El aburguesamiento de Bar?a y Madrid
La obsesi¨®n por lo propio no les deja ver lo nuevo. Es el tiqui-taca revolucionando su ritmo e integrando una obsesi¨®n t¨¢ctica que nos est¨¢ cambiando hasta el lenguaje.
Tiqui-taca 5.0. Como al que se le cae una moneda en la oscuridad y pretende encontrarla donde hay luz, el Madrid y el Bar?a quieren recuperar la credibilidad que perdieron con el aburguesamiento del ¨¦xito, en la comodidad de lo conocido y no en el esfuerzo del cambio. Sentirse due?o de la Champions, como el Madrid, o sentirse due?o de la Liga, como el Bar?a, perpet¨²an las actitudes y el estilo que llevaron al ¨¦xito. La obsesi¨®n por lo propio no les deja ver lo nuevo y el f¨²tbol, en poco tiempo, cambi¨® las obligaciones empujado por la fuerza de una nueva ¨¦poca. No como lo hizo en otros periodos, saltando de un juego propositivo a otro especulador o viceversa. Es el tiqui-taca revolucionando su ritmo e integrando una obsesi¨®n t¨¢ctica que nos est¨¢ cambiando hasta el lenguaje. Ya parecemos tecn¨®cratas cuando hablamos de f¨²tbol. Los abanderados son Klopp y Guardiola, que se enfrentan este domingo en el partido m¨¢s atractivo del f¨²tbol mundial.
A gusto del consumidor. El partido lo ver¨¢ el mundo entero y ser¨¢ r¨¦cord de audiencia. Muchos millones ser¨¢n del Liverpool, algunos menos del City, pero la gran mayor¨ªa ser¨¢n hinchas del f¨²tbol porque, hoy por hoy, no hay partido que ofrezca m¨¢s. A los aficionados solo les contentan los resultados, que son irrebatibles, pero como siempre lo ¨²nico que eleva al f¨²tbol a cotas art¨ªsticas y apasionantes son la ¨¦pica, la aventura y la est¨¦tica de los valientes que buscan su suerte. Pero hay que cambiar la vara de medir porque cada d¨ªa se jugar¨¢ m¨¢s para un tipo de consumidor que no sabe lo que quiere, pero lo quiere r¨¢pido. Se vienen nuevas generaciones de aficionados que se aburren con todo lo que no sea vertiginoso y fren¨¦tico. Y el f¨²tbol, que no es tonto, suele seguir respetuosamente los latidos sociales.
Equipo que gana unido permanece unido. Veremos, en el Liverpool, laterales que atacar¨¢n como delanteros y delanteros que presionar¨¢n como defensas. Y veremos en el City a mediocampistas jugando de defensas centrales para que la pelota salga limpia desde atr¨¢s y a una alt¨ªsima velocidad de circulaci¨®n para aprovechar los pocos espacios vac¨ªos que aparezcan. Guardiola es el ¨²nico que cambia ganando. De aquel Barcelona que deslumbr¨® a este City hay muchas diferencias y un punto en com¨²n: el de no especular. El City juega a jugar y juega a ganar. En cuanto a Klopp, lleg¨® al Liverpool en un momento de decadencia y su mensaje rockero entr¨® como un guante. El equipo tiene un gran sentido colectivo y es intenso, insistente, veloz, sacrificado. Es moderno. Lo puede hacer con una incansable continuidad porque la autoridad del entrenador creci¨® al mismo nivel que el prestigio de los jugadores. Ganando es f¨¢cil permanecer unidos y subidos encima de la euforia de Anfield.
A escena, la pausa. Como el ¨¦xito contagia, esta semana hemos visto al Slavia, un Liverpool del f¨²tbol modesto, pasar por el Nou Camp con un descaro impropio de las limitaciones de su plantilla. Ninguno de sus jugadores tiene talento suficiente para jugar en el Bar?a, pero todos juntos dieron una batalla apasionante con un juego riguroso y solidario puesto al servicio de la ambici¨®n. Viendo ese despliegue, termin¨¦ el partido cansado y preocupado. Si ni Messi puede con ese alarde f¨ªsico y organizativo, me dije, esto se complica. Al rescate de mi melancol¨ªa sali¨® Rodrygo, un talento suave y armonioso como un bailar¨ªn y preciso como un bistur¨ª, que en noventa minutos nos devolvi¨® el f¨²tbol de toda la vida, aquel en el que un talento superior y diferente lo pone todo patas arriba. ¡°Tiene pausa¡±, dijo Zidane al final del partido. Miren por d¨®nde, la palabra ¡°pausa¡± me dio un subid¨®n.
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