Lola T¨®rtola: ¡°El ¨¦xito ser¨ªa poder echarme la siesta todos los d¨ªas¡±
La poeta y m¨¦dica residente de Cirug¨ªa Pl¨¢stica, de 27 a?os, gana el Premio Nacional de Poes¨ªa Joven con ¡®Los dioses destruidos¡¯, un poemario donde pasa revista a las carencias y ausencia de certezas de su generaci¨®n. ¡°M¨¢s que escribir, maquino versos¡±, confiesa.
No la conozco, pero, nada m¨¢s enterarme de la concesi¨®n de su premio, le env¨ªo un mensaje por Instagram y me responde, gentil¨ªsima, a los 10 minutos desde el hospital G¨®mez Ulla. Aunque estudi¨® la carrera en su Murcia natal, es en este centro p¨²blico de Madrid donde trabaja y se forma como residente de tercer a?o en una especialidad, la cirug¨ªa pl¨¢stica, est¨¦tica y reparadora, tan demandada por los m¨¦dicos reci¨¦n graduados que se precisa una nota alt¨ªsima para conseguir plaza. T¨®rtola accede de inmediato a la entrevista, hace un hueco en su endiablada agenda de guardias y estudios y viene ella misma a la redacci¨®n de EL PA?S, en el otro extremo de la ciudad, para facilitar el encuentro. Sabe que su perfil, una combinaci¨®n entre poeta laureada y futura cirujana pl¨¢stica, es irresistible para los periodistas y est¨¢ decidida a aprovechar su momento para darle alas a su obra.
?Qu¨¦ puesto sac¨® en el examen del MIR?
El 296, de m¨¢s de 11.000 graduados en Medicina que se presentaron en mi a?o.
?Siempre ha sido tan lumbreras?
Bueno, ser¨ªa rid¨ªculo decir que no, pero no fui la n¨²mero 1 de mi promoci¨®n. Durante la carrera, adem¨¢s de estudiar, escrib¨ª y viv¨ª, estuve en Roma de Erasmus, lo pas¨¦ muy bien. Pero el a?o del MIR me dediqu¨¦ solo a estudiar y tuve suerte. Estaba en casa de mis padres, no tuve que trabajar mientras estudiaba, tuve una serie de privilegios que otros no tienen.
?Por qu¨¦ se justifica?
[silencio]. Buena pregunta. Pues porque siento que debo justificarme. Creo que el, digamos, elitismo, el ser punta de lanza en algo como esto no se suele conseguir solo por uno mismo. Estudi¨¦ a base de becas, soy producto de la educaci¨®n p¨²blica, mi madre, que es profesora de Lengua, limpiaba y cuidaba de otros y daba clases particulares para que sus hijas pudi¨¦ramos ser lo que quisi¨¦ramos.
?Fue una ni?a letraherida?
F¨ªjate que no. Mi madre, incluso, estaba medio enfadada porque cre¨ªa que no hab¨ªa logrado trasmitirnos su amor por la lectura. Pero, de adolescente, empec¨¦ a buscar y leer poes¨ªa a escondidas en el ordenador, porque me daba verg¨¹enza.
Ni que estuviera viendo porno duro.
Para m¨ª era peor que eso. Me parec¨ªa que era algo pedante e intelectualmente elitista. Yo dec¨ªa que estaba estudiando y, si mi madre entraba en el cuarto, la escond¨ªa. Lo primero que le¨ª fue a Gil de Biedma. Luego, mi madre me pill¨® leyendo un libro de Borges. Cuando le¨ª su primer cuento me qued¨¦ tan maravillada que dije yo me tengo que dedicar a esto. Ten¨ªa 15 a?os.
Entonces, ?la medicina es su plan B?
Bueno, tambi¨¦n estaba obsesionada con la cirug¨ªa. Yo quiero escribir, pero, para escribir tengo que vivir, para m¨ª la experiencia es lo m¨¢s importante, y pens¨¦ que la medicina me dar¨ªa un conocimiento de la condici¨®n humana. Adem¨¢s, me gusta trabajar con las manos. Y reconstruir el cuerpo tiene algo de artesano, como la poes¨ªa. De hecho, hay toda una po¨¦tica del cuerpo.
La cirug¨ªa pl¨¢stica y la poes¨ªa buscan la belleza.
Esa es la conexi¨®n f¨¢cil. Pero, s¨ª. La belleza es aquello que no puedes dejar de recordar, y, yo, m¨¢s que escribir, maquino poes¨ªa. Escribo porque no puedo no escribir, es inevitable. Si pudiera evitarlo, me dedicar¨ªa a mi trabajo tan feliz, pero no puedo dejar de pensar, ir por la calle, o estar operando, si la operaci¨®n no es complicada, que se me aparezcan dos palabras y que no pueda dejar de pensar hasta que encuentro otros versos, otras palabras que encajen, y se forma un poema. Entonces, cuando lo recuerdo, es cuando me siento y lo escribo. No antes. Pero para eso hace falta mucho tiempo y una vida no muy ocupada, lo que no es mi caso ahora mismo.
?Qu¨¦ opina de quienes, como el cirujano Pedro Cavadas, dicen que los m¨¦dicos j¨®venes solo quieren tener vacaciones?
Les invitar¨ªa a pasar una guardia de 24 horas conmigo y volver a casa con mis compa?eros de piso compartido, casi sin luz, sin espacio ni tiempo para poder compartir la vida con la gente a la que quieres. Antes te dec¨ªa que no me siento a escribir, pero es que es literal: en mi cuarto de piso compartido no tengo una mesa con una ventana donde entre la luz y poder escribir. Y lo peor es que eso es dif¨ªcil que cambie, incluso con los 30.000 euros del premio.
