¡®La familia en el div¨¢n¡¯: el estimulante surrealismo del joven sueco que emula a Charlie Kaufman

Las pel¨ªculas y los autores m¨¢s singulares, aquellos que tienen la categor¨ªa de ¨²nicos, ya sea por sus estilos o por la excepcionalidad de sus relatos, son los m¨¢s dif¨ªciles de imitar. Rara vez crean escuela porque es necesario el atrevimiento e imprescindible el talento, y en esa combinaci¨®n casi todos los obstinados acaban perdi¨¦ndose.

Charlie Kaufman es uno de esos artistas. Con sus guiones para Spike Jonze (C¨®mo ser John Malkovich y Adaptation. El ladr¨®n de orqu¨ªdeas) y Michel Gondry (Human nature, ?Olv¨ªdate de m¨ª!), y sus posteriores t¨ªtulos como director (Synecdoche, New York; Anomalisa y Estoy pensando en dejarlo), ha ido creando un universo de aut¨¦ntico perro verde dentro de la industria, de cineasta al margen de cualquier convencionalismo en la base de sus historias y en su desarrollo, tan cercano al absurdo on¨ªrico como al surrealismo arbitrario. Sin embargo, hete aqu¨ª que a Kaufman le ha salido un ¨¦mulo con ciertas condiciones e ideas: el sueco Niclas Larsson, que viniendo de donde viene tampoco ser¨ªa extra?o que se hubiera inspirado en su veterano compatriota Roy Andersson, creador de Una paloma se pos¨® en una rama a reflexionar sobre la existencia. La familia en el div¨¢n, ¨®pera prima de Larsson, que se estrena exclusivamente en Filmin, aborda desde un atrevido surrealismo el lavadero de trapos sucios que es a veces la familia, y el joven director, de 33 a?os, la ha rodado en Estados Unidos con un reparto de lujo: Ewan McGregor, Ellen Burstyn, Taylor Russell, Rhys Ifans, Lara Flynn Boyle y F. Murray Abraham.

La pel¨ªcula, entroncando con Andersson, bien se podr¨ªa haber titulado La se?ora que se sent¨® en un sof¨¢ a reflexionar sobre la existencia, porque esa es precisamente su sinopsis argumental, si decidimos reducirla a algo palpable: una anciana visita con su hijo una tienda de muebles, le quita el pl¨¢stico a uno de sus sof¨¢s, se posa en sus cojines y decide quedarse all¨ª durante d¨ªas. Hasta el establecimiento acuden sus otros dos hijos y cada uno reacciona de un modo bien distinto: el cari?o y la condescendencia del rol de McGregor; el despiste estramb¨®tico del de Ifans; y el camino directo y pr¨¢ctico del de Flynn Boyle, que solo insiste en llamar a Urgencias porque a su madre se le ha ido la pinza. Todo ello, claro, entre situaciones fuera de cualquier l¨®gica.

En tono de comedia negra en el que va irrumpiendo poco a poco el drama, la pel¨ªcula es una paranoia en la que se suman los problemas cotidianos con los existenciales, y estos con el delirio, e incluso con un atisbo de romance con la amable encargada de la tienda. Sin haber le¨ªdo la novela de Jerker Virdborg en que se basa es complicado saber si las mejores ideas provienen de ella, pero lo cierto es que hay abundantes luces creativas en el trabajo de Larsson (el sof¨¢ como met¨¢fora de la calma final tras una vida de culpa; la imagen clim¨¢tica del fin de la mujer; los juegos visuales con las palabras furniture, mueble, y fracture, fractura), y no demasiadas sombras (esa deslucida fotograf¨ªa que, en su primer trecho, la hace parecer una integrante del movimiento cinematogr¨¢fico mumblecore; y, sobre todo, el excesivo parecido del pasaje principal de la banda sonora con la creada por Jon Brion para Embriagado de amor, de Paul Thomas Anderson).

De hecho, La familia en el div¨¢n (traducci¨®n metaf¨®rica del mucho m¨¢s directo, irracional y original Mother, coach) es hija de las desventuras de Adam Sandler con los puddings y con sus hermanas en Embriagado¡­ Como tambi¨¦n es descendiente del piso siete y medio de C¨®mo ser John Malkovich. Instantes sublimes de debacle personal asociados al surrealismo contempor¨¢neo, al que Larsson se agarra con una pel¨ªcula fracturada e imperfecta, pero siempre estimulante.