Real Madrid, rebeld¨ªa en observaci¨®n
El alcance del arre¨®n final de los blancos en Wembley, cuando ya perd¨ªan 3-0, depender¨¢ de que despierte la jerarqu¨ªa que luci¨® el grupo el curso pasado
El desplome del Real Madrid en Wembley, con su estr¨¦pito, produjo una densa polvareda barrida cuidadosamente en cr¨®nicas y hojas de Excel. Los datos cuentan parte de lo que va de aquel equipo coral y camale¨®nico de las dos Copas de Europa al grupo que vagaba el martes sonado bajo el chaparr¨®n de oles de la grada prestada del Tottenham. Con aquello a¨²n retumbando, Cristiano mand¨® enseguida a buscar sus goles en Google, que es adonde hay que ir a mirarlos estos d¨ªas de secarral liguero (el portugu¨¦s lleva uno en seis partidos). En plena ca¨ªda, recurrir al buscador es como lanzar un cabo para amarrarse a noches mejores. En Google est¨¢ todo. Tambi¨¦n el batacazo de Girona.
La noche de Wembley lo normal era dudar a qu¨¦ punto de su historia estaba agarrado el Madrid entonces, desde d¨®nde llegaba aquel equipo de negro: si de la final de Cardiff, o directamente de deshacerse ante un primerizo en Montilivi. Solo dos minutos persiguiendo sombras, cuando perd¨ªa 3-0, parecieron despertar un rastro de rebeld¨ªa en el Madrid. Solo entonces discutieron que fueran lo que se ve¨ªa que eran, un equipo derretido, y se irguieron de sopet¨®n. Se trat¨® de apenas diez minutos el¨¦ctricos en los que se pusieron 3-1 y se barrunt¨® que eran capaces de acercarse a¨²n m¨¢s.
El arre¨®n fue para nada, pero el madridismo, y el Madrid, mantienen un intenso aprecio por esta clase de esfuerzos est¨¦riles: un sprint de 50 metros hacia un bal¨®n que todo el estadio sabe que se ir¨¢ fuera, y que de hecho se va (entre aplausos); una noche de abril de 2013 al ataque para remontar el 4-1 de la ida en Dortmund, pero en la que no se remonta (entre gran emoci¨®n). Estos instantes generalmente brotan durante colosales exhibiciones de desgana. Pero a menudo son solo eso: instantes. D¨ªas despu¨¦s de casi remontar al Borussia Dortmund, el Madrid perdi¨® la final de la Copa del Rey contra el Atl¨¦tico en el Bernab¨¦u. Muchos de estos arrebatos son como tararear el comienzo del estribillo en lugar de cantar la canci¨®n completa. Una evocaci¨®n.
La breve rebeld¨ªa de Wembley hay que almacenarla por ahora en el estante de esos raptos que apuntan a un pasado mejor, en los que asoma aquello que todav¨ªa puede volver a ser. Un gesto, s¨ª, pero el temblor de piernas que asalt¨® al Tottenham durante unos minutos fue perfectamente real. Aunque pasajero. Bajo los cascotes, a¨²n late el Madrid dominante del ¨²ltimo a?o y medio, al menos su parte mollar. Ha perdido la agitaci¨®n de la unidad de emergencia (Morata y James), pero si Zidane, una vez vaciada la enfermer¨ªa, es capaz de desentumecer la jerarqu¨ªa del resto, bien podr¨ªa no notarse tanto su ausencia. En ese caso ni siquiera llegar¨ªan al punto desesperado de necesitar convocar a la banda de las remontadas. Como en la triunfante traca final del curso pasado.
De lo contrario, esa rebeld¨ªa ante el Tottenham se desvanecer¨¢ como todas las carreras in¨²tiles del Bernab¨¦u, y de la primera visita del Madrid a Wembley quedar¨¢ el zarandeo del vendaval. Y Google; con todos los goles de Cristiano y las primaveras mejores.
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