Lola Castell¨®, pionera del dise?o espa?ol
Como estudiante, dise?adora, editora, empresaria y comisaria, la valenciana ha participado de todas las fases de esta disciplina. Un libro recorre su trayectoria
Lola Castell¨® creci¨® en Aielo de Malferit en el a?o 47. Su padre, Emilio, cultivaba y vend¨ªa vides y olivos. Su madre, Isabel, cuid¨® de ella y de sus cinco hermanos. En su casa hab¨ªa algunos muebles de Thonet. Y ella quiso estudiar dise?o de interiores. La disciplina apenas exist¨ªa en Espa?a. En la Escuela de Artes y Oficios, donde se gradu¨® en 1969 se llamaba decoraci¨®n. Y en la escuela de Vicente Barreira, donde comenz¨® a estudiar, lo que cada uno quisiera, no ten¨ªa titulaci¨®n oficial.
Rafael Mart¨ªnez-Mart¨ªnez, el autor del libro Lola Castell¨®, belleza y funci¨®n, resume que durante la primera d¨¦cada del franquismo Espa?a era un pa¨ªs muy pobre. No es que no hubiera dise?o. Es que la industria apenas exist¨ªa. Y, cuando lo hac¨ªa, funcionaba con frecuencia sin agua o sin electricidad, como la empresa Andreu World.
Castell¨® viaj¨® por Holanda y Bruselas. Y cuando regres¨® a Espa?a supo que el dise?o que pod¨ªa llegar a hacer ser¨ªa el que ella y sus amigos estuvieran dispuestos a idear, fabricar y vender. Ni hab¨ªa ayudas oficiales ni modelos m¨¢s all¨¢ de los extranjeros. As¨ª, los dise?adores de aquel momento lo primero que dise?aban era a s¨ª mismos. Y, con el que ser¨ªa el galerista Luis Adelantado y su futuro marido Vicent Mart¨ªnez, Castell¨® comenz¨® a ensayar, cual malabarista, a dise?ar, producir y pagar por todo y a todos. El primer intento se llam¨® Grupo Huella. El segundo, Grupo Nuc, y ah¨ª se sumar¨ªa Daniel Nebot. Pero eran demasiado austeros. No exist¨ªa una cultura art¨ªstica extendida. Espa?a no estaba preparada para sustituir la pobreza con tan poco.
Activa y activista, uno de los primeros dise?os de Castell¨® lo hace para su hija Isabel. Castell¨® est¨¢ embarazada y con Nebot y Mart¨ªnez, el padre de la ni?a, idean la cuna. Llega un tercer grupo: Caps i Mans. Y otro dise?ador inolvidable, Jos¨¦ Juan Belda. Pero lo primero que logran producir est¨¢ firmado por el grupo Pam i Mig. Que hubiera tantos intentos para lograr empezar es lo importante. Que casi todos los nombres estuvieran en valenciano, tambi¨¦n.
Muerto Franco, el Instituto de la Peque?a y Mediana Empresa Valenciana (IMPIVA) les ayuda a crear Punt Mobles, la empresa que situar¨ªa a Castell¨®, y a su entonces marido Vicent Mart¨ªnez, en la historia del dise?o espa?ol.
El dise?o valenciano busca su hueco. En 1985 llegan a Alicante Alessandro Mendini y un joven Philippe Starck. Ha llegado el momento de aligerar las sillas. Hay espacio para otros muebles. Tal es el convencimiento de Castell¨® y Mart¨ªnez que fabrican sus sillas en fresno. La silla Nit (1986) quiere durar toda la vida. El arquitecto Arata Isozaki, que todav¨ªa no ha firmado el Palau Sant Jordi de Barcelona, la loa: le recuerda los arcos moriscos, la s¨ªntesis de una catedral: ¡°parece a la vez antigua y moderna¡±.
Castell¨® dise?a para su empresa y contribuye a crear el tejido empresarial de la Comunidad Valenciana. Para la firma Encanya dise?a muebles de rat¨¢n, junco y m¨¦dula como el sof¨¢ de dos plazas Ritmo. Para Punt, la mesa Vira (1989) que pasa a venderse en el templo del dise?o: la tienda que Terence Conran fund¨® en Londres: The Conran Store.
Pero como tantas mujeres, y mucho m¨¢s las pioneras de cualquier disciplina, Castell¨® no solo cuidaba su hija, dise?aba en su empresa y se ocupaba del asociacionismo que cimentaba una cultura empresarial, le solicit¨® a la directora del Parque Tecnol¨®gico de Paterna, Concha Azcoitia, la creaci¨®n de una guarder¨ªa para que, trabajadores y trabajadoras, pudieran conciliar maternidad y trabajo. Corr¨ªa 1988 cuando la escuela abri¨® sus puertas.
A todos estos trabajos, Castell¨® le sumar¨ªa el de editora (con encargos a Terence Woodgate, Pedro Miralles o Pepe Gimeno) para la empresa que co-dirig¨ªa. Y no dejar¨ªa de dise?ar. La alegr¨ªa de la mesa Carmen, que parece levantar el vuelo, refleja, tal vez, los a?os m¨¢s pr¨®speros de la vida de esta dise?adora.
Pero hay m¨¢s mesas, casi todas circulares, y todas sutiles, como si quisieran relativizar el peso que soportan.
En 1993 Lola Castell¨® participa en una muestra internacional. Inmersa en una pol¨ªtica de respeto, ilusi¨®n y cuidados, Vicente Blasco la invita ahora a ella a participar en la Feria de Verona Abitare il Tempo. Le pide que rescate un mueble. Y ella piensa en las faldas protectoras de la mesa camilla, arrinconada ¨Ccon los juegos y la conversaci¨®n- por la llegada del televisor, el sof¨¢ y la nueva domesticidad.
Su mesa La Camilla es el testimonio sutil de esa protesta. Un mueble mensaje.
Hasta el 2008 esta dise?adora compagina maternidad, empresa, dise?o y reivindicaci¨®n. Luego la crisis puede con todo. El rat¨¢n se fabrica en Asia. Los nuevos edificios espa?oles est¨¢n amueblados, ella es abuela y el dise?o busca renovarse y no durar para siempre. Castell¨® se jubila. Y ahora, Rafael Mart¨ªnez-Mart¨ªnez (en una edici¨®n de la Universitat Jaume I de Castell¨®n), recupera su historia en una monograf¨ªa.
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