Dicen que son los mejores elep¨¦s de los sesenta
La prensa musical brit¨¢nica sigue intentando imponer su canon. Es muy peculiar el correspondiente a esta d¨¦cada
Los llaman bookazines, combinaci¨®n de book (libro) y magazines (revistas). Y las publicaciones musicales brit¨¢nicas han encontrado all¨ª un fil¨®n, editando monogr¨¢ficos habitualmente dedicados a las superestrellas. Productos que pivotan sobre la doble h¨¦lice de la nostalgia y el coleccionismo. La f¨®rmula es apetitosa: fotos poco vistas que dominan la maqueta, reportajes de ¨¦poca procedentes de desaparecidos semanarios londinenses, textos que rellenan los huecos de la narraci¨®n, despieces con curiosidades (?los discos m¨¢s coleccionables!). Y precios altos, equivalentes a los de muchos libros de tapa blanda.
Con todo, se compran por impulso y un servidor suele picar. Lo he hecho con 500 Greatest Albums Of The 1960s. Con cierta curiosidad malsana: ?de d¨®nde se sacan esos 500 discos fant¨¢sticos? El long play, concebido como creaci¨®n aut¨®noma, no adquiere entidad en el pop hasta 1966, tras la publicaci¨®n de Rubber Soul, donde los Beatles exploraban diversos estilos y las posibilidades t¨¦cnicas de Abbey Road.
Anteriormente, los elep¨¦s sol¨ªan confeccionarse por acumulaci¨®n: se juntaban ambas caras de varios singles anteriores con algunas grabaciones dispersas y, zas, un ¨¢lbum m¨¢s para el mercado (que era limitado, por el reducido poder adquisitivo de los j¨®venes). El formato s¨ª estaba bien establecido en otros campos, como el folk y el jazz, ambos con gran presencia en 500 Greatest Albums Of The 1960s. De hecho, una d¨¦cima parte de esta relaci¨®n son discos de jazz; el que m¨¢s tuvo impacto entre la tribu del rock ¡ªA love supreme, de John Coltrane¡ª alcanza un muy respetable n¨²mero 19.
Antes de seguir: ?son fiables esas clasificaciones? No lo jurar¨ªa: aqu¨ª han ¡°olvidado¡± detallar qui¨¦nes han votado. Se supone que son los colaboradores del mensual Uncut, pero no se espec¨ªfica si, volviendo a lo anterior, se ha consultado a muchos especialistas en jazz o si asistimos a ese fen¨®meno generacional de los cr¨ªticos de rock que, con la edad, se acercan a las cumbres del jazz.
La lista est¨¢ disponible en Internet. Como selecci¨®n, tiene varias funciones. Primero, recuperar t¨ªtulos poco celebrados, algunos de los cuales ni figuran en los servicios de streaming. Segundo, evidenciar c¨®mo evolucionan los consensos est¨¦ticos. Hace pocos a?os, un listado similar hubiera sido encabezado por Sgt. Pepper¡¯s Lonely Hearts Club Band, que cristalizaba el zeitgeist de 1967. Ahora, ni siquiera aparece entre los 10 primeros, donde s¨ª est¨¢n otras obras de los de Liverpool: Revolver (n.? 2), el conocido coloquialmente como Doble blanco (cuarta) y Abbey Road (octava).
Y tercera funci¨®n: enmendar la plana a las cajas registradoras. En el Top Ten destacan discos que apenas pisaron los charts de ventas. Como Forever changes (n.? 3), el luminoso ¨¢lbum de Love; en el mismo sello, Elektra, sali¨® el debut de los Stooges (n.? 10). De hecho, en lo alto, previsiblemente, se sit¨²a The Velvet Underground & Nico.
Por lo dem¨¢s, la n¨®mina es asquerosamente angloc¨¦ntrica. Se salva Brasil, gracias a la difusi¨®n internacional de la bossa nova y el tropicalismo. En Europa la balanza se inclina hacia Francia, con presencia doble por parte de Fran?oise Hardy, Serge Gainsbourg y Brigitte Fontaine. ?Y nada espa?ol, oigo preguntar? No. Lo m¨¢s cercano es The Art of Guitar, de Manitas de Plata. Un flamenco pero, vaya, nacido en Occitania.
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