La resurrecci¨®n de Luna Luna, el parque de atracciones dise?ado por artistas como Dal¨ª, Basquiat o Keith Haring
Una exposicion itinerante que ahora recala en Nueva York muestra las instalaciones originales almacenadas desde 1987, restauradas con financiaci¨®n del rapero Drake
Hace 38 a?os se inaugur¨® en Hamburgo (Alemania) el primer parque de atracciones vanguardista de la historia: Luna Luna. Era una oda a la libertad, a los artistas y a los sue?os, basado en la premisa de que el arte debe presentarse bajo formas poco convencionales y llevarse a aquellos que, de otro modo, no lo buscar¨ªan en escenarios m¨¢s predecibles. Fue creado a partir de una fantas¨ªa del artista austr¨ªaco Andr¨¦ Heller y su mayor aliciente y singularidad era que las atracciones que lo constitu¨ªan eran tambi¨¦n instalaciones art¨ªsticas, concebidas por los creadores m¨¢s destacados de la ¨¦poca.
Luna Luna fue un parque on¨ªrico, sin precedentes, dise?ado con la pretensi¨®n de que fuera temporal e itinerara a lo largo del mundo. Del 5 de junio al 31 de agosto de 1987 fue visitado por unas 300.000 personas y al final de ese verano, tal y como estaba previsto, el parque se clausur¨® con la idea de exponerse en otro lugar. El plan era montarlo en el Parque Balboa de San Diego (California), pero un imprevisto hizo que el contrato se acabara cancelando. Las atracciones, repartidas en 44 contenedores, fueron entonces transportadas a un almac¨¦n en Texas y, una vez all¨ª, cayeron en el olvido.
Casi cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, aquellas atracciones han sido rescatadas y restauradas para su exhibici¨®n en una exposici¨®n itinerante que se puede visitar ahora en el centro The Shed de Nueva York hasta el 5 de enero del 2025, despu¨¦s de su paso por Los ?ngeles. El impulsor del rescate de Luna Luna ha sido Michael Goldberg, un empresario y director creativo estadounidense que ley¨® sobre la historia del parque durante la pandemia y acab¨® completamente obsesionado con volver a darle vida. Fue Goldberg quien consigui¨® la financiaci¨®n a trav¨¦s de una figura inesperada: el rapero Drake, entusiasmado con la historia de Luna Luna, pag¨® los 100 millones de d¨®lares (95 millones de euros) que costaba el material a trav¨¦s de su compa?¨ªa Dreamcrew, en colaboraci¨®n con Live Nation.
Fue una compra, adem¨¢s, a ciegas, ya que seg¨²n explican los responsables de la exposici¨®n, el dinero tuvo que ser abonado sin que se pudiera ver lo que hab¨ªa dentro de los contenedores ni constatar el estado en que se encontraban las piezas. Por suerte, aunque algunas permanec¨ªan en mal estado debido a los roedores y el paso del tiempo, otras se manten¨ªan milagrosamente inmaculadas. La compleja reconstrucci¨®n de las atracciones abarc¨® un periodo de dos a?os, donde los restauradores solo pod¨ªan guiarse por las fotograf¨ªas de Sabina Sarnitz, con las que se ilustr¨® el cat¨¢logo de 1987.
En 1987, Andr¨¦ Heller solo contaba con una subvenci¨®n de 474.035 euros, una cantidad ¨ªnfima para financiar un proyecto de esa ambici¨®n y envergadura, pero sedujo a los artistas invitados con un reto: viajar a su infancia y crear su propio parque de atracciones sin ninguna limitaci¨®n. Todos dijeron que s¨ª. Jean-Michael Basquiat dise?¨® una noria blanca de once metros de altura con una ilustraci¨®n central del culo de un mono y palabras inesperadas adornando cada una de las cabinas, que se llenaban de ni?os: ¡°Pornograf¨ªa¡±, ¡°Est¨¢ndar¡±, ¡°Dedos sangrantes¡±, ¡°Chasis¡±, ¡°Aplastado¡±. Mientras, sonaba la m¨²sica de Miles Davis. Roy Lichtenstein cre¨® un laberinto compuesto por 75 cristales con la intenci¨®n de desorientar a los participantes y la m¨²sica de fondo de Philip Glass.
