Lo que las siete estatuillas a ¡®Oppenheimer¡¯ esconden: los Oscar ya son una empresa mundial
La Academia de Hollywood ha emprendido una campa?a de expansi¨®n internacional, por la que ha superado los 10.800 votantes y ha logrado unos galardones menos estadounidenses y m¨¢s repartidos por el planeta
Lily Gladstone aguant¨®, con el mejor de los gestos, el momento en que Michelle Yeoh ley¨® el nombre de Emma Stone como ganadora del Oscar a mejor actriz por su labor en Pobres criaturas. Hollywood iba a premiar por fin a una nativa estadounidense, iba a protagonizar un acto de contrici¨®n por d¨¦cadas de producci¨®n de w¨¦sterns con vaqueros buenos y pieles rojas retratados como crueles asesinos, insensibles ante la civilizaci¨®n que les tra¨ªa el hombre blanco. Y la elegida era una actriz joven, de ra¨ªces surgidas de la naci¨®n Piesnegros y de la tribu Nez, la tercera ind¨ªgena en ser candidata a un Oscar de interpretaci¨®n [previamente fueron Keisha Castle-Hughes por Whale Rider en 2004 y Yalitza Aparicio por Roma en 2018]. Pero en la papeleta, tozuda, solo aparec¨ªa el nombre de Emma Stone. La campa?a realizada por la Academia de Hollywood, tras arrasar en redes el hashtag #OscarSoWhite porque en aquella edici¨®n de 2015 los 20 int¨¦rpretes candidatos eran cauc¨¢sicos, se ha vuelto, curiosamente, en contra de Gladstone: hay m¨¢s votantes extranjeros, de much¨ªsimas y distintas minor¨ªas, y a ellos las deudas pendientes de Hollywood con los navajos o los apaches les suena a algo lejano: a ellos les emociona el corpus art¨ªstico que est¨¢n erigiendo una actriz de Arizona y un cineasta de Atenas, pero Atenas la original, la de Grecia, no la de Georgia.
Hace nueve a?os, los cerca de 6.000 miembros de la Academia eran en un 92% blancos y en un 75% hombres. Hoy la Academia tiene 10.800 votantes, y se ha invitado preferentemente a entrar en ella a grupos de minor¨ªas ¨¦tnicas. Resultado, una quinta parte de ellos viven fueran de EE UU, y cerca de un centenar son espa?oles. Nadie sabe qui¨¦n vota, aunque s¨ª se tiene la impresi¨®n de que los reci¨¦n llegados est¨¢n m¨¢s concienciados, y pueden que sean m¨¢s activos a la hora de rellenar la papeleta. Desde luego, est¨¢n enviando suficientes se?ales como para confirmar esta tendencia. Tras la 96? edici¨®n, ha quedado claro: Hollywood ser¨¢ un estado mental en el que triunfan los ejecutivos blancos, pero la Academia es una instituci¨®n en la que palpablemente las dudas en las estatuillas m¨¢s competidas se resolvieron anoche siempre a favor de la probable elecci¨®n extranjera.
Si la mexicana Roma lleg¨® tal vez demasiado pronto, la surcoreana Par¨¢sitos, de Bong Joon-ho, acert¨® en su momento: en 2020 se convirti¨® en la primera pel¨ªcula en lengua no inglesa en ganar al premio principal. Al a?o siguiente, el previsible Oscar p¨®stumo a mejor actor para Chadwick Boseman, el protagonista de Black Panther, por La madre del blues, y toda una estrella en su pa¨ªs, se esfum¨® para convertirse en la segunda estatuilla de Anthony Hopkins, gracias a su labor en El padre. El giro de acontecimientos sorprendi¨® hasta al mismo Hopkins, que cuando se ley¨® su nombre en la ceremonia estaba durmiendo en su Gales natal, adonde hab¨ªa vuelto de visita porque, total, el trofeo se lo iba a llevar Boseman... Se?ales del peso del votante no estadounidense. En la gala de anoche, de los cinco directores nominados en su categor¨ªa, dos (Jonathan Glazer y Justine Triet) lo hab¨ªan logrado con sendos ejemplos de cine de autor europeo (La zona de inter¨¦s y Anatom¨ªa de una ca¨ªda), filmes que adem¨¢s acumulaban cinco candidaturas cada uno, entre ellas a mejor pel¨ªcula¡ otro de los r¨¦cords de la pasada ceremonia: por primera vez compet¨ªan por el trofeo principal dos largos no en ingl¨¦s.
