Se trata, por tanto, de la guerra
Hab¨ªa comenzado a leer el nuevo libro de Jean-Yves Jouannais de un modo tan despreocupado por estar y no estar entendiendo lo que le¨ªa cuando me asalt¨® un p¨¢nico repentino al comprenderlo todo de golpe

Una playa de la Vend¨¦e en Francia, un d¨ªa de julio, a las tres de la tarde. Dos ni?as de cuatro y ocho a?os con su padre, el escritor Jean-Yves Jouannais, comienzan una construcci¨®n de arena y piedras, sin un plan previo. ¡°?Vamos a hacer un castillo!¡±, dicen alegres. No puede todav¨ªa el padre saber que un d¨ªa iniciar¨¢ un libro que narrar¨¢ ese momento en el que est¨¢n de acuerdo en llamar ¡°castillo¡± a lo que pronto exigir¨¢ una barrera de arena que trate de preservarle de la inevitable destrucci¨®n. ¡°Se trata, por tanto, de la guerra, sin ambages, pero no hablamos en esos t¨¦rminos a los ni?os¡±, escribir¨¢ a?os despu¨¦s Jouannais al comienzo de Las barreras de arena, el ¡°tratado de castillolog¨ªa¡± que para Acantilado ha traducido con especial pericia Jos¨¦ Ram¨®n Monreal.
Abordar ese libro signific¨® ayer para m¨ª una experiencia ins¨®lita. Hab¨ªa comenzado a leerlo de un modo tan despreocupado y a la vez tan feliz por estar y no estar entendiendo lo que le¨ªa cuando me asalt¨® un p¨¢nico repentino al comprenderlo todo de golpe, con bofetada a la felicidad incluida. Y es que no hab¨ªa vuelta de hoja: se trataba de la guerra, sin ambages. En aquel libro se investigaba tanto sobre los or¨ªgenes del primer castillo playero como sobre la historia de todas las guerras de las que tenemos noticia y de las que Jean-Yves Jouannais es un potente experto.
No har¨¢ ni dos meses que el legendario autor de Artistas sin obra cerr¨® su Enciclopedia de las guerras, el ciclo de conferencias escenificadas que ven¨ªa dando mensualmente desde 2008 en el Pompidou de Par¨ªs. Conferencias que eran ¡°performances¡±, donde teatralizaba el proceso de escritura de ese libro inmenso, de esa gran Enciclopedia que ha ido construyendo desde la Il¨ªada a la Segunda Guerra Mundial y que, por su propio car¨¢cter ilimitado, siempre supo que evidentemente jam¨¢s terminar¨ªa.
¡°Jugamos para perder¡±, advierte Jouannais en la Vend¨¦e a sus hijas. Pero no les dice que detesta los castillos de arena porque desde un principio uno sabe que la marea est¨¢ subiendo y que la construcci¨®n va a ser arrasada, lo que no es agradable.
La marea siempre, con su voluntad de destruir cualquier corriente de vida, y ya no digamos, claro, con su convicci¨®n de arrasar la historia de la literatura. Sabe Jouannais que dedicarse a la escritura nunca consisti¨® en la inscripci¨®n de una obra personal, sujeta a la reinscripci¨®n de la originalidad, sino a ¡°reactivar¡± una y otra vez la historia de la literatura, a repetir lo ya escrito. Porque la historia de ¨¦sta puede verse como una obra colectiva y an¨®nima de la que, al final, solo quedar¨¢ lo que se ha escrito en la arena en el nombre de todos. Solo quedar¨¢ ¡ªdeber¨ªamos saberlo¡ª una sucesi¨®n de voces que se fueron expresando en sus respectivas ¨¦pocas y que, conscientes o no, fueron obsesivamente repitiendo historias, como si creyeran en la inmortalidad cuando en realidad no hicieron m¨¢s que ritualizar el destino ineludible del ser humano.
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