Hallados en Texas proyectiles y monedas perdidos por la expedici¨®n de Coronado, descubridor del Gran Ca?¨®n del Colorado
El conquistador Francisco V¨¢zquez de Coronado y Luj¨¢n atraves¨® entre 1540 y 1542 Arizona, Nuevo M¨¦xico, Texas, Oklahoma y Kansas y dej¨® un reguero arqueol¨®gico que dos expertos desvelan en un nuevo estudio
En la pel¨ªcula Indiana Jones y la ¨²ltima cruzada (1989), el famoso arque¨®logo interpretado por el actor Harrison Ford encuentra en una gruta de Utah (Estados Unidos) una cruz que Hern¨¢n Cort¨¦s hab¨ªa regalado al conquistador Francisco V¨¢zquez de Coronado y Luj¨¢n. Aunque ese obsequio nunca existi¨®, s¨ª hay una base real. Coronado, partiendo de Compostela (Nayarit, M¨¦xico), emprendi¨® entre 1540 y 1542 la b¨²squeda de las m¨ªticas Siete Ciudades de C¨ªbola y Quivira, todas repletas de inigualables riquezas. Atraves¨® buena parte de lo que hoy es Estados Unidos y dej¨® un rastro arqueol¨®gico que, ahora, el estudio Moneda medieval castellana en el Medio Oeste Americano ha recuperado.
El nuevo art¨ªculo, firmado por Ra¨²l S¨¢nchez Rinc¨®n, del Museo de Arqueolog¨ªa de ?lava, y Iagoba Ferreira Benito, recreador hist¨®rico, desvela el hallazgo en los ¨²ltimos a?os de proyectiles para ballestas, alfileres de ropa y monedas medievales, abandonados o perdidos por la expedici¨®n. Unos 300 espa?oles, a caballo o infanter¨ªa, y cerca de mil indios aliados atravesaron los actuales Estados de Arizona, Nuevo M¨¦xico, Texas, Oklahoma y Kansas. La b¨²squeda de las ciudades result¨® infructuosa, pero a cambio descubrieron el Gran Ca?¨®n del Colorado, una formaci¨®n natural que fue declarada Patrimonio Universal de la Unesco en 1979.
En los ¨²ltimos a?os, diversos rancheros y detectoristas ¨Den Espa?a la utilizaci¨®n de detectores de metales para reventar yacimientos arqueol¨®gicos es un delito¨D han localizado en Blanco Canyon (Texas) una serie de objetos met¨¢licos, entre ellos, dinero agujereado de Fernando IV (1295-1312) de la ceca de Toledo y otra moneda de un monarca castellano de la casa de Trast¨¢mara, probablemente de Enrique III (1390-1406), acu?ada en Burgos. Pero, adem¨¢s, desenterraron puntas de proyectil para ballesta fabricadas con cobre, balas de avancarga de plomo (para alimentar las escopetas por el ca?¨®n), peque?os conos de bronce (tambi¨¦n llamados agujetas), herraduras de caballo y sus clavos, hebillas de cintur¨®n y cuentas de vidrio. ¡°Entre estos materiales hay varios de gran inter¨¦s, relacionados con la vestimenta o equipos [militares] ofensivos y defensivos¡±, se?ala el estudio. Estos objetos, seg¨²n los redactores del art¨ªculo, publicado en la revista especializada El eco filat¨¦lico y numism¨¢tico, solo pueden corresponder a la expedici¨®n de Coronado.
Los expertos dan especial relevancia a ¡°unos canutillos de aleaci¨®n de base de cobre que cuentan con un clavillo que atraviesa diametralmente uno de sus extremos¡±. La funci¨®n, seg¨²n se recoge en abundantes representaciones pict¨®ricas de los siglos XV y XVI, era la de reforzar los extremos de los cordones que serv¨ªan para unir las prendas de vestir (jubones y calzas) o afianzar las piezas defensivas de malla del mundo militar.
