Hazlo t¨², si sabes
Espa?a parece dividida entre quienes saben qu¨¦ tiene que hacer Hierro para ganar a Rusia, y quienes tambi¨¦n saben qu¨¦ tiene que hacer Hierro
Espa?a parece dividida entre quienes saben qu¨¦ tiene que hacer Hierro para ganar a Rusia, y quienes tambi¨¦n saben qu¨¦ tiene que hacer Hierro. Se trata de cosas muy distintas. Es una de tantas historias sobre qui¨¦n lleva la raz¨®n. ?Hay que mantener el rumbo? ?Hay que cambiarlo antes de que sea tarde? Llevar raz¨®n es una vieja obsesi¨®n. La raz¨®n es la raz¨®n y la queremos. Nos agrada pensar que nos pertenece. D¨ªas atr¨¢s, de visita por Espa?a, Fran Lebowitz contaba a In¨¦s Mart¨ªn Rodrigo que mucha gente la considera una escritora, tal vez porque se espera desde hace treinta a?os que publique un libro, pero ella en realidad encuentra que ¡°mi profesi¨®n es tener raz¨®n¡±. Vive de discutir. Tener la raz¨®n le encanta. No solo a ella. Todos hallamos estimulante acalorarnos, y si tenemos mangas, remangarnos, y explicar c¨®mo son las cosas o c¨®mo hay que hacerlas.
La alineaci¨®n de Espa?a es un asunto muy relevante. Aunque, ?qu¨¦ no lo es? Hace a?os, en un pueblo de Rusia detuvieron a un profesor sospechoso de matar a un amigo tras una discusi¨®n sobre ?g¨¦neros literarios! Hab¨ªan estado bebiendo, felices, pero en un momento dado la v¨ªctima afirm¨® que ¡°la ¨²nica literatura verdadera es la prosa¡±. Su amigo, apasionado de la poes¨ªa, lo acuchill¨®. Quiero decir con esto que no existen las ri?as menores. Hierro tiene opciones distintas para jugar contra los rusos. O la original o la nueva. Ambas presuponen incertidumbre, porque la primera no funcion¨® hasta la fecha, y la otra en cierto sentido a¨²n no existe.
Todos tenemos las cosas clar¨ªsimas hasta que hay que hacerlas. Incluso el sentido de la vida, hasta que hay que vivirla. Hace unas semanas vi a un amigo usar un taladro modern¨ªsimo para agujerear una pared en la que colgar unos cuadros. Pan comido. Su hermano le daba indicaciones enormemente ¨²tiles desde abajo: ¡°As¨ª no¡±, ¡°as¨ª¡±, ¡°pero qu¨¦ haces¡±, ¡°mal, fatal¡±, ¡°qu¨¦ burro¡±. Harto, aquel baj¨® de la escalera y le entreg¨® el taladro al hermano. ¡°Hazlo t¨², imb¨¦cil¡±, le dijo, sin amargura. Y vaya si lo habr¨ªa hecho, pero no supo encender el taladro.
Nada evita que alrededor de la selecci¨®n el debate est¨¦ clar¨ªsimo desde todas las partes. En f¨²tbol, nos parece que algunas cosas tienen a su favor que se hacen con un dedo, chas. No pueden ser m¨¢s f¨¢ciles. En contra, yo le veo que la gente, cuando llega la hora, a menudo no sabe hacer chas con el dedo. Es dificil¨ªsimo. En La fuga de Alcatraz, al compa?ero de celda de Frank Morris, Butts, le encargan que silbe cuando se acerque un vigilante, y as¨ª Morris podr¨¢ dejar de excavar el agujero por el que se fugar¨¢, y regresar a la cama para hacerse el dormido. Butts acepta el encargo. Es sencillo. Pero cuando el vigilante se acerca, y ha de alertar a Morris, junta los labios sin ¨¦xito. Nada. ?No sabe silbar! ?Es dificil¨ªsimo!
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