Todo sobre Joaqu¨ªn Rodrigo y su ¡®Concierto de Aranjuez¡¯, en el 25? aniversario de su muerte
Una nueva biograf¨ªa en ingl¨¦s de Javier Su¨¢rez Pajares y Walter Aaron Clark revela los detalles de la c¨¦lebre composici¨®n y reivindica las muchas obras olvidadas del compositor valenciano, que encontr¨® acomodo en la Espa?a franquista
¡°?Hombre, eso est¨¢ hecho!¡±. Esta confiada expresi¨®n desencaden¨® una de las composiciones m¨¢s famosas de la historia de la m¨²sica: el Concierto de Aranjuez, de Joaqu¨ªn Rodrigo (Sagunto, 1901 - Madrid, 1999). El 26 de septiembre de 1938, el compositor espa?ol almorzaba en el Club N¨¢utico de San Sebasti¨¢n con el guitarrista Regino Sainz de la Maza, que le inst¨® a componer un concierto para su instrumento dici¨¦ndole que era una especie de ¡°elegido¡±.
La idea parec¨ªa disparatada. Pocos compositores se hab¨ªan atrevido a enfrentar el volumen ¨ªntimo de una guitarra cl¨¢sica espa?ola con la densidad sonora de una orquesta sinf¨®nica. Y, de hecho, en noviembre de 1940, cuando la obra ya estaba terminada y ambos viajaban a Barcelona para su estreno, Rodrigo no las ten¨ªa todas consigo: ¡°?Y si ma?ana, durante el ensayo, no se oyera la guitarra?¡±.
Estos y otros detalles del popular Concierto de Aranjuez, cuyo bell¨ªsimo adagio ha sido versionado por Miles Davis o Chick Corea y ha formado parte de varias pel¨ªculas y anuncios de televisi¨®n, se incluyen en A Light in the Darkness: The Music and Life of Joaqu¨ªn Rodrigo, de Javier Su¨¢rez Pajares y Walter Aaron Clark. La primera biograf¨ªa de un compositor espa?ol que publica la prestigiosa editorial estadounidense W. W. Norton & Company. Y tambi¨¦n el estudio m¨¢s completo acerca de su vida y obra musical, que arranca, a comienzos del siglo XX, con la difteria ocular que lo dej¨® ciego con tres a?os, y culmina con su fallecimiento, casi centenario, el 6 de julio de 1999, hace hoy exactamente veinticinco a?os.
Un retrato del compositor, int¨¦rprete, escritor, profesor, diplom¨¢tico cultural y celebridad medi¨¢tica que no elude un contexto marcado por los vaivenes del siglo XX. El hijo menor de un cacique conservador de Sagunto que creci¨® en la Valencia republicana y anticlerical de Blasco Ib¨¢?ez. Pero tambi¨¦n un ni?o invidente orientado hacia la creaci¨®n musical, en el pionero Colegio de Sordomudos y Ciegos de la capital del Turia, a trav¨¦s de una versi¨®n modificada y ampliada del sistema braille.
Un joven m¨²sico que gustaba de provocar al p¨²blico con giros politonales, pero con medios econ¨®micos para trasladarse a Par¨ªs, en 1927, para estudiar con Paul Dukas. All¨ª su nombre se conect¨® pronto con Alb¨¦niz y Falla, e incluso encontr¨® a su compa?era de vida: la pianista sefard¨ª Victoria Kamhi (1902-1997). A?os despu¨¦s, el compositor afront¨® dificultades econ¨®micas durante la Guerra civil espa?ola, que pas¨® entre la Alemania de Hitler y el Par¨ªs previo a la ocupaci¨®n. Defini¨® las caracter¨ªsticas de su ¡°neocasticismo¡±, un estilo musical enraizado en la tradici¨®n nacional modernizada. Y se asegur¨® el apoyo del entorno cultural falangista que permiti¨® su acomodo en la Espa?a franquista, donde trabaj¨® en Radio Nacional, el diario Pueblo, el Conservatorio de Madrid y la actual Universidad Complutense.
El cap¨ªtulo central del libro se titula All About The ¡®Concierto de Aranjuez¡¯ (1938-1940). M¨¢s de medio centenar de p¨¢ginas con todos los detalles acerca de la composici¨®n que permiti¨® a Rodrigo atravesar el selecto umbral de la historia de la m¨²sica y cosechar una inmensa popularidad. Una obra escrita desde finales de 1938 hasta mediados de 1939 y cuya creaci¨®n se inici¨® con la famos¨ªsima melod¨ªa que toca el corno ingl¨¦s al comienzo del adagio.
Las memorias de su esposa siempre han relacionado la inspiraci¨®n de esa melod¨ªa con el tr¨¢gico aborto que sufri¨®, en junio de 1939. Pero las fechas no cuadran. Hoy sabemos que Rodrigo redact¨® ese tema, en noviembre de 1938, poco despu¨¦s de escuchar en concierto la Pasi¨®n seg¨²n san Mateo, de Bach, y emocionarse con el aria Erbarme dich que est¨¢, precisamente, en la misma tonalidad de si menor. Parece un origen plausible para una melod¨ªa que se desenvuelve a medio camino entre el neoclasicismo de Stravinski y el nouveau lyrisme de su maestro Dukas.