Las puntas de proyectil halladas son similares a las de ballesta europeas de la ¨¦poca, pero difieren en el material utilizado (cobre, en vez de hierro) y el m¨¦todo de fabricaci¨®n. Fueron trabajadas a partir de un trozo plano de cobre doblado hasta conseguir la forma deseada. Ejemplares similares se han encontrado tambi¨¦n en la zona de Albuquerque y Hawikuh (Nuevo M¨¦xico), asociadas igualmente a la expedici¨®n de Coronado. Probablemente, fueron fabricadas en Am¨¦rica ante la falta de los suministros necesarios para forjar puntas de hierro en el continente. El conquistador Bernal D¨ªaz del Castillo dej¨® escrito que durante el asedio de Tenochtitlan en 1521 los espa?oles llegaron a fabricar 50.000 de estos casquillos en solo ocho d¨ªas.
En otra zona cercana al yacimiento ¨Dllamado Jimmy Owens, nombre del primer detectorista que lo hall¨®¨D se encontr¨® un guante de malla. Los expertos valoran la posibilidad de que pueda tratarse de una protecci¨®n ¡°medieval y renacentista¡± que cubr¨ªa la mano izquierda desarmada y que evitaba los cortes que pod¨ªa sufrir el soldado al desviar la hoja del contrario o aferrarla. Solo cubre tres dedos. En el momento de la expedici¨®n de Coronado, este tipo de protecciones ya no se empleaba en Europa, pero s¨ª en Am¨¦rica. Hay constancia de que en 1622 se enviaron 200 cotas de malla a la actual Jamestown (Virginia). Sin embargo, los da?os provocados en el yacimiento por los expoliadores impiden su dataci¨®n y que pueda determinarse el lugar exacto del hallazgo y su contexto arqueol¨®gico. Quiz¨¢s su antig¨¹edad no supere los cien a?os y sea de alguna explotaci¨®n ganadera pr¨®xima. ¡°Lo que nos extra?a¡±, afirman los investigadores, ¡°es que se encuentre en muy buen estado de conservaci¨®n, a pesar de los 500 a?os transcurridos¡±.
En su viaje tras las Siete Ciudades de Oro, Coronado y sus hombres exploraron los territorios del norte texano, localizando nuevas ciudades y tierras, algunas tan emblem¨¢ticas como el Ca?¨®n del Colorado, descubierto por uno de los hombres de la marcha, Garc¨ªa L¨®pez de C¨¢rdenas. El relato de la expedici¨®n fue recogido por el soldado Pedro Casta?eda de N¨¢jera, quien ofrece todo tipo de datos geogr¨¢ficos y etnogr¨¢ficos de unos territorios y pueblos hasta entonces desconocidos. Fueron los primeros europeos en ver, adem¨¢s del Gran Ca?¨®n, los bisontes.
En el transcurso de la ruta que los condujo hasta la ciudad de Quivira (Kansas), la fuerza expedicionaria de Coronado atraves¨® lo que hoy es Texas, donde a tenor de la documentaci¨®n conservada establecieron dos campamentos en sendas barrancas. El primero se situ¨® cerca de un poblado de los indios teyas y fue golpeado por una fuerte tormenta de granizo que provoc¨® importantes da?os materiales y la huida de varios caballos. En el segundo, el contingente permaneci¨® un par de semanas cazando bisontes mientras Coronado y un peque?o grupo se aventuraban m¨¢s hacia el norte.
El estudio recuerda, igualmente, que ¡°las dos monedas bajomedievales castellanoleonesas halladas son las que generan m¨¢s dudas y ofrecen las mayores inc¨®gnitas¡±. A falta del contexto arqueol¨®gico y de informaciones relativas a las circunstancias en el que se encontraron las piezas, se pueden establecer dos hip¨®tesis. ¡°La m¨¢s l¨®gica y probable es que viajaran en las faltriqueras de algunos miembros de la expedici¨®n [de Coronado] con el fin de ser utilizadas como medio de cambio con los nativos o a modo de presente¡±. La segunda hip¨®tesis es que ambas piezas numism¨¢ticas llegaran a trav¨¦s del intercambio comercial que manten¨ªan los indios teyas con otros pueblos pr¨®ximos y que estos previamente hubiesen tenido contacto con los espa?oles.
¡°Como es norma habitual en los hallazgos con detector de metales, adem¨¢s de perderse la informaci¨®n contextual asociada a las piezas, estas no suelen recogerse de un modo sistem¨¢tico y protocolizado, lo que provoca que se pierdan datos muy valiosos para futuras investigaciones¡±, se quejan los expertos. Los materiales ¨Do muy posiblemente solo parte de ellos¨D han sido depositados en el Museo de Historia del Condado de Floyd (Floydada, Texas).
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