Muchos de sus colegas admiten que eligen la especialidad de Dermatolog¨ªa o Cirug¨ªa Pl¨¢stica para forrarse en la sanidad privada.
Y lo puedo entender. No es mi caso. Yo quiero trabajar en la sanidad p¨²blica y ojal¨¢ nunca tenga que renunciar a ella, porque de verdad que es lo que me gusta y por convicci¨®n. Yo a lo p¨²blico le debo todo y quiero devolverle de alguna manera a la sociedad lo que me ha dado.
En su poema ¡®A nuestro pante¨®n en crisis¡¯ pasa revista a las posibles nuevas deidades de su generaci¨®n. ?Echa en falta clavos a los que agarrarse?
Yo s¨ª, y mis amigos, y la gente de mi edad. Me encantar¨ªa pensar que el ser humano no necesita la conciencia de algo superior, pero, yo, s¨ª. Los dioses antiguos, el monote¨ªsta y los polite¨ªstas, est¨¢n completamente destruidos y estamos continuamente intentando reemplazarlos con algo: el consumo, las redes sociales, el scroll infinito del m¨®vil. Al final, es el capitalismo el dios real al que adoramos, no podemos escapar ni dejar de rendirle culto porque nos excluimos de la sociedad.
Una de esas nuevas deidades que cita es la fluoxetina, un antidepresivo. ?Los conoce bien?
Yo nunca los he tomado, pero tengo muchos amigos que s¨ª. No hay que demonizarlos, pero el que, de forma sistem¨¢tica, tantos j¨®venes tengamos que tomarlos es muy preocupante y creo que habr¨ªa que echarles un vistazo a las razones. Las condiciones laborales precarias, la inexistente justicia social, la falta de tiempo y espacio en la calle para tener vida social, relacionarte, para crear v¨ªnculos con las personas, todo eso influye.
Si es dif¨ªcil establecer v¨ªnculos, ?del amor ni hablamos?
Con el ritmo de vida que impone el capitalismo es muy dif¨ªcil encontrar y mantener el amor. No solo el de la pareja, sino el de los amigos, el de la familia, el del pr¨®jimo. Para eso hace falta tiempo, cuidado y dedicaci¨®n. Estamos absolutamente fusionados con el amor, todas las pel¨ªculas y las narrativas actuales se dirigen a eso, a ser queridos, pero no estamos yendo a la ra¨ªz del problema. Es mucho m¨¢s exitoso tener docenas de contactos superficiales que tener cuatro profundos.
?Qu¨¦ es entonces para usted el ¨¦xito?
Para m¨ª el ¨¦xito es poder echarme la siesta todos los d¨ªas. Con un sueldo y una vivienda y un trabajo y una vida digna. Ese es el verdadero lujazo. Mira, esa es mi peque?a rebeli¨®n contra el capitalismo. Echarme la siesta siempre que puedo.
Dicen que la alegr¨ªa es revolucionaria.
Estoy absolutamente de acuerdo, y me jode que me lo digas, porque este libro m¨ªo es poco alegre. No s¨¦ por qu¨¦, siendo yo una disfrutona de la vida, me sale este tono eleg¨ªaco. Me lo he preguntado mucho y la respuesta la tiene el poeta Francisco Brines. Como ¨¦l, amo tanto la vida que me da rabia que vaya pasando. Tengo nostalgia anticipada.
?Qu¨¦ le parece las chicas que se gastan sus primeros sueldos en aumentarse los pechos?
Que no hay que culpar a esas chicas, sino a quienes nos han impuesto esos modelos de belleza tan estrechos, tan uniformes, tan cl¨®nicos, en los que no cabe casi nadie.
?Usted se har¨ªa algo?
No, bastante hago con lavarme la cara y echarme r¨ªmel por las ma?anas. Pero eso no me hace mejor ni peor, ni juzgo a qui¨¦n lo hace.
?Tiene versos rond¨¢ndole ahora por la cabeza?
Claro, hay muchas notas, pero, como estoy trabajando much¨ªsimo, lo que estoy haciendo es leer, leer, releer mucho. Tard¨¦ 6 a?os en hacer este libro, y tuve que parar uno entero sin tocarlo, para olvidarlo y poder rescatar lo que recordaba. Esa es mi prueba de que un poema es bueno.
Con un libro cada 6 a?os no se va a hacer rica.
Bueno, Claudio Rodr¨ªguez tardaba 10, ?qui¨¦n soy yo para tardar menos?
A este paso, acabar¨¢ antes el MIR. ?Le voy pidiendo hora para un lifting?
[r¨ªe] Me niego. Hago objeci¨®n de conciencia.
EL BISTUR? Y LA PALABRA
Lola Tórtola (Murcia, 27 años) dice que preferiría no escribir, pero que no puede no hacerlo. Se le aparecen palabras a las que no puede dejar de dar vueltas hasta encontrarles un encaje, una forma y un sentido. Así, palabra a palabra, verso a verso, forjó 'Los dioses destruidos', el libro con el que acaba de ganar el Premio de Poesía Joven. Tardó seis años, en los que, además, estudió seis cursos de Medicina, vivió y gozó las mieles de un Erasmus en Roma, se encerró a preparar la oposición a Médico Interno Residente y sacó el puesto de residente para ser cirujana plástica y reparadora. Tiene otro poemario en mente. Pero no tiene prisa. Su rebelión frente al ritmo de vida que le imponen otros es tomarse su tiempo para su obra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.