La cultura del espejismo
La foto de Piqu¨¦ y Mbapp¨¦ es un aviso de que el f¨²tbol espa?ol empieza a languidecer a marchas forzadas, pese a que sigamos mirando a la Ligue One con cierta condescendencia
Arranc¨® Kylian Mbapp¨¦ en estampida y Gerard Piqu¨¦ trat¨® de agarrarlo sin demasiada fortuna, como esas madres que ven al ni?o enfilando la puerta y apenas alcanzan a puntear con los dedos alguna doblez en su jersey. Una vez m¨¢s, al Bar?a se le escapaba la vida entre los dedos y la instant¨¢nea no hac¨ªa m¨¢s que refrendar, mediante im¨¢genes, la sensaci¨®n generalizada de que este equipo lleva demasiados a?os persiguiendo sombras y con los recuerdos del pasado como ¨²nico sost¨¦n. Aquel Piqu¨¦ de zancada prodigiosa e intuici¨®n colosal, inabordable en sus mejores campa?as incluso para futbolistas igual de centelleantes que Mbapp¨¦, comenz¨® a perder sus duelos con el franc¨¦s mucho antes de comenzar el partido, puede que a?os atr¨¢s, cuando al abrigo de un nuevo triplete se instal¨® en el club la cultura del espejismo.
Creo ¨Chablo de memoria¨C que fue el mismo a?o en que Rafa Ben¨ªtez, entonces t¨¦cnico del Real Madrid, se plant¨® ante los micr¨®fonos de la sala de prensa para tratar de justificar el en¨¦simo meneo del Bar?a en el Santiago Bernab¨¦u con una frase memorable: ¡°Quer¨ªamos apretar, quer¨ªamos atacar, pero no nos ha salido¡±. Querer por querer, digan lo que digan los manuales de autoayuda, es un peque?o suicidio consentido. En el mundo del deporte profesional no basta con desear, una proclama infantil que a menudo solo sirve para enmascarar todo tipo de disfunciones a distintos niveles, como ha sucedido con el equipo azulgrana durante los ¨²ltimos meses.
Tras varios a?os de obsolescencia programada, la irrupci¨®n de j¨®venes talentos como Pedri, De Jong o Araujo hab¨ªa revitalizado a un equipo que parec¨ªa doblegar la curva del desencanto para instalarse en un escenario primaveral ¨Cahora sabemos que antes de tiempo, como si el calendario y la meteorolog¨ªa no hubiesen dejado pistas suficientes¨C, dispuesto a dar la batalla frente al actual subcampe¨®n de Europa y, ya de paso, dejar volar la imaginaci¨®n. Atr¨¢s quedaba la planificaci¨®n deficiente de las ¨²ltimas temporadas, los fichajes millonarios basados en especulaciones comparativas (Demb¨¦l¨¦ se parec¨ªa m¨¢s a Neymar que Mbapp¨¦, Arthur era el nuevo Xavi, Coutinho pod¨ªa jugar a ser Iniesta) o los desequilibrios internos provocados por tantas tramas diferentes que uno ya no distingue entre el Bar?awaite y Braithgate. Querer s¨ª quiso, eso no se le puede negar al equipo de Koeman, pero se top¨® de frente con un equipo armado con la capacidad redoblada de querer y poder.
Y sucede tambi¨¦n que el desplome del Bar?a va m¨¢s all¨¢ de su propia desgracia. Es LaLiga, ese conjunto vac¨ªo de esl¨®ganes bien trabajados, la que se enfrenta a un futuro poco halag¨¹e?o en la gran competici¨®n continental. La foto de Gerard Piqu¨¦ y Kylian Mbapp¨¦ tambi¨¦n es un aviso de que el f¨²tbol espa?ol empieza a languidecer a marchas forzadas, de que ya no hay tanta diferencia entre nuestro campeonato dom¨¦stico y una Ligue One a la que, todav¨ªa hoy, se sigue mirando con cierta condescendencia. Le guste o no a la RAE, nuestro f¨²tbol est¨¢ consiguiendo que ombliguismo funcione como sin¨®nimo casi perfecto de espejismo y pronto ya no podremos presumir ni de cultura: el ¨²ltimo refugio inviolable del perfecto hincha espa?ol.
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