver qu¨¦ te dice ahora, porque el discurso mayoritario es otro. Coppola en los setenta te habr¨ªa dicho: ¡°Pa chulo, chulo yo¡±. ?C¨®mo no voy a tener derecho, en una peli que llevo cinco a?os intentando sacar adelante, de decidir el plano que quiero? En fin, el poder y la violencia son cosas complej¨ªsimas y abordarlos en una entrevista es muy suicida.
P. ?La violencia?
R. Son temas distintos y no tan distintos, el poder y la violencia. La palabra violencia ha perdido matices. Tolerancia cero con la violencia, vaya por delante, obviamente yo no quiero que maltraten a nadie, ni f¨ªsica ni psicol¨®gicamente. Pero todos seguramente hemos ejercido violencia psicol¨®gica. En todas las relaciones humanas, te dir¨ªa, hay violencia. No existe la horizontalidad ni entre una madre ni una hija, ni una pareja, ni entre t¨² y yo, ahora mismo est¨¢ habiendo un ejercicio de poder porque yo estoy hablando m¨¢s que t¨².
P. O sea, como el poder.
R. Si pensamos que la violencia solamente es f¨ªsica, o el abuso psicol¨®gico en una pareja, o en una relaci¨®n de trabajo, estamos obviando que la violencia est¨¢ en todas partes. Y esto es lo que me preocupa. Simplificar las cosas tanto que no hablemos de ellas y que no podamos ver que el peligro real est¨¢ en lo cotidiano, en lo constante, que ejercemos poder constantemente, que ejercemos violencia, y somos v¨ªctimas de violencia, constantemente.
P. Cuando describ¨ªa Todas las tormentas tienen nombre de santo, dec¨ªa que representa ¡°esta idea tan chunga de la naturaleza que nos han ense?ado¡±. ?Naturaleza chunga?
R. En el mundo occidental, el paisaje y la noci¨®n de la naturaleza se inventaron en siglo XVII. Todav¨ªa seguimos en ese relato de la Ilustraci¨®n de la naturaleza romantizada, del paisaje como algo que previo a la existencia del ser humano, algo que nosotros estamos ah¨ª para contemplar. No es cierto. Los discursos posnaturales est¨¢n empezando a equilibrar que el humano no existe como una figura despegada de la naturaleza. Esto me interesa con el agravante del ser de un pueblo del levante que vive de la agricultura.
P. Naturaleza, s¨ª: la nuestra.
R. Los naranjos y los limoneros y las palmeras no aparecieron en el levante por generaci¨®n espont¨¢nea: he crecido en un paisaje y una naturaleza que son una postal completamente fabricada, dise?ada y dibujada por el ser humano. Con hileras de ¨¢rboles, con r¨ªos que se han reconducido por cemento. Amo y amo esta naturaleza domesticada por el humano, esta naturaleza llena de mierda y contaminada y, al mismo tiempo, la naturaleza que tenemos. A m¨ª, supongo que porque he crecido ah¨ª, me parece extremadamente bello. Bello o interesante. No s¨¦.
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