Pa¨ªses Bajos salda su deuda con el impresionismo
El Museo Van Gogh de ?msterdam celebra el 150 aniversario de un movimiento que entr¨® muy lentamente en el pa¨ªs con una muestra que re¨²ne m¨¢s de un centenar de obras
En el 150 aniversario del impresionismo, el Museo Van Gogh de ?msterdam ha reunido m¨¢s de un centenar de obras procedentes de 15 salas nacionales y colecciones particulares. Con ellas, propone un viaje alrededor de la lenta y trabajosa llegada del movimiento art¨ªstico a ...
En el 150 aniversario del impresionismo, el Museo Van Gogh de ?msterdam ha reunido m¨¢s de un centenar de obras procedentes de 15 salas nacionales y colecciones particulares. Con ellas, propone un viaje alrededor de la lenta y trabajosa llegada del movimiento art¨ªstico a Pa¨ªses Bajos. Cost¨® aceptarlo en un entorno art¨ªstico influido todav¨ªa por los tonos oscuros de los maestros del Siglo de Oro y escenas m¨¢s conservadoras. Y, aunque algunos coleccionistas tuvieron m¨¢s ojo que las salas nacionales, hubo cuadros de Renoir, C¨¦zanne, Degas o Manet que no fueron comprados debido en gran parte a los gustos de la ¨¦poca.
Titulada Viva el impresionismo, la muestra permanecer¨¢ abierta hasta el 26 de enero, y es a la vez un saludo y el reconocimiento de los artistas que deseaban expresarse en completa libertad. Sin interferencias de jurados academicistas. Era un grupo heterog¨¦neo que dio la espalda al Sal¨®n de Par¨ªs, la prestigiosa exposici¨®n de la Academia de Bellas Artes, cuya aceptaci¨®n o rechazo pod¨ªa lanzar y desbaratar carreras. El atrevimiento de perseguir los cambios de la luz con brochazos que, vistos de cerca, desdibujaban la imagen, pero a la distancia adecuada reflejaban una realidad que preludia la abstracci¨®n, les vali¨® duras cr¨ªticas en Francia. En Pa¨ªses Bajos, con tendencia entonces a las luces marron¨¢ceas al ¨®leo y a escenas m¨¢s clasicistas, los impresionistas tardaron en aparecer en los museos. Cuando lo hac¨ªan, los paisajes de Claude Monet acaparaban las compras porque encajaban en la tradici¨®n pict¨®rica nacional. Incluso en su versi¨®n luminosa. Adem¨¢s, pas¨® una temporada en la localidad de Zaandam y plasm¨® su versi¨®n del entorno. Molinos incluidos.
Hay un cuadro de Monet, titulado Barcos de pesca (1885), que resume todo lo que intentaba captar al aire libre. El mar parece estar en movimiento y el agua cambia de color a medida que el ojo recorre el lienzo. El titulado Botellas y melocotones (1890), de Paul C¨¦zanne, considerado a su vez un posimpresionista, debe su atracci¨®n a la estudiada composici¨®n, la luz y la forma escogidas. El pintor influy¨® en movimientos posteriores, como el cubismo.
En 1876, el cr¨ªtico neerland¨¦s Marcellus Emants censur¨® la segunda de las ocho exposiciones impresionistas organizadas en Francia entre 1874 y 1886. Lament¨® la falta de precisi¨®n anat¨®mica de las figuras, las perspectivas poco convencionales y, claro, los colores brillantes. ¡°Seg¨²n Emants, el impresionismo nunca podr¨ªa merecer llamarse arte¡±, explica Fleur Roos Rosa de Carvalho, conservadora senior del museo y de la exposici¨®n. Al experto decimon¨®nico ¡°estos cuadros no le parec¨ªan lo bastante realistas porque desdibujaban la realidad¡±. ¡°Tampoco eran idealistas, por carecer de moral o ideas subyacentes¡±, dice. La visi¨®n ha cambiado hasta el extremo de que hoy puede decirse que ¡°el impresionismo es democr¨¢tico¡±, asegura. ¡°No hace falta tener un conocimiento previo de la Biblia, la mitolog¨ªa o las teor¨ªas art¨ªsticas para sentir algo frente a estas obras¡±. Hasta cuando retratan el Par¨ªs industrializado ¡°hay un nexo con la vida actual¡±.
