Patrick Radden Keefe, sobre la memoria hist¨®rica en Espa?a: ¡°El silencio es el precio de la paz, pero los traumas no desaparecen¡±
Autor de ¡®No digas nada¡¯ y ¡®El imperio del dolor¡¯, el periodista pasa el verano en Barcelona, donde ha escrito su pr¨®ximo libro, como primer invitado de la nueva residencia que traer¨¢ a grandes nombres de la cultura internacional al CCCB
Patrick Radden Keefe (Boston, Estados Unidos, 48 a?os) est¨¢ de paso por Barcelona desde hace un mes. ¡°He vivido como un monje de clausura, trabajando sin parar en mi nuevo libro¡±, confiaba este jueves el periodista de The New Yorker, autor de obras como No digas nada y El imperio del dolor, en un despacho del CCCB, en pleno Raval barcelon¨¦s. Ha escrito entre 10 y 12 horas al d¨ªa ¡ªya tiene listo, dice, un tercio del volumen¡ª, con algunas pausas para correr, una de sus pasiones. Eso le ha permitido descubrir la ciudad. Ha trotado casi a diario hasta el Park G¨¹ell, pese a la topograf¨ªa inclinada del barrio de Gr¨¤cia, y luego recorrido el Passeig de Sant Joan hasta alcanzar la Ciutadella. Y de ah¨ª, hasta el mar. Ha comprado en el Mercat de la Concepci¨®, ha admirado las superilles, las controvertidas zonas peatonales que ide¨® Ada Colau, y recorrido los lugares que George Orwell, uno de sus escritores favoritos, frecuent¨® durante la Guerra Civil. ¡°Su descripci¨®n de las trincheras en Homenaje a Catalu?a, donde republicanos y fascistas se insultaban unos a otros, es una profec¨ªa de las redes sociales¡±, ironiza.
El centro barcelon¨¦s ha escogido al escritor, uno de los periodistas m¨¢s famosos de nuestro tiempo, como primer residente de un nuevo programa internacional que, en los pr¨®ximos a?os, invitar¨¢ a grandes nombres de la cultura y la ciencia a pasar dos meses en la ciudad para establecer v¨ªnculos con los agentes locales. Radden Keefe se ha reunido con expertos e intelectuales, ha organizado un ciclo de conferencias ¡°sobre la libertad de prensa, el concepto de verdad y el auge de la derecha autoritaria¡± junto a grandes nombres del periodismo de investigaci¨®n y ha participado en el extenso programa de actos del CCCB, donde ha sido habitual cruz¨¢rselo en las actividades vespertinas. ¡°Ha sido un privilegio tener esta habitaci¨®n propia para escribir sin distracciones ni obligaciones, sin tener que preparar el desayuno a mis chicos cada ma?ana¡±, bromea. No por mucho tiempo: su mujer y sus dos hijos preadolescentes acaban de llegar desde Nueva York ¡ªdonde viven en Westchester, el suburbio residencial de John Cheever y Mad Men¡ª para pasar con ¨¦l el mes que le queda en Barcelona.
En la ciudad, Radden Keefe ha encontrado un contexto favorable, una sociedad que entiende bien sus libros y conecta con sus preocupaciones. ¡°No digas nada trataba de la reconciliaci¨®n despu¨¦s de un conflicto y de la cuesti¨®n de la memoria colectiva. Estas semanas he podido hablar con expertos sobre c¨®mo estos problemas, que estudi¨¦ en el contexto de Irlanda del Norte, resuenan en la experiencia catalana y en las secuelas de la Guerra Civil, que obviamente a¨²n contin¨²an¡±, afirma. Por ejemplo, se reuni¨® con la historiadora Queralt Sol¨¦, especialista en memoria hist¨®rica y fosas comunes. Habiendo estudiado otros procesos, ?cree que Espa?a digiri¨® bien su dictadura? ¡°El silencio es el precio de la paz. A veces, es la ¨²nica forma de avanzar. Sobre todo cuando, como ocurri¨® tras la muerte de Franco, necesitas llevarte bien con tu vecino aunque pertenezca al otro bando. Entiendo ese impulso de pasar p¨¢gina, pero estoy convencido de que la historia no desaparece. El trauma y la memoria no desaparecen, sobre todo cuando no ha habido una resoluci¨®n¡±, responde.
Radden Keefe se ha interesado por el refer¨¦ndum de 2017 y la respuesta del Gobierno espa?ol: ¡°A veces, la reacci¨®n exagerada de un gobierno ante la expresi¨®n de un punto de vista logra afianzarlo e intensificarlo¡±
Radden Keefe se ir¨¢ de Barcelona con algunos apuntes para un posible art¨ªculo. ¡°Es muy probable que termine regresando aqu¨ª y escribiendo una gran historia en alg¨²n momento¡±. Le ha interesado la convivencia entre lenguas, la importancia del Bar?a en el imaginario social e incluso la escena del rock catal¨¢n de los noventa. Es decir, ¡°la manera en que un sentimiento cultural y popular tiene una traducci¨®n pol¨ªtica¡±. Tambi¨¦n el refer¨¦ndum de 2017 y la respuesta del Gobierno espa?ol. ¡°A veces, la reacci¨®n exagerada de un Gobierno ante la expresi¨®n de un punto de vista logra afianzarlo e intensificarlo¡±, dice el periodista. ¡°La falta de alineaci¨®n entre puntos de vista pol¨ªticos y respuestas del Estado puede tener resultados perversos¡±. Y a?ade, con cierta malicia, que le sorprende ¡°que Espa?a reconozca Palestina como Estado, pero no Kosovo¡±.
