Colombia disfruta de un c¨®modo arranque contra Venezuela (2-0)
La selecci¨®n anfitriona resuelve su primer compromiso con un triunfo desahogado ante Venezuela
Tras una comprimida ceremonia de apertura, con alegor¨ªas que pon¨ªan contraste entre el carnaval de Barranquilla y el conflicto b¨¦lico que est¨¢ dejando a Colombia en los huesos, tras un acto inaugural en el que el presidente, Andr¨¦s Pastrana, vestido con la amarilla, no se encontr¨® precisamente con el calor del p¨²blico durante su intervenci¨®n, la Copa Am¨¦rica acogi¨® la primera victoria de los anfitriones. Colombia, con fases optimistas de juego sin freno y mucha determinaci¨®n, tambi¨¦n con algunos ratos de sudores, pero m¨¢s bien con comodidad, se deshizo de una Venezuela que confirm¨® su condici¨®n de Cenicienta.
En Venezuela, el mejor es el hijo del jefe. Con sus arabescos, con su facilidad para desbordar y encontrar apoyos, Ricardo Pa¨¦z borr¨® cualquier sospecha de nepotismo. El seleccionador de los patriotas, su padre, le pone en la alineaci¨®n con fundamento. Escorado a la banda derecha y dibujando desde all¨ª zigzagueos y diagonales que le hac¨ªan aparecer por sitios inesperados, P¨¢ez puso en problemas a los colombianos en los primeros minutos, que se jugaron a un ritmo infernal, pasados de revoluciones.
Porque Colombia inyect¨® al arranque tanta velocidad que no parec¨ªa construida bajo el paraguas de Maturana. Hab¨ªa mucho toque, s¨ª, pero armado de v¨¦rtigo y, por consecuencia, de imprecisiones. La apuesta de los anfitriones trajo un comienzo de ida y vuelta, que le resul¨® beneficioso por lo decidido de sus ataques, en los que Castillo, al que convincentemente llaman el tigre, llen¨® de complicaciones a cuanto defensa se le puso
enfrente. Pero a la vez arriesgado, por lo envenenado de las contras visitantes, que, eso s¨ª, conclu¨ªan en humo en las proximidades del gigante C¨®rdoba.
La primera media hora de Colombia fue excelente, con numerosas y variadas llegadas. Venezuela sab¨ªa que el adversario le iba a aparecer por sus inmediaciones, pero no consegu¨ªa adivinar por d¨®nde ni con qui¨¦n. Y a los 15 minutos, de tanta determinaci¨®n, los anfitriones encontraron el camino del triunfo. El tanto lo anot¨® Grisales, en un buen remate, pero mucho tuvo que
ver en ¨¦l Giovanny Hern¨¢ndez, el chico en el que tienen depositados los colombianos buena parte de sus sue?os.
Colombia se ha enfrascado en una b¨²squeda desesperada por descubrir un nuevo Valderrama. Hay quien advierte indicios en Molina, pero Maturana se?ala a Hern¨¢ndez. Y por eso le regal¨® el sitio m¨¢s ilustre de su alineaci¨®n. Y el chico, con un aire Riquelme, ense?¨® cualidades: esconde la pelota con pericia, descubre claros donde resulta m¨¢s complicado, en las inmediaciones del ¨¢rea, y calcula con exactitud el sitio donde dejar sus pases rasos para hacerlos coincidir con la llegada de sus compa?eros. Pero no es Valderrama. No posee su toque, ni entiende el juego con la sensillez del melenudo.
El gol de Grisales s¨®lo tranquiliz¨® a Colombia en el marcador. Agrand¨® su colecci¨®n de ataques, sus avisos de gol; Castillo mand¨® un bal¨®n al palo como ¨²ltimo acto de servicio antes de caer lesionado-, pero no transmiti¨® la sensaci¨®n de tener el partido bajo control. Venezuela segu¨ªa insinu¨¢ndose con posibilidades. Dur¨® hasta el descanso. Despu¨¦s, tras perder a Vallenilla por doble amonestaci¨®n, cualquiera de sus sue?os sonaban a imposibles.
Colombia fue otra en el segundo tiempo. Menos atractiva, pero m¨¢s due?a de la situaci¨®n. Ya se puso a tocar y tocar, a recargar de horizontalidad su juego. A manejar, en suma, el resultado. Tras el 2-0, el partido se desplom¨®. Colombia sinti¨® la victoria bien guardada en el bolsillo y, sin encontrar un solo reproche del lado venezolano, decidi¨® que no ven¨ªa a qu¨¦ m¨¢s desgaste.
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