El Tour de Francia vive la segunda resurrecci¨®n de Mark Cavendish
Nueva victoria del renacido ciclista brit¨¢nico, que ya est¨¢ a dos triunfos de Merckx, en un sprint en el que el l¨ªder, Van der Poel, lanz¨® a su rival
Como todas las novelas policiacas, las que, despu¨¦s de un inicio que deja sin aliento, provocan bostezos e impaciencia en el lector con la apertura de historietas laterales que no llevan a ning¨²n sitio o pasajes muertos en los que no pasa nada, en los que todo lo que pasa ya ha pasado, y se repasa para que no se olvide, la novela del Tour de Francia exige un respiro. Lo exige tambi¨¦n el nuevo paisaje, pasados Tours y los castillos del Loira y la fantas¨ªa, la Francia mon¨®tona de llanuras y rectas sin fin, de campos de cebada y centeno, una Tierra de Campos de calor, pueblos muertos, cosechadoras echando humo, sol y moscas, como en los toros, y alg¨²n buey de carne roja. Por la Francia sin relieves, el Tour pasa supers¨®nico (casi 49 de media, 160 kil¨®metros en tres horas y cuarto), entra en el infinito y se recuerda lo que pas¨® el d¨ªa anterior con la misma pasi¨®n con la que se recuerda lo que ocurri¨® hace 13 a?os o con la misma gravedad con la que, visto el resultado de la contrarreloj, se recuerda el 14 de marzo de 2021, cuando Mathieu van der Poel y Tadej Pogacar se revelaron bajo un diluvio en la Tirreno-Adri¨¢tico como los nuevos can¨ªbales del pelot¨®n, los l¨ªderes definitivos del nuevo ciclismo, y se convierte en una fecha de esas de las que siempre se dice que hay un antes y un despu¨¦s, como el 14 de julio revolucionario en La Bastilla o como el 30 de junio de 2021, en la Laval de Alfred Jarry.
El lector avisado se empapa de todo, pues sospecha que alguna clave para la resoluci¨®n final del misterio se esconde en mitad del tedio.
Es la sexta etapa. A¨²n no ha pasado nada, quiere recalcar el novelista. Quedan a¨²n muchos asesinatos necesarios para aumentar el suspense. Quedan los Alpes, donde Pogacar, el atacante, aprender¨¢ a defender con un equipo no muy potente. Quedan el doble Ventoux, los Pirineos, otra contrarreloj. Relajemos un poco la trama.
Dejemos que hasta que llegue ese momento, Mark Cavendish siga haciendo hablar, que gane de nuevo el brit¨¢nico en la gran recta de Ch?teauroux, trazada con tiral¨ªneas, perpendicular a la calle proletaria en la que naci¨® G¨¦rard Depardieu, que aprendi¨® antes el oficio de matrona que el de actor: una milla de larga, ancha como una autopista y, por su historial, algo as¨ª como la bas¨ªlica del sprint, la San Pedro que solo corona a papas M. C., a Mario Cipollini en 1998; y tres veces Mark Cavendish: en 2008, la primera de sus 32 victorias; en 2011, la 17?, y en 2021. Le faltan dos para llegar a las 34 de Eddy Merckx, y cuando le preguntan si llegar¨¢, se carcajea y pide: ¡°No me lo pregunt¨¦is, por favor, no quiero pensarlo¡±. Y pide que, por favor, basta de nostalgias y romanticismos, que no abusen de ¨¦l, y recuerda que su primer sprint lo gan¨® con un desarrollo de 52/11. ¡°Y ahora todos vamos con 54 o 55 dientes en el plato, y la velocidad asusta. Y la emoci¨®n es la misma¡±.
Algunos de los que eran jovencitos de ESO cuando Cavendish gan¨® por primera vez estar¨ªan viendo su 32? victoria quiz¨¢s con uno de sus hijos dando botes por el pasillo. Algunos de los ciclistas que le hacen pelot¨®n este Tour ya estaban all¨ª, admirando al ingl¨¦s que llegaba de otro mundo como un b¨®lido y hac¨ªa cosas en los ¨²ltimos 200 metros que nadie hab¨ªa visto hacer a nadie, y Valverde, Nibali, Froome y Gilbert seguro que lo recuerdan, un retaco de 23 a?os con rizos, mofletes de poupon y labios gruesos, las mismas emociones desbord¨¢ndole, l¨¢grimas, carcajadas, la misma potencia en los muslos, que no respetaba a nadie, y as¨ª son todos los sprinters. Y casi tan emocionado como el Cav que is back again, Valverde, el decano de los viejos rockeros, corre a abrazarle feliz tras su victoria, en la que, tras un gran trabajo de sus compa?eros Alaphilippe, Ballerini y Morkov en la recta, supera a Jasper Philipsen, el belga del 98 lanzado por el maillot amarillo, Van der Poel, tan generoso como talentoso.
Otros ciclistas, muchos m¨¢s, acababan de aprender a montar en bicicleta (Pogacar ten¨ªa nueve a?os; Van der Poel, 14). Quien ya lo dej¨® hace a?os fue el ?scar Freire al que derrot¨® entonces, hace 13 a?os, Cavendish, de 36 a?os, en un ejemplo perfecto de paso de testigo entre generaciones. El triple campe¨®n del mundo espa?ol ya hab¨ªa pasado los 30. Qued¨® tercero entonces el alem¨¢n Erik Zabel, representado este a?o por su hijo Rick, que queda 14?.
Se recuentan vidas extraordinarias y se recuenta tambi¨¦n el duelo de los profetas del nuevo ciclismo en la contrarreloj, que dej¨® con la boca abierta a todos, incluidos sus protagonistas. Se calculan los vatios que extrae Pogacar de sus 64 kilos en los 32 minutos de Laval y se llega a la conclusi¨®n de que son algunos m¨¢s de los 421 que movi¨® hace 10 meses ascendiendo el Peyresourde, considerados entonces los 25 mejores minutos de su vida. Ya dice el esloveno que est¨¢, por lo menos, igual que cuando gan¨® su primer Tour, y tambi¨¦n dice el nieto de Poulidor que la contrarreloj fue su mejor momento sobre una bici, poco m¨¢s de media hora con 452 vatios, que no est¨¢ nada mal para sus 72 kilos y sus anchos hombros, sobre una bici montada artesanalmente hasta medianoche con unas ruedas Princeton CarbonWorks, las Rolls-Royce de las llantas, compradas de segunda mano (3.800 euros) a un corredor del Ineos (el ¨²nico equipo que las equipa) que vive en Andorra, un manillar reci¨¦n horneado en un taller y un casco aerodin¨¢mico de la marca del Jumbo, otro equipo rival. Y tan feliz dice el nieto de buen conformar: ¡°A medianoche, la v¨ªspera, la pude probar, y me iba bien¡±.
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