A la composici¨®n del adagio sigui¨®, casi como un arrebato, la del tercer movimiento, allegro gentile, que estuvo completado en marzo de 1939. Entonces afront¨® la redacci¨®n del primero, allegro con spirito, con una voluntad mucho m¨¢s r¨ªtmica que mel¨®dica y cercana al flamenco. Pero la inspiraci¨®n de la obra no parece relacionada con los jardines y el palacio de Aranjuez, que Rodrigo hab¨ªa visitado en 1933, sino m¨¢s bien con los jardines y el palacio de Luxemburgo, ubicados muy cerca del humilde apartamento que ocupaba en la parisina Rue Saint-Jacques.
No obstante, el t¨ªtulo de esta composici¨®n ha determinado su perenne v¨ªnculo con el municipio madrile?o a orillas del Tajo. No solo recibi¨® del rey de Espa?a, en 1991, el t¨ªtulo nobiliario de Marqu¨¦s de los Jardines de Aranjuez, sino que sus restos mortales reposan en su Cementerio Municipal. Una tumba adornada por la escultura modernista de Pablo Serrano que representa la famos¨ªsima melod¨ªa del adagio junto a una guitarra.
Amor por la guitarra
La estrecha identificaci¨®n de Rodrigo con ese instrumento fue anterior y posterior al Concierto de Aranjuez. Su cat¨¢logo casi arranca con Zarabanda lejana (1926) y prosigue con la imponente Toccata (1933). Casi todos los guitarristas con los que colabor¨® fueron grandes int¨¦rpretes del Concierto de Aranjuez. El propio Sainz de la Maza realiz¨® su primera grabaci¨®n, en 1948, bajo la direcci¨®n de Ata¨²lfo Argenta (Odeon). Pero la excepci¨®n fue Andr¨¦s Segovia, que jam¨¢s toc¨® ese popular concierto, aunque estrenar¨ªa su Fantas¨ªa para un gentilhombre (1954). A continuaci¨®n, despunt¨® Narciso Yepes, cuya grabaci¨®n con la Orquesta de la RTVE, de 1968, sigue siendo una referencia (DG).
Rodrigo escribi¨® para Julian Bream la Sonata giocosa (1959). Y la colorista y articulada versi¨®n del Concierto de Aranjuez registrada en 1982 por este guitarrista brit¨¢nico junto a John Elliot Gardiner (RCA), ofrece un balance ideal entre solista y orquesta. Pero la mejor grabaci¨®n surgi¨® del encanto y fluidez de Pepe Romero bajo la direcci¨®n de Neville Marriner, en 1978 (Philips). El guitarrista malague?o tambi¨¦n estren¨® el Concierto madrigal (1966) junto a su hermano ?ngel, el Concierto andaluz (1967) con el cuarteto familiar de guitarristas, y fue responsable, adem¨¢s, del Concierto para una fiesta (1982), la segunda obra concertante de Rodrigo para guitarra solista. Pero tampoco debemos olvidar la exquisita libertad flamenca de Paco de Luc¨ªa en su grabaci¨®n, de 1991, con la Orquesta de Cadaqu¨¦s (Philips).
El libro de Su¨¢rez Pajares y Clark permite ahondar cronol¨®gicamente en todas y cada una de las composiciones de Rodrigo por medio de precisas explicaciones, tablas y ejemplos musicales. Entre sus composiciones pian¨ªsticas destaca el Preludio al gallo ma?anero (1926) lleno de ¨¢speras disonancias y ritmos desordenados, la l¨ªrica e intensa Sonada de adi¨®s (1935) como despedida a su maestro Dukas y el aroma a Satie de su Gran marcha de los subsecretarios (1941). De las orquestales sobresalen los poemas sinf¨®nicos, tanto el l¨ªrico Per la flor del lliri blau (1934) como el sorprendente A la busca del m¨¢s all¨¢ (1976) inspirado por una visita a la NASA. Y no debemos olvidar sus obras vocales, tanto Serranilla (1928) que populariz¨® Conchita Superv¨ªa, la prolongaci¨®n colorista de Falla que escuchamos en Ausencias de Dulcinea (1948) y la inventiva M¨²sica para un c¨®dice salmantino (1953) sobre versos de Miguel de Unamuno.
Pero si hay una constante en su cat¨¢logo son conciertos para diferentes instrumentos como resultado de sus colaboraciones con grandes solistas. Una colecci¨®n que empez¨®, precisamente, con el Concierto de Aranjuez. Prosigue con el Concierto heroico (1942) para piano y el Concierto de est¨ªo (1943) para viol¨ªn. Tambi¨¦n est¨¢ el Concierto in modo galante (1949) para violonchelo que surgi¨® de su relaci¨®n con Gaspar Cassad¨® y el Concierto serenata (1954) para arpa destinado a Nicanor Zabaleta. Y, dejando a un lado las obras ya citadas para una o varias guitarras con orquesta, faltar¨ªa el Concierto pastoral para flauta inspirado por James Gallway (1978) junto al Concierto como un divertimento (1981) para violonchelo. Esta obra surgi¨® tras un encargo de Julian Lloyd Webber que subraya en el pr¨®logo del libro el desconocimiento de la obra de Rodrigo m¨¢s all¨¢ de su Concierto de Aranjuez: ¡°Un tesoro escondido esperando a ser descubierto¡±.
Babelia
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