Marc Bloch, el investigador que cambi¨® el foco de la historia y fue torturado por Klaus Barbie
El historiador y miembro de la Resistencia, fusilado por los nazis en 1944, entra en el Pante¨®n de figuras ilustres de Francia
El historiador franc¨¦s Marc Bloch (1886-1944) entrar¨¢ en el Pante¨®n de figuras ilustres de Francia, seg¨²n anunci¨® el presidente de Francia, Emmanuel Macron, el pasado 23 de noviembre. Se cumplen ahora 80 a?os desde que Chauvrais, uno de sus nombres bajo la ocupaci¨®n alemana, fue detenido, interrogado por el jefe de la Gestapo, Klaus Barbie, y finalmente ejecutado junto a un grupo de 30 personas. Acababa de terminar el borrador de dos obras fundamentales para entender nuestro tiempo: La extra?a derrota, sobre el colapso de Francia ante el nazismo, e Introducci¨®n a la historia, una defensa del trabajo del historiador contra el oscurantismo y el odio, palabras que el propio medievalista dej¨® escritas con sangre.
La suya es una vida ligada a su oficio y a la historia de Europa. Nace en Alsacia, en el seno de una familia jud¨ªa, aunque pronto se traslada a Par¨ªs, donde su padre ense?a Historia Antigua. Bloch sigue el camino trazado para la ¨¦lite intelectual y pol¨ªtica francesa e ingresa en la Escuela Normal Superior, pero se decanta por la ense?anza, su gran pasi¨®n; ejerce en los liceos de Montpellier y de Amiens, hasta que estalla la Gran Guerra. El capit¨¢n Bloch vuelve condecorado a su regi¨®n natal, donde ingresa en la Universidad de Estrasburgo, reincorporada a Francia. All¨ª entra en contacto con un grupo de cient¨ªficos sociales, muchos de ellos alemanes, que quieren dejar atr¨¢s sus viejas disciplinas, part¨ªcipes del contexto previo a la guerra. Durante a?os fomentan el intercambio de m¨¦todos e ideas entre la econom¨ªa, la geograf¨ªa, la sociolog¨ªa y la psicolog¨ªa. En esa ¨¦poca conoce a su gran amigo, Lucien Febvre, con quien funda, en 1929, la revista Anales. Bajo el subt¨ªtulo de ¡®Historia econ¨®mica y social¡¯, que renueva por completo la disciplina.
En una d¨¦cada publica su gran obra, La sociedad feudal, y accede a la C¨¢tedra de Historia Econ¨®mica de La Sorbona. Pero apenas tiene tiempo de disfrutar porque en septiembre estalla, de nuevo, la guerra. El capit¨¢n Bloch, a pesar de tener m¨¢s de 50 a?os y seis hijos, se presenta voluntario. En el frente, asiste a una retirada continua, de B¨¦lgica a Dunkerque, que deja paralizado al ej¨¦rcito y al pa¨ªs. Describe con enorme lucidez las razones de una derrota sin paliativos que nadie quiere reconocer. La estrategia militar francesa, confiada en la vieja idea defensiva de las trincheras, es un gran error.
¡°El triunfo de los alemanes fue, fundamentalmente, una victoria intelectual¡±, escribe Bloch, que encuentra la misma actitud del alto mando en la pol¨ªtica, la diplomacia y en buena parte de la sociedad francesa. P¨¦tain, el h¨¦roe de Verd¨²n, pide el armisticio con Alemania, en medio de una atm¨®sfera de guerra interior. Comienzan el colaboracionismo y las leyes raciales en Francia. Tras el estatuto de los jud¨ªos elaborado por el r¨¦gimen de Vichy, en octubre de 1940, Bloch es expulsado de la Universidad. A duras penas consigue trasladarse con su familia al centro de una Francia partida en dos.
Ya en Clermont-Ferrand, establece contacto con los primeros grupos de la resistencia local, pero es en Montpellier donde entra a formar parte de Combat, una de las mayores redes clandestinas de todo el pa¨ªs. Albert Camus, redactor jefe de su ¨®rgano de expresi¨®n, coincide con Bloch en oponerse a la ocupaci¨®n con todos los medios y en denunciar la verg¨¹enza de la colaboraci¨®n. Ambos llevan la necesidad de escribir y de ser claros hasta el final.
A mediados de 1943, Bloch se traslada a Lyon para organizar la insurrecci¨®n de toda la zona. Usa el sobrenombre de Narbonne, la vieja capital de la Galia. El propio Himmler, uno de los l¨ªderes nazis, ordena acabar con los problemas y acelerar la ¡°soluci¨®n final¡± en Francia. Las SS destruyen el puerto y la ciudad vieja de Marsella, sellan la frontera con Espa?a y estrechan el cerco sobre Lyon, Niza y Nimes. El 8 de marzo de 1944, Bloch es arrestado por la Gestapo. Trasladado a la c¨¢rcel, comienza a ser torturado por Klaus Barbie, conocido como El carnicero de Lyon.
Bloch, que justo dos d¨¦cadas antes hab¨ªa escrito Los reyes taumaturgos, sabe que los hombres como Barbie tienen una fe ciega en el poder. Lo ejercen sobre sus v¨ªctimas a trav¨¦s de los golpes y las humillaciones. La vieja creencia sobrenatural en las dinast¨ªas reales de Francia e Inglaterra subsiste en pleno siglo XX a trav¨¦s del culto al l¨ªder. Un nuevo feudalismo recorre Europa. Bloch se enfrenta a ¨¦l, con todo lo que militarmente sabe, con todo lo que como historiador puede hacer.
Mientras trabajaba en la clandestinidad escribi¨® su ¨²ltima obra, que deja inacabada. No es una denuncia ni una acusaci¨®n contra los colaboracionistas. Sabe que, tarde o temprano, lo van a delatar. Es una Apolog¨ªa de la historia, una defensa conjunta del trabajo de archivo y de la capacidad cr¨ªtica, las dos grandes armas de ¡°la ciencia del cambio¡±, como ¨¦l concibe la historia.
Barbie, que tan solo unos meses antes ha acabado con Jean Moulin, el jefe de la resistencia francesa, tiene v¨ªa libre. Empieza por las duchas heladas de madrugada y la celda de aislamiento; sigue con las mu?ecas dislocadas y varias costillas rotas, pero Bloch tan solo revela su nombre verdadero. Finalmente, el 16 de junio, con los aliados en Normand¨ªa, es conducido a las afueras de Lyon, donde es ejecutado junto a otros miembros de la resistencia local.
Marc Bloch entra en el Pante¨®n por ¡°su obra, su ense?anza y su coraje¡±, ha se?alado Macron. Sus libros de s¨ªntesis explicativa siguen siendo hoy usados como manuales. Su idea did¨¢ctica de la historia como una herramienta de ciudadan¨ªa, en cambio, es vista como un peligro para el relato de las identidades puras y de los mitos fundacionales, que buscan resucitar las f¨®rmulas m¨¢gicas del pasado. Por eso, es muy importante que hoy, ante el empuje de un nuevo feudalismo, Bloch alcance el mayor de los reconocimientos p¨²blicos y oficiales. Entra en el Pante¨®n por derecho propio.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.