Hazard y la lengua negra
Qui¨¦n le iba a decir a un futbolista de semejante categor¨ªa que su primer reto en Espa?a consistir¨ªa en cerrar bocas
Si a los estadios no les hubiesen extirpado las cuerdas vocales, Eden Hazard ir¨ªa camino de aprender el significado de la palabra runr¨²n del modo menos deseable y, al mismo tiempo, m¨¢s instructivo: con la pr¨¢ctica. No existe otro club en el mundo donde las expectativas caduquen a tanta velocidad y, pocos, muy pocos con la paciencia necesaria para soportar lo que ya empieza a parecer un claro defecto de puesta a punto, un erre que erre constante... Pero bien: las lecciones de castellano, mejor de una en una. Cuando su maltrecho tobillo parec¨ªa preparado para la competici¨®n, ahora es una nueva lesi¨®n muscular la que lo mantendr¨¢ alejado de los terrenos de juego otras cuatro semanas, lo que supondr¨ªan las vacaciones ¨ªntegras de un trabajador cualquiera, sin duda la comparaci¨®n m¨¢s populista que se me haya podido ocurrir.
Todo lo que uno haya podido conseguir a lo largo de su vida deportiva no sirve de nada cuando se enfunda la camiseta del Real Madrid. Ni siquiera a quienes la han defendido durante a?os y alcanzado la gloria vestidos de blanco les vale de nada, pues el madridismo es una congregaci¨®n casi religiosa que exige una renovaci¨®n de los votos casi constante. Esto lo saben integrantes de la actual plantilla como Sergio Ramos, Marcelo o Benzem¨¢, y otras grandes leyendas del club como Casillas, Ra¨²l o Butrague?o, acosados en alg¨²n momento de sus carreras por el mosqueo colectivo de un estadio que primero exige, luego increpa y al final pregunta: si el pasado sirviera de algo en Concha Espina, el dorsal n¨²mero siete lo seguir¨ªa luciendo Amancio Amaro Varela, no Eden Hazard. Para el belga, el cron¨®metro ha comenzado a correr en sentido contrario, como las pujas del camar¨®n en las lonjas gallegas, que siempre van de m¨¢s a menos, y a su regreso portar¨¢ tal mochila de d¨¦bitos que ya veremos hasta d¨®nde est¨¢n dispuestos a darle cr¨¦dito quienes no escatimaron ilusi¨®n y buenos deseos con su fichaje.
La calidad del atacante es tan indiscutible como su escaso rendimiento desde que dej¨® las islas para recalar en Mordor, ese Madrid de lengua negra que devora a todo aquel que no se gana el derecho a llamarse h¨¦roe, a excepci¨®n, claro est¨¢, de Antonio Cassano. De hecho, no son pocos los que han intuido en su f¨ªsico los peores recuerdos del italiano y la cara de Kak¨¢, otra v¨ªctima ilustre del peso de la historia vikinga, ese conjunto de leyendas mesetarias que se resumen en un solo verbo: ganar. Ni siquiera el t¨ªtulo de Liga conquistado este verano ¨Csuyo solo en teor¨ªa¨C puede ocultar una cierta decepci¨®n con un futbolista que ven¨ªa a marcar diferencias y acumula m¨¢s partes de baja que partidos oficiales, justo el tipo de d¨¦ficit que peor soporta la hinchada merengue. El Real es un club que solo se encuentra c¨®modo en el terreno de las certezas, aunque no sean del todo positivas, y este Hazard eternamente magullado lo obliga a especular, a temerse lo peor, que para el caso bien podr¨ªa ser la imposibilidad de pitar como se merece al ¨²ltimo soldado predestinado al aplauso. Qui¨¦n le iba a decir a un futbolista de semejante categor¨ªa que su primer reto en Espa?a consistir¨ªa en cerrar bocas y aprender el significado de algunas onomatopeyas... Pues en esas estamos: ?Boom!
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