La esperanza se consume en el K2
Los tres himalayistas desaparecidos desde el viernes por encima de los 8.200 metros pueden sumarse a los fallecimientos de Sergi Mingote y Atanas Skatov
La resaca de la conquista del K2 en invierno puede haber derivado en una pesadilla: si el viernes se conoci¨® la muerte en accidente del b¨²lgaro Atanas Skatov, hoy se teme por la vida de tres alpinistas desaparecidos desde id¨¦ntica fecha en alg¨²n lugar de la monta?a localizado por encima de los 8.200 metros. El tr¨ªo, formado por el pakistan¨ª Ali Sapdara, el island¨¦s John Snorri y el chileno Juan Pablo Mohr (compa?ero de expedici¨®n del catal¨¢n fallecido, en este mismo escenario, Sergi Mingote) fue visto el viernes por ¨²ltima vez por el hijo de Ali, Sajid, quien abort¨® su ataque a cumbre por un problema de funcionamiento de su regulador de ox¨ªgeno artificial. Un contratiempo que salv¨® su vida.
Cuando este emprendi¨® su regreso al ¨²ltimo campo de altura, el grupo se encontraba bajo el cuello de botella, donde arranca la temida, t¨¦cnica y expuesta parte final de la monta?a de 8.611 metros. Sajid esper¨® 20 horas el regreso de su padre y sus compa?eros en su tienda del campo 3, a 7.300 metros. Desde el campo base, le instaron ayer a que abandonase la espera: demasiadas horas expuesto a la altitud y al fr¨ªo (50 grados bajo cero), demasiado desgaste como para poder ayudar¡ o ayudarse a s¨ª mismo. En paralelo, un helic¨®ptero del ej¨¦rcito de Pakist¨¢n sobrevol¨® la monta?a hasta la cota de los 7.000 metros (este aparato en concreto no vuela m¨¢s alto) sin ver rastro alguno de los desaparecidos, mientras la ventana de buen tiempo se difuminaba, el viento en altura se disparaba hasta los 90 km/h y las nubes cubr¨ªan la segunda monta?a m¨¢s elevada del planeta.
El pesimismo, derivado de un an¨¢lisis realista, se ha instalado en el campo base, en contraste con la ilusi¨®n generada el viernes por una corriente de noticias falsas que recorrieron los informativos en Pakist¨¢n, pa¨ªs que esperaba emocionado un nuevo ¨¦xito de su himalayista de referencia, Ali Sapdara. En 2016, en compa?¨ªa de Simone Moro y Alex Txikon, Ali Sapdara entr¨® en la historia de las conquistas invernales de los ochomiles al plantarse en la cima del Nanga Parbat. En paralelo al ¨¦xito deportivo, Ali abraz¨® una enorme oportunidad de trabajo: guiar en las monta?as m¨¢s elevadas de la Tierra. De hecho, el tambi¨¦n desaparecido John Snorri era su cliente. La pandemia hab¨ªa impedido al pakistan¨ª trabajar en primavera y, seg¨²n su amigo Alex Txik¨®n, si acudi¨® al K2 en invierno ¡°fue porque necesitaba ingresos¡±.
La jornada del viernes arranc¨® con p¨¦simas noticias: mientras abortaba su intento de cumbre, Atanas Skatov sufri¨® una ca¨ªda sin explicar mientras maniobraba en las cuerdas fijas a unos 7.300 metros de altitud. Horas despu¨¦s su muerte result¨® certificada mientras en la parte superior de la monta?a los tres alpinistas ahora desaparecidos continuaban su intento de imitar a los diez nepaleses que el pasado 16 de enero hicieron historia al firmar la conquista invernal del K2. Tras el impacto de su impecable ascensi¨®n llegaron largos d¨ªas de espera suspirando por una ventana de buen tiempo y viento d¨¦bil que permitiese un segundo ataque a cima.
El pasado mi¨¦rcoles, una veintena de monta?eros recorr¨ªan las pendientes inferiores de la monta?a animados por la posibilidad de alcanzar la cima el viernes y, sobre todo, alentados por las cuerdas fijas instaladas por el equipo de Nepal hasta la mism¨ªsima cima: un seguro de vida y un notable trabajo t¨¦cnico menos a afrontar. Pese a esto, las retiradas se sucedieron en cascada, y a la hora de la verdad solo los tres desaparecidos y Sajid Sapdara porfiaban por firmar la segunda ascensi¨®n invernal del K2. Seg¨²n informaciones procedentes del campo base, solo el chileno Juan Pablo Mohr viajaba sin ayuda de ox¨ªgeno artificial. Este ¨²ltimo compart¨ªa equipo inicialmente con Sergi Mingote, y a su muerte decidi¨® continuar en la monta?a, su forma de homenajear a su amigo. Snorri y Sapdara ya hab¨ªan escalado, en verano, el K2 y sumaban varios ochomiles, lo mismo que Mohr.
Los rastreadores GPS del tr¨ªo han dejado de ofrecer su posici¨®n, sus bater¨ªas posiblemente consumidas por el fr¨ªo extremo y desde el campo base se especula con la posibilidad de que sus l¨¢mparas frontales, fundamentales durante el descenso, tampoco funcionasen. Seg¨²n se?alaron los miembros del equipo de Nepal que alcanzaron la cima hace casi tres semanas, una enorme grieta altera el camino habitual hacia el cuello de botella, una complicaci¨®n a tener en cuenta durante el descenso. Mientras la desesperanza galopa, el Gobierno de Pakist¨¢n ha ofrecido m¨¢s helic¨®pteros capaces de volar a mayor altitud y tratan de fotografiar desde el aire la parte somital de la monta?a donde se espera dar con los tres desaparecidos. En el recuerdo queda la tragedia de 1995, cuando una inesperada tormenta de viento arranc¨® literalmente de la monta?a a tres alpinistas aragoneses (Javier Escart¨ªn, Lorenzo Ortiz y Javier Olivares), a los brit¨¢nicos Alison Hargreaves y Rob Slater y al neozeland¨¦s Bruce Grant. Sus restos nunca fueron hallados.
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