El recopilatorio que cambi¨® la historia del rock
Este a?o, Lenny Kaye ha estado de gira tocando los ¨¦xitos de ¡®Nuggets¡¯, canciones que ¨¦l rescat¨® a principios de los setenta, inmortalizando lo que luego se denominar¨ªa como ¡°rock de garaje¡±
En 1970, Lenny Kaye todav¨ªa no ejerc¨ªa como c¨®mplice musical de Patti Smith, el puesto que le traer¨ªa fama y fortuna. Lenny era entonces otro chaval bohemio que malviv¨ªa en la zona baja de Manhattan, con ingresos m¨ªnimos: recib¨ªa 10 d¨®lares cada d¨ªa que le llamaban para ayudar en la tienda de discos Village Oldies y funcionaba como periodista musical. En calidad de plumilla, fue convocado por Jac Holzman, el fundador de Elektra Records.
Elektra naci¨® como exquisito sello de folk pero tras su inmersi¨®n en el rock ¡ª?The Doors!¡ª viv¨ªa tiempos de abundancia. Holzman, hombre imaginativo, coment¨® a Kaye que demasiados elep¨¦s solo ten¨ªan una buena canci¨®n, ?no ser¨ªa pr¨¢ctico juntarlas en una recopilaci¨®n? Entusiasmado, Lenny se puso a dar contenido a aquella intuici¨®n. En Village Oldies ten¨ªa acceso a los desechos musicales de los a?os sesenta, miles de discos de segunda mano.
Era una labor in¨¦dita. Abundaban las reediciones de ¨¦xitos a?ejos, pero hechas sin mucho cari?o, a veces concebidas como simples concesiones a locutores importantes, que prefer¨ªan cobrar as¨ª sus favores a discogr¨¢ficas (t¨¦cnicamente, recibir dinero contante y sonante ¡ªpayola¡ª era delito). Aparte, el rock estaba desarrollando una conciencia hist¨®rica, aunque eso todav¨ªa resultaba un concepto ex¨®tico para gran parte de la industria musical.
Kaye tuvo el campo libre, pero cost¨® conseguir los permisos de temas editados por compa?¨ªas diminutas y/o desaparecidas en combate. Aparte, Elektra hab¨ªa sido adquirida por el conglomerado Warner y los nuevos amos no simpatizaban con ¡°los caprichos de Holzman¡±. As¨ª que Nuggets (¡°pepitas¡±) no sali¨® hasta finales de 1972. Obtuvo cr¨ªticas muy positivas¡ y ventas modestas; a Kaye le dijeron ¡°gracias, pero no habr¨¢ un segundo volumen¡±. Se equivocaban, como veremos.
Publicado como doble LP con 27 temas, Nuggets suele ser considerado como la carta de presentaci¨®n del ¡°sonido garaje¡±. Estamos ante una simplificaci¨®n: el subt¨ªtulo ya avisaba que conten¨ªa Original Artyfacts from the First Psychedelic Era, 1965¨C1968. La habilidad de Lenny fue recoger diferentes tendencias, del folk-rock al blues, pasando por la primera psicodelia (no la psicodelia hippy de San Francisco, por la que Kaye, como buen neoyorquino, sent¨ªa desconfianza).
En realidad, lo de garage es, como tantos otros, un t¨¦rmino creado a posteriori por la cr¨ªtica para manejar la producci¨®n de la caterva de conjuntos formados en todos los rincones de Estados Unidos tras la acometida de los Beatles. Los conjuntos que brillaron unos pocos a?os en el circuito juvenil y que grabaron en sellos peque?os o grandes. Algunos hasta consiguieron ¨¦xito a nivel regional e incluso nacional: antes de la imposici¨®n de las radiof¨®rmulas, las emisoras ¡ªqu¨¦ cosas¡ª ten¨ªan a gala promocionar al talento local.
En lo musical, la etiqueta de garage se aplica preferentemente al ala dura de ese movimiento, grupos agresivos inspirados por invasores brit¨¢nicos como los Yardbirds, los Rolling Stones o los Pretty Things. Obvio que ah¨ª no encajan muchos temas seleccionados por Kaye, como las creaciones de ambiciosos productores tipo Van Dyke Parks (The Mojo Men) o Gary Usher (Sagitarius). El perfil de cazurros con testosterona tampoco sirve para figuras tipo Todd Rundgren, cabecilla de The Nazz, o Al Kooper, luminaria de The Blues Project.
Pero el mito del garage rock prosper¨®. Nuggets fue un ingrediente esencial para la combusti¨®n del punk rock. Tambi¨¦n impuls¨® directamente a bandas de los setenta que reivindicaban aquel primitivismo: Fleshtones, Chesterfield Kings, Lyres y, claro, Ramones. El revival peg¨® fuerte en ese Parque Jur¨¢sico del rock que es Suecia. De rebote, inund¨® Espa?a o, al menos, zonas como Malasa?a: en la segunda mitad de los 80 era imposible visitar los locales del barrio madrile?o sin sufrir una sobredosis de ¨®rganos Farfisa, guitarras con fuzz y voces insolentes.
Con tanto alboroto, resulta que Nuggets s¨ª tuvo descendencia, aunque sin participaci¨®n directa de Lenny Kaye. Rhino, la divisi¨®n de reediciones de Warner, public¨® una versi¨®n ampliada en una caja con cuatro CDs; luego vino Nuggets II y Children of Nuggets y varios m¨¢s. Para entonces, la recuperaci¨®n de los grupos m¨¢s o menos marginales de los sesenta se hab¨ªa convertido en una aut¨¦ntica industria, con centenares de recopilaciones disponibles. A veces se hac¨ªa por las bravas, sin cuidar el sonido ni pedir permiso a los derechohabientes, caso de la serie Pebbles. Otras colecciones, como Back From the Grave, procuraban compensar a los m¨²sicos supervivientes. El territorio de exploraci¨®n pas¨® de los pa¨ªses anglosajones a, pr¨¢cticamente, los cinco continentes. El equivalente espa?ol de Nuggets se titula Algo salvaje: est¨¢n avisados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.