Porque esa es otra. Desde que la francesa Z, de Costa-Gavras, lograra ser candidata a mejor pel¨ªcula en 1970, solo 14 largometrajes extranjeros (producidos fuera de EE UU, y con la mitad o m¨¢s de los di¨¢logos no en ingl¨¦s) lo han logrado. Y la mayor parte lo ha obtenido en las ¨²ltimas ediciones. Si en la d¨¦cada de los 2010 hab¨ªa unas seis candidaturas por gala para t¨ªtulos extranjeros ¡ªeliminando el apartado creado expresamente de pel¨ªcula de habla no inglesa o pel¨ªcula internacional¡ª desde 2020 la media es de 15, y en esta edici¨®n han llegado a 25. M¨¢s a¨²n: puede que no haya estatuillas m¨¢s de la industria, m¨¢s estadounidenses, que la de efectos visuales y la de sonido. Pues esos premios Oscar se los han llevado, respectivamente, una pel¨ªcula japonesa con un exiguo presupuesto de 15 millones de d¨®lares, Godzilla Minus One, y La zona de inter¨¦s, cuyos responsables de sonido han salido completamente alucinados a recoger el galard¨®n en el teatro Dolby: s¨ª, el ruido y los aullidos de la maquinaria nazi son fundamentales en este drama sobre Auschwitz, pero la favorita en ese apartado era Oppenheimer.
El trofeo a mejor guion original se lo han llevado una pareja de franceses, Justine Triet y Arthur Harari, que por mucha Palma de Oro que respaldara a Anatom¨ªa de una ca¨ªda, no dejaban de ser dos elementos extra?os en mitad de la tierra de los grandes estudios. A Spider-Man: cruzando el multiverso le ha birlado el Oscar a mejor largo de animaci¨®n El chico y la garza, de Hayao Miyazaki, cuando lideraba las apuestas el filme con los miles de hombres y mujeres-ara?a; desde 2001 que se entrega este Oscar, solo dos pel¨ªculas hechas a mano y en un idioma distinto al ingl¨¦s lo han obtenido y las dos proceden del genio japon¨¦s. Y a¨²n queda la categor¨ªa de largometraje documental: por primera vez en la historia, ninguno de los cinco finalistas era estadounidense (y eso que en la preselecci¨®n hubo uno de Netflix producido por el matrimonio Obama sobre el m¨²sico afroamericano Julien Baptiste).
Casi la mitad de los nominados de anoche no eran estadounidenses, como tampoco lo eran cuatro de los diez directores de las candidatas a mejor pel¨ªcula. El a?o pasado gan¨® Todo a la vez en todas partes, una pel¨ªcula para la era TikTok protagonizada por personajes de origen asi¨¢tico. En esta lo ha hecho un filme m¨¢s cl¨¢sico, pero sobre un personaje controvertido de familia inmigrante y pasado izquierdista, que sufri¨® la caza de brujas, y que ha dirigido un brit¨¢nico-estadounidense. Y detr¨¢s ha quedado el drama comandado por un griego sobre un Frankenstein femenino en la Europa de hace un siglo. La Academia ha apostado por la internacionalizaci¨®n, y en temporada de premios hasta por Espa?a pasan candidatos como Martin Scorsese haciendo campa?a. Los Oscar lo tienen claro: globalizarse o morir.
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