El pabell¨®n de Salvador Dal¨ª se llam¨® Dalidom y consist¨ªa en un domo con un interior lleno de espejos, con la Blue Chip Orchestra amenizando la experiencia de verse reflejado de formas m¨²ltiples; y Keith Haring cre¨® el carrusel que pas¨® a convertirse en el icono del parque, as¨ª como las camisetas de merchandising, por mencionar algunos de los ejemplos m¨¢s ilustrativos. Pero para evocar la experiencia sensorial de Luna Luna, es importante tener en cuenta que la magia del lugar no la conformaban solo las atracciones art¨ªsticas, sino los performers.
Treinta atracciones
Entre las treinta atracciones que compon¨ªan el parque se paseaban zancudos y artistas disfrazados de monjas, ping¨¹inos, lunas y criaturas surrealistas, as¨ª como bailarines que invitaban a los visitantes a bailar y girar con ellos. Era un carnaval, una fiesta. Las performances eran tan disparatadas como pol¨ªticamente incorrectas, como un concierto de flatulencias que podr¨ªa causar estupor en el contexto actual. Y aludiendo a los cinco minutos de gloria que impuls¨® Warhol, los visitantes pod¨ªan hacerse fotos con famosos de cart¨®n piedra con la forma de Einstein o Marilyn Monroe. O convertirse en figura mitol¨®gica asomando la cara detr¨¢s de una figura de centauro.
Luna Luna era un parque para la imaginaci¨®n, donde todo ten¨ªa cabida. Andr¨¦ Heller cre¨® una capilla donde se celebraban matrimonios, invitando a que cada persona se casase con quien o con lo que quisiera y obtuviera un certificado de boda instant¨¢neo con fotograf¨ªa incluida. Una idea subversiva teniendo en cuenta que en 1987 los matrimonios entre personas del mismo sexo estaban prohibidos en Alemania, y casarse con objetos o mascotas era por supuesto algo impensable.
La libertad art¨ªstica que se consigui¨® reflejar en este parque de atracciones es el resultado de una confluencia de corrientes art¨ªsticas que abarcan desde el arte abstracto al expresionismo, pasando por el art brut, el pop art, el surrealismo, lo dad¨¢, el movimiento fluxus y el accionismo vien¨¦s. La creaci¨®n de Luna Luna estuvo influida tambi¨¦n por el cabar¨¦, el burlesque, el apogeo de los circos.
Pero tambi¨¦n una culminaci¨®n de momentos hist¨®ricos relevantes, como el estreno de la pel¨ªcula Fantas¨ªa; las Torres Watts creadas sin ning¨²n apoyo institucional por el artista italiano Simon Rodia; la creaci¨®n del grupo vanguardista japon¨¦s Gutai; el que Rosa Parks se negara a ceder su asiento; el legendario festival de Woodstock; las revueltas de Stonewall Inn; la primera fiesta de hip-hop organizada en el Bronx; la ¨®pera de Philip Glass y Robert Wilson Einstein en la playa; la llegada del hombre a la Luna; la primera imagen de la tierra desde el espacio; la apertura del Centro Pompidou; el estreno de la pel¨ªcula Polyester de John Waters; la exposici¨®n p¨²blica de los tesoros de la tumba de Tutankamon; la manifestaci¨®n que congreg¨® a un mill¨®n personas en Nueva York protestando por las armas nucleares; o cuando el funambulista franc¨¦s Philippe Petit logr¨® cruzar ilegalmente las dos torres del Wall Trade Center caminando sobre una cuerda floja.
A diferencia de la experiencia que brindaba el Luna Luna original, al descubierto, los visitantes actuales no podr¨¢n pasearse en la noria ni en el carrusel, pero s¨ª casarse y entrar en algunas instalaciones, adem¨¢s de interactuar con los performers y recorrer el itinerario donde, a partir de fotograf¨ªas, carteles y v¨ªdeos, se reconstruye la historia del primer parque art¨ªstico del mundo. Una oportunidad para olvidarse de la pol¨ªtica, la religi¨®n y la realidad para volver gr¨¢cilmente a la infancia.
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