Ante todo, Radden Keefe ha venido a Barcelona a hablar del oficio que quiso ejercer desde muy peque?o. ?Cu¨¢l es la misi¨®n del periodismo cuando la noci¨®n de verdad objetiva se erosiona? ¡°Nuestra tarea es seguir contando esa verdad, buscarla y excavarla, pero tambi¨¦n luchar por la verdad como concepto, como ideal humano¡±, opina. ¡°Incluso en estos tiempos oscuros y descre¨ªdos, incluso si creemos que lo que hacemos no sirve de nada, tenemos el deber hist¨®rico de plasmar las cosas, de registrarlas para que nuestros descendientes sepan que ¨¦ramos conscientes de lo que estaba sucediendo, para dejar una huella indeleble¡±. ?El periodista ya no es un h¨¦roe, sino un mero registrador? ¡°Yo tambi¨¦n crec¨ª con la imagen de Todos los hombres del presidente. Trabajo para cambiar la sociedad, pero eso no siempre es posible. El nuestro es un hero¨ªsmo discreto. Tengo alergia a esos periodistas, cuyos nombres no mencionar¨¦, que se creen los protagonistas de la pel¨ªcula¡±, responde. Cuando investigaba para El imperio del dolor, su libro sobre la familia Sackler y la crisis de los opi¨¢ceos, una de sus entrevistadas, molesta por una de sus revelaciones, le dijo que se sent¨ªa como si tuviera ¡°un chicle pegado al zapato durante el resto de su vida¡±. Esa es, para Radden Keefe, la mejor definici¨®n de este oficio.
El hilo conductor de todas sus obras podr¨ªa ser el sentimiento de injusticia. ¡°Yo no la he experimentado, la verdad. En realidad, soy un gran privilegiado: soy hombre, blanco y estadounidense¡±, admite el escritor, hijo de un alto funcionario y de una profesora universitaria que se conocieron estudiando en Oxford. ¡°Pero s¨ª he visto esa injusticia de cerca: crec¨ª en Dorchester, un barrio de clase obrera en Boston, donde hab¨ªa violencia y delincuencia. Yo estudiaba en una escuela prestigiosa en otro barrio, as¨ª que experiment¨¦ el contraste entre esos dos mundos¡±. De esa infancia, este escritor con aspecto de primero tercero de un Kennedy ¡ªtiene or¨ªgenes irlandeses, adem¨¢s de australianos¡ª, recuerda la insistencia de su padre, que siempre le recordaba ¡°lo afortunado que era¡±, y ¡°el escepticismo¡± de su madre. Quiz¨¢s de ah¨ª haya surgido su temperamento como periodista.
En septiembre, Reservoir Books y Periscopi recuperar¨¢n Cabeza de serpiente, su segundo libro, in¨¦dito en Espa?a, sobre una abuela mafiosa de Chinatown. Despu¨¦s llegar¨¢ el que ha escrito en Barcelona a partir de la historia de Zac Brettler, un joven londinense que falleci¨® ahogado en el T¨¢mesis. Tras su muerte, sus padres descubrieron que llevaba meses haci¨¦ndose pasar por el hijo de un oligarca ruso. Radden Keefe dice que, de adolescente, so?aba con ser una estrella del rock. Los j¨®venes de hoy prefieren, en cambio, pasar por hijos de millonarios. ¡°El libro hablar¨¢ de esta nueva cultura del dinero. Asistimos a una concentraci¨®n incre¨ªble de riqueza. La brecha entre los muy ricos y el resto de la poblaci¨®n se ha pronunciado. La cultura de la celebridad tampoco ayuda: ya no hay verg¨¹enza a la hora de exhibir la riqueza, ni siquiera un ligero sonrojo. Y luego est¨¢ lo que turboalimenta todo esto: las redes sociales¡±. Cuando ten¨ªa siete a?os, su hijo menor le pregunt¨® qui¨¦n era Elon Musk. Ese d¨ªa entendi¨® que los tiempos hab¨ªan cambiado.
Sobre las elecciones en EE UU, el escritor se muestra desencantado: ¡°Ser¨¢ una carrera entre dos hombres muy mayores. Si Biden pierde, eso quedar¨¢ en su legado: fue el presidente que no se quiso apartar¡±
La semana pasada hizo un viaje rel¨¢mpago a Nueva York para asistir a la graduaci¨®n de su hijo mayor. Le dio tiempo de ver en directo el catastr¨®fico debate entre Joe Biden y Donald Trump. ¡°No pinta bien. Parte del problema es que ser¨¢ una carrera entre dos hombres muy mayores. Ojal¨¢ se retiraran m¨¢s pronto. Si Biden pierde, eso quedar¨¢ en su legado: fue el presidente que no se quiso apartar¡±, asegura. ¡°Lo peor es que, incluso si se apartara, no est¨¢ claro si alg¨²n otro dem¨®crata puede vencer a Trump. Es aterrador¡±.
Tampoco es optimista sobre el conflicto en Palestina, que considera estancado. ¡°Es un error cl¨¢sico en la izquierda, a¨²n m¨¢s en la era del activismo en Twitter, pasar una enorme cantidad de tiempo discutiendo sobre la sem¨¢ntica. Hemos invertido mucha energ¨ªa en decidir si es un genocidio o no, como si haber provocado 20.000 hu¨¦rfanos fuera menos grave si decretamos que no lo es. Me da miedo que la gente se desensibilice. La Administraci¨®n de Biden es parte del problema: son los ¨²nicos con un verdadero poder de influencia. Saben lo que est¨¢ pasando y han tomado la decisi¨®n consciente de no usarlo. Es una cat¨¢strofe sin final a la vista¡±.
Babelia
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