Pitar a Piqu¨¦
En Johannesburgo y en medio planeta estuvo Piqu¨¦ defendiendo al equipo que el aficionado tanto ama
En la extraordinaria entrevista que le hace Maite Rico a Javier Mar¨ªas en El Pa¨ªs Semanal hay respuestas de las que aprendo, como logra el mejor Mar¨ªas en sus novelas (¡°No puedes meterte en todas las guerras porque hay enemigos que manchan demasiado, incluso aunque sea para combatirlos¡±) y otras con los que no estoy de acuerdo. Las respuestas que me gustaron se las envi¨¦ a amigos con el enlace a la entrevista, como suelo hacer. Las que me disgustaron trat¨¦ de olvidarlas para no enfadarme ni enfadar a nadie m¨¢s; eran opiniones arriesgadas, para eso Mar¨ªas es Mar¨ªas, de las que sospech¨¦ que disgustar¨ªan a m¨¢s gente que a m¨ª. Una de ellas sobre feminismo, ajena a los temas del libro que promocionaba Mar¨ªas, fue el tuit con el que la cuenta de EL PA?S promocion¨® la entrevista en redes.
Ese titular impugnaba la entrevista: los que se enfadaban con ¨¦l estaban demasiado enfadados para leerla, pero lo suficientemente enfadados para compartirla. En cualquier caso era una opini¨®n que, emitida en solitario, centraba el debate. Vende mejor lo que puede ser malo que lo que puede ser bueno; tiene m¨¢s peso, el impulso de juzgarlo es mayor y se extiende con m¨¢s facilidad una opini¨®n que "caer¨ªa fatal" como dice Mar¨ªas que una que no se sabe c¨®mo va a caer.?He observado que cuando conocemos personalmente a alguien tendemos -creo yo- a priorizar su parte positiva; cuando no lo conocemos personalmente, tiende a imponerse con m¨¢s facilidad lo que nos parece malo: lo desagradable impugna el resto e invalida aquello que nos pueda gustar o nos ha gustado.
Tuve esa impresi¨®n cuando le¨ª la entrevista a Mar¨ªas, y cuando vi despu¨¦s el resumen del partido de Espa?a y escuch¨¦ los silbidos a Piqu¨¦. Hab¨ªa un aficionado medio en el Bernab¨¦u que entre la Copa de Mundo y las Eurocopas que gan¨® Piqu¨¦ con Espa?a, y las supuestas opiniones pol¨ªticas y el forofismo cul¨¦ de Piqu¨¦, prefer¨ªa lo segundo. Es el mismo aficionado medio que te dir¨¢ que la final de Johannesburgo es un d¨ªa tan importante como el d¨ªa en que naci¨® su hijo. En Johannesburgo y en medio planeta estuvo Piqu¨¦ defendiendo al equipo que el aficionado tanto ama, pero ese aficionado que silba a Piqu¨¦ prefiere que jure bandera a que se parta la cara por la selecci¨®n.
Va al campo con la misma camiseta que ¨¦l, a defender en la grada al equipo que ¨¦l defiende en el campo y a celebrar los goles con la misma euforia que ¨¦l. Pero entre lo que les une ese d¨ªa, que es todo, y lo que les separa otros d¨ªas, que son unas cosas, elige el rechazo.
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