El aroma del Mu?eco
Ancelotti pudo inventarse un gran mediocentro a partir de un Pirlo de 21 a?os; Marcelo Gallardo se ha inventado un gran mediocentro a partir de Enzo P¨¦rez
Nadie sab¨ªa qu¨¦ hacer con Andrea Pirlo. El chaval era peque?o, t¨¦cnico e inteligente, un mediapunta de manual, lo que en Italia llamaban fantasista. Hab¨ªa debutado en la Serie A d¨ªas despu¨¦s de cumplir 16 a?os con su club de siempre, el Brescia, y se le supon¨ªa un gran futuro. Pero se mov¨ªa con demasiada lentitud en cuanto se acercaba al ¨¢rea, un lugar en el que el tiempo se acelera y todo ocurre deprisa. El Inter lo compr¨® barato. A Marcello Lippi, el entrenador, no le sirvi¨® y lo cedi¨® un a?o al Reggina. Cuando Pirlo volvi¨® al Inter, el nuevo entrenador, Marco Tardelli, tampoco le vio utilidad. Esta vez fue cedido a su club de origen, el Brescia, donde Carlo Mazzone, un zorro viejo, hizo un experimento raro: situ¨® al chaval en el mediocentro defensivo, un puesto que el calcio sol¨ªa reservar a tipos robustos y abnegados. Pirlo se rompi¨® enseguida.
Alguien se fij¨® en la idea de Mazzone. Carlo Ancelotti, entrenador del Milan, patrocin¨® la adquisici¨®n de Andrea Pirlo y someti¨® al jugador a una preparaci¨®n f¨ªsica especial. A Ancelotti le gustaba el trabajo que durante a?os hab¨ªa hecho Guardiola, tan fr¨¢gil y lento como Pirlo, en la sala de m¨¢quinas del Barcelona. Decidi¨® fabricar un Guardiola y la cosa funcion¨®. Pirlo ilumin¨® durante una d¨¦cada los estadios y el Milan de Ancelotti a?adi¨® dos nuevas Ligas de Campeones a su palmar¨¦s.
El ¨¦xito con Pirlo impuls¨® la carrera de Ancelotti, quien despu¨¦s de abandonar el Milan pas¨® por los banquillos del Chelsea, PSG, Real Madrid, Bayern de Munich y ahora del N¨¢poles. Puro lujo. Ancelotti pertenece a la ¨¦lite mundial de los t¨¦cnicos, el peque?o grupo en el que figura gente como Guardiola o Klopp. Quiz¨¢ tambi¨¦n Pochettino, aunque su Tottenham, prodigioso durante las ¨²ltimas temporadas, parezca este a?o un saco de pulgas. Esa es una caracter¨ªstica esencial del entrenador: las cosas acaban torci¨¦ndose. Lo dijo el inefable Trapattoni: ¡°Los entrenadores son como el pescado; pasado un tiempo, empiezan a oler mal¡±. Por m¨¢s que movilicen presupuestos gigantescos y puedan contratar a futbolistas extraordinarios, por mucho que conozcan las claves del f¨²tbol, llega un d¨ªa en que el equipo no responde.
A Marcelo Gallardo, el Mu?eco, siempre le acompa?¨® un fulgor especial. El gran Roberto Fontanarrosa describi¨® as¨ª al futbolista Gallardo: ¡°El Mu?eco siempre me ha parecido un jugador sensacional, muy completo, por manejo, por habilidad, por pegada, por panorama y por guapo, muy guapo¡±.
Dentro de poco, a Marcelo Gallardo le ocurrir¨¢ algo generalmente reservado a monarcas o dictadores: se cruzar¨¢ cada d¨ªa, al ir al trabajo, con un monumento a s¨ª mismo. A partir de diciembre, si no surgen contratiempos, en el estadio Monumental habr¨¢ una estatua del Mu?eco. Eso da una idea de la devoci¨®n que profesa River Plate al entrenador que le ha devuelto la hegemon¨ªa continental y, sobre todo, la hegemon¨ªa bonaerense: el gran rival, Boca Juniors, vive acomplejado a la sombra del River de Gallardo.
Guardiola dice de ¨¦l maravillas, los grandes clubes europeos le siguen la pista y, de superar la semifinal frente a Boca tras el 2-0 favorable de la ida, volver¨¢ a encontrarse en la final de la Copa Libertadores. Sus recursos no tienen nada que ver con los de la ¨¦lite mundial: Ancelotti pudo inventarse un gran mediocentro a partir de un Pirlo de 21 a?os; El Mu?eco se ha inventado un gran mediocentro a partir de Enzo P¨¦rez, un veterano del Benfica y el Valencia que cost¨® tres millones de euros.
Si se tiene en cuenta lo mucho que ha conseguido con lo poco de que dispone, Marcelo Gallardo puede ser considerado el mejor en su oficio. Y, sin embargo, alg¨²n d¨ªa empezar¨¢ a oler mal. En Buenos Aires o en cualquier otro sitio. As¨ª es como funcionan estas cosas.
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