En las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XIX resurgi¨® la apreciaci¨®n por el patrimonio cultural neerland¨¦s y su preservaci¨®n, y el nacionalismo empez¨® a jugar un papel en la sociedad, escribe la conservadora en el cat¨¢logo de la muestra. ¡°Hab¨ªa poco entusiasmo por el arte moderno franc¨¦s, y una generaci¨®n emergente de pintores, conocidos como la Escuela de La Haya, revivieron la tradici¨®n pict¨®rica nacional¡±. Los cr¨ªticos hablaban de impresionismo, ¡°pero su trabajo ten¨ªa poco que ver con el de Monet o Degas¡±, seg¨²n Rosa de Carvalho.
El que s¨ª capt¨® a tiempo la fuerza de la revoluci¨®n impresionista fue Theo van Gogh, el hermano de Vincent. Era marchante de arte en Par¨ªs y enviaba a Pa¨ªses Bajos obras de Alfred Sisley, Edgar Degas, Camille Pissarro y Monet, para que se vieran. Desde luego, tambi¨¦n con intenci¨®n de venderlas. ¡°Para su frustraci¨®n, no lo consigui¨®, y Vincent tambi¨¦n se enfad¨® mucho. Clamaba para que el mundo del arte dejara de ridiculizar a sus colegas¡±, afirma la experta. Ir¨®nicamente, movimientos como el posimpresionismo, simbolismo y puntillismo s¨ª generaron entusiasmo.
Las mujeres impresionistas est¨¢n bien representadas en la muestra. De Berthe Morisot hay dibujos y un lienzo titulado Peon¨ªas (1885-1887), ejecutado en el jard¨ªn mientras su hija jugaba. Dominan los verdes, azules y lila. Casada con Eug¨¨ne Manet, hermano del pintor Edouard Manet, ambos siempre la apoyaron, expuso en siete de las ocho muestras impresionistas parisinas. En 2023, este fue el primer cuadro de una impresionista adquirido por parte de un museo neerland¨¦s. De Marie Cassat, la artista estadounidense introductora del movimiento pict¨®rico en su pa¨ªs natal, hay una litograf¨ªa en blanco y negro y tres grabados en color. Estos recogen a una mujer lav¨¢ndose frente al espejo, otra de pie mientras le arreglan el bajo de vestido y una m¨¢s cerrando una carta. Cassat se inspir¨®, como Van Gogh, en las estampas japonesas y las obras fueron adquiridas por el Museo Van Gogh en 2022.
Marie Bracquemond, otra colega, lo pas¨® peor que Morisot. A ella no la respald¨® su marido, F¨¦lix Bracquemond, tambi¨¦n pintor y muy cr¨ªtico con el impresionismo. Marie dej¨® de pintar hacia 1890, y en la muestra hay un delicado Retrato de Louise (1877) que marca su entrada en el estilo impresionista. Un Cuenco con perejil (1878) de Eva Gonzal¨¨s, de ascendencia espa?ola, refleja lo que el museo califica de ¡°poderoso bodeg¨®n de encanto impresionista¡±. Fue disc¨ªpula de Manet, y aunque no quiso exponer con los miembros del movimiento, ¡°su pincelada suelta y vibrantes colores la unen a este¡±. Muri¨® a los 34 a?os despu¨¦s del parto de su hija, Julie.
Ellos y ellas est¨¢n aqu¨ª juntos. Pero el museo va m¨¢s all¨¢. Junto a unos grabados de Pissarro hay un conjunto de esculturas de Auguste Rodin. Los propios artistas mezclaron a finales del siglo XIX cuadros y figuras en sus exposiciones, y las que se exhiben en ?msterdam no defraudan. De tama?o natural la mayor¨ªa, algunas conservan incluso las huellas dactilares del artista, seg¨²n la sala. La edad del bronce es la figura de un var¨®n desnudo que simboliza el despertar. A su lado, se levanta, de bronce con p¨¢tina, Jean d?Aire, uno de los seis burgueses de Calais. Fue el grupo de notables que se ofrecieron al rey Eduardo III de Inglaterra a cambio de que levantara el sitio de la ciudad durante la Guerra de los Cien A?os (entre los siglos XIV y XV).
Las esculturas de Degas, delicadas y ¨¢speras a la vez, asoman brillantes en varias vitrinas. Presididas por la famosa bailarina de 14 a?os (1880-1882), con lazo de seda en la trenza de bronce, apenas preparan para los monotipos del pintor. Son los grabados o pruebas de impresi¨®n ¨²nica, en blanco y negro, y algunos retratan con erotismo a mujeres en el ba?o o leyendo. El artista no sol¨ªa ense?ar los de este tenor. En la despedida, el museo propone una galer¨ªa de oportunidades perdidas. Son siete cuadros de Renoir, Degas, C¨¦zanne, Manet, Sisley y Morisot que pasaron por Pa¨ªses Bajos, pero figuran hoy en colecciones y museos internacionales.