Brasil y el f¨²tbol, 100 a?os de pasi¨®n popular
El campeonato Sudamericano de 1919, precursor de la actual Copa Am¨¦rica, supuso la eclosi¨®n como fen¨®meno social del deporte en un pa¨ªs donde es el orgullo nacional
No solo fue el primer t¨ªtulo significativo de una selecci¨®n que en el futuro elevar¨ªa el juego a una categor¨ªa suprema conquistando el planeta con su maravilloso arrebato creativo. Tambi¨¦n supuso la g¨¦nesis de un saludable delirio popular que adopt¨® el amor al f¨²tbol como una parte m¨¢s de su naturaleza como naci¨®n. En 1919 el f¨²tbol era un pasatiempo emergente en Brasil, un pa¨ªs joven de apenas 30 millones de habitantes, cuya econom¨ªa se asentaba en la exportaci¨®n de caf¨¦ y que experimentaba una incipiente industrializaci¨®n capaz de atraer a miles de inmigrantes europeos. Despreciado por los intelectuales, el nuevo espect¨¢culo del f¨²tbol ten¨ªa un rango elitista, pese a que comenzaban a multiplicarse los clubes por todo el pa¨ªs. El campeonato Sudamericano de 1919, precursor de la actual Copa Am¨¦rica que Brasil y Per¨² dirimen en la final de este domingo (22.00, Dazn), ser¨ªa un punto de inflexi¨®n.
En ese Brasil ya porfiaban paulistas y cariocas por la hegemon¨ªa organizativa del f¨²tbol. La Confederaci¨®n Brasile?a de Deportes hab¨ªa encargado al club Fluminense la construcci¨®n en R¨ªo de Janeiro del estadio Laranjeiras para albergar el evento en el que participar¨ªan cuatro selecciones: Brasil, Argentina, Chile y Uruguay, campeona de las dos ediciones anteriores. Dicen que la capital carioca nunca volvi¨® a ser igual porque estaba descubriendo una nueva forma de pasi¨®n. Los partidos tuvieron un seguimiento tan masivo como peculiar. Solo 20.000 pudientes privilegiados pod¨ªan pagar las car¨ªsimas entradas al estadio. Pero para sorpresa de muchos, los trenes que llegaban desde S?o Paulo lo hac¨ªan repletos de curiosos.
Los peri¨®dicos locales instalaron enormes pizarras para seguir el desarrollo de los partidos en puntos neur¨¢lgicos, como la Avenida Rio Branco, abarrotada por una muchedumbre que esperaba en tensi¨®n las noticias que llegaban por v¨ªa telef¨®nica desde el estadio. Brasil gole¨® en el partido inaugural a Chile 6-0 con tres tantos de su estrella Arthur Friedenreich, de madre negra y ascendencia alemana por parte de padre. Una mezcla extra?a en el incipiente f¨²tbol brasile?o que vetaba en la mayor¨ªa de sus clubes la participaci¨®n de jugadores negros. Los locales tambi¨¦n vencieron a Argentina. Uruguay hizo los propio frente a los mismos rivales. Ante Chile la desgracia se ceb¨® con los charr¨²as: su guardameta Roberto Chery sufri¨® el estrangulamiento de una hernia inguinal tras una gran parada. Fue operado de urgencia y falleci¨® d¨ªas despu¨¦s.
Brasile?os y uruguayos hab¨ªan empatado a dos en el encuentro que deb¨ªa decidir el campe¨®n del Sudamericano de 1919. La FIFA tardar¨ªa medio siglo m¨¢s en instaurar los penaltis como m¨¦todo de desempate. El partido tuvo que repetirse. R¨ªo se paraliz¨®, y Uruguay y Brasil volv¨ªan a empatar a cero tras una pr¨®rroga. Se decidi¨® jugar otra prolongaci¨®n, y un gol de Friedenreich le otorg¨® a Brasil el primer t¨ªtulo de su historia.
Friedenreich se convertir¨ªa en el primer h¨¦roe nacional del f¨²tbol brasile?o, y no solo por sus cientos de goles anotados, como explica el inmortal escritor uruguayo Eduardo Galeano en El f¨²tbol a sol y sombra: ¡°Este mulato de ojos verdes fund¨® el modo brasile?o de jugar. ?l rompi¨® los manuales ingleses. ?l o el diablo que se le meti¨® por la planta del pie. Friedenreich llev¨® al solemne estadio de los blancos la irreverencia de los muchachos de color caf¨¦ que gozaban disputando una pelota de trapo en los suburbios¡±.
El antrop¨®logo brasile?o Roberto da Matta explica la trascendencia que la popularizaci¨®n del f¨²tbol supondr¨ªa para Brasil: ¡°Fue el f¨²tbol el que permiti¨® una visi¨®n m¨¢s positiva y generosa de nosotros mismos en un plano realmente nacional y popular, como ning¨²n libro, pel¨ªcula, obra teatral, ley o religi¨®n jam¨¢s conseguir¨ªa¡±. Las botas de Friedenreich estuvieron meses expuestas en la m¨¢s lujosa joyer¨ªa de R¨ªo. El c¨¦lebre m¨²sico Pixinguinha compuso una pieza en honor al mulato goleador. Los brasile?os hab¨ªan entendido que tambi¨¦n eran capaces de componer el ritmo sac¨¢ndole m¨²sica a un bal¨®n.
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