El ¡®R¨¦quiem¡¯ de Mozart como investigaci¨®n po¨¦tica urbana
El Festival Poetas presenta, en su 18? aniversario, un recorrido itinerante basado en la misa de muertos del compositor austriaco en el que se implican artistas de diferentes disciplinas
En un sal¨®n suntuoso, lleno angelotes, ornamentos dorados y l¨¢mparas de ara?a, se agolpa el p¨²blico, de pie en el medio de la estancia, con el abrigo oto?al, mientras suena el viol¨ªn, el celo, un ¨®rgano. Es el Palacio de Fern¨¢n N¨²?ez, de estilo neocl¨¢sico, que se comenz¨® a construir a finales del siglo XVIII, y que ah¨ª sigue, en la frontera del madrile?o barrio de Lavapi¨¦s. De pronto, de forma sorpresiva, el coro Xenakis comienza a cantar los tres primeros movimientos del R¨¦quiem de Mozart: Introitus, Kyrie Eleison, el sobrecogedor Dies Irae. El movimiento coreogr¨¢fico de los cantantes entre el p¨²blico hace que el sonido vaya adquiriendo matices inopinados, y la gente se emociona entre los oropeles.
Es el comienzo del curioso espect¨¢culo itinerante dirigido por Maral Kekejian y Pepe Olona, tambi¨¦n director, este ¨²ltimo, del Festival Poetas, que lo acoge. El evento, estrenado este viernes, transcurrir¨¢ como un paseo por diferentes espacios urbanos hasta La Casa Encendida, sede del festival. Es un show musical, perform¨¢tico, sorprendente; tambi¨¦n una investigaci¨®n sobre los posibles usos art¨ªsticos del espacio urbano.
La Misa de R¨¦quiem en Re menor, K. 626, fue compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart en 1791 (cuando se empezaba a construir el citado palacio): la dej¨® inacabada, porque la muerte le pill¨® a la mitad. Los menos expertos en m¨²sica cl¨¢sica al menos recordar¨¢n la c¨¦lebre secuencia de la pel¨ªcula Amadeus, en la que un Mozart febril (interpretado por Tom Hulce) compone la pieza en su lecho de muerte, entre grandes alucinaciones y aspavientos, mientras se la dicta a su asombrado rival Antonio Salieri. Ese R¨¦quiem. La obra fue finalizada por su disc¨ªpulo Franz Xaver S¨¹ssmayr, aunque en este espect¨¢culo solo se utilizan las partes salidas inequ¨ªvocamente de la pluma del genio de Salzburgo: los ocho primeros movimientos, desde el inicio hasta Lacrimosa.
¡°El reto era pensar c¨®mo actualizamos una misa de muertos, c¨®mo la contamos ahora¡±, explica Kekejian. ?C¨®mo hacerlo? La respuesta es la siguiente: asignando cada secci¨®n de la pieza a un espacio y a un grupo de artistas. El p¨²blico, de manera itinerante, va pasando por las diferentes estaciones del R¨¦quiem y del barrio, la idea es que el p¨²blico est¨¦ en el centro de la acci¨®n y que la pieza tenga un car¨¢cter esc¨¦nico y po¨¦tico m¨¢s all¨¢ del musical. ¡°Una ruta f¨ªsica en Re menor¡±, seg¨²n la describen sus art¨ªfices.
El artista deambulante Emilio Rivas acompa?a a los espectadores en el paseo, hablando desde el micr¨®fono a los auriculares, transitando por la ciudad ya anochecida. Se corre el peligro, eso s¨ª, de parecer un mastod¨®ntico grupo de turistas, de los que estrangulan el barrio. Cuenta Rivas detalles de la vida del m¨²sico (¡°Sol¨ªa decir que estaba componiendo el R¨¦quiem para s¨ª mismo, para su propia muerte¡±), alternando notas autobiogr¨¢ficas u observaciones curiosas: Mozart tiene 7,5 millones de escuchas en Spotify. No son tantas, comparadas con los 21 de Rosal¨ªa o los 90 de Taylor Swift. ¡°Aunque no s¨¦ cu¨¢nta gente escuchar¨¢ a Rosal¨ªa o a Taylor Swift dentro de dos siglos, ni siquiera s¨¦ c¨®mo ser¨¢ la m¨²sica dentro de 200 a?os¡±, dice Rivas.
En la plaza delante del museo Reina Sof¨ªa, entre las siniestras luces azuladas de los furgones policiales y los ni?os que intentan mantener un partido de voleibol en la penumbra, se escuchan otros movimientos del R¨¦quiem, desde los ventanales iluminados del Real Conservatorio. El camino prosigue por estrechas aceras hasta el huerto vecinal Esto es una plaza (¡°Una catedral inaudita, un templo imposible de la naturaleza en mitad de la ciudad¡±, dice Rivas), donde se hace parada para escuchar el Rex tremendae en la oscuridad boscosa, y hasta La Casa Encendida. All¨ª, el d¨²o de performers Los Torreznos, siempre jugando al desconcierto, ofrece su torturada versi¨®n del Confutatis y, en el torre¨®n, el grupo de folk tronado Tarta Relena (¡°Pueden actuar tanto en el Primavera Sound como en una iglesia de Holanda¡±, se escribi¨® una vez en este peri¨®dico), de riguroso blanco, culmina con un Lacrimosa et¨¦reo y muy sentido. Unas cuarenta personas est¨¢n implicadas en esta acci¨®n colectiva.
Este a?o el Festival Poetas, que no es un festival de poes¨ªa estrictamente; sino un ¡°po¨¦tico festival¡±, cumple 18 a?os. ¡°Y en cierta manera es un renacimiento¡±, dice Olona. Cada a?o dedican el evento a alguna figura que merece ser reconocida como poeta: Alberto Garc¨ªa Alix, Isidoro Valc¨¢rcel Medina, Joan La Barbara, Pepe Mujica o el canto medieval de La Sibila. Este a?o ese poeta inopinado es Mozart y su R¨¦quiem. ¡°Es una composici¨®n que est¨¢ en la memoria colectiva¡±, dice Olona, ¡°la poes¨ªa son im¨¢genes que transmiten emociones, y este R¨¦quiem de Poetas es un viaje emocional lleno de palabras e im¨¢genes inesperadas en la ciudad¡±.
El programa de Poetas intercala, hasta el 23 de noviembre en La Casa Encendida, propuestas esc¨¦nicas y musicales como las de Versonautas, Alberto Cort¨¦s, Joshua Idehen o Isabel do Diego, pero tambi¨¦n lecturas de poes¨ªa como tal. Este a?o comparecen con sus versos Chus Pato, reciente Premio Nacional de Poes¨ªa con su poes¨ªa expandida, Mar¨ªa Eloy-Garc¨ªa, Babs Gons o Nina Dragi?evi?.
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