Todos odian a Tyler Herro, el mejor suplente de la NBA
Amigos y antiguos compa?eros hablan del escolta de Miami, nombrado mejor sexto hombre de la liga tras una temporada de r¨¦cord con los Heat
¡°?Eres una rata!¡±. ¡°?Est¨¢s sobrevalorado!¡±. ¡°?Que te jodan!¡±. Con esos gritos recibieron a Tyler Herro (22 a?os) el d¨ªa que el actual jugador de los Miami Heat regres¨® al pabell¨®n de su ciudad tras la noticia. Un a?o antes, Herro se hab¨ªa comprometido a jugar en la universidad de su tierra ¡ªWisconsin¡ª, donde era querido como un ni?o prodigio, pero para sorpresa de todos, sucumbi¨® a los encantos de John Calipari y, fallando a su palabra, firm¨® por Kentucky, uno de los transatl¨¢nticos del baloncesto universitario estadounidense.
En Greenfield, distrito de Milwaukee donde el escolta comenz¨® a despuntar, no olvidan la traici¨®n de su disc¨ªpulo. All¨ª, entre zonas verdes, chal¨¦s adosados y el ruido de las m¨¢quinas cortac¨¦sped, Herro forj¨® una coraza a base de disciplina, resistencia y trabajo, unas pautas que traslad¨® a su piel a?os m¨¢s tarde, ya en la NBA, cuando se tatu¨® en el torso la frase ¡°No work, no check¡± (Sin trabajo, no hay recompensa).
Enamorado del deporte desde ni?o, la estrella de los Heat sobrepuso muy pronto el baloncesto a su otra gran pasi¨®n, el b¨¦isbol. ¡°De ni?o so?aba con jugar en la NBA y en la MLB [la liga norteamericana de b¨¦isbol], pero termin¨¦ optando por la primera¡±, reconoci¨® en noviembre a la plataforma Overtime. Herro, el mayor de tres hermanos ¡ªel peque?o, Myles, va camino de seguir sus pasos¡ª, creci¨® en Milwaukee, lejos de las aguas cristalinas de Florida donde ahora presume de yate con sus padres. A ellos, dice, les debe todo.
En el Whitnall High School de Greenfield, donde promedi¨® 33 puntos por partido antes de dar el salto a la universidad, el escolta entabl¨® amistad con Kevion Taylor, un buscavidas del baloncesto que, con una ¨¦tica de trabajo como la de Herro, no corri¨® la misma suerte. Desde Valpara¨ªso (Indiana), donde juega su ¨²ltimo a?o de college, Taylor recuerda a EL PA?S las vivencias, partidos y an¨¦cdotas con su amigo, cuando todav¨ªa no le alumbraban los focos: ¡°Es una persona que rebosa confianza a unos niveles que sorprenden. Desde muy peque?o ha sido pasional y muy competitivo. [...] Siempre ha empujado al resto a dar el m¨¢ximo¡±.
Taylor, que viaja a Miami cada verano para reencontrarse con Herro, hace hincapi¨¦ en una de las claves de su ¨¦xito: ¡°Nunca le ha importado lo que digan o piensen de ¨¦l¡±. Tampoco lejos de las pistas, donde el escolta, amante confeso de la moda, luce prendas de lo m¨¢s extravagantes sin esperar la aprobaci¨®n de nadie. ¡±Todo con lo que me veo bien, me lo pongo. Me da igual lo que piensen de m¨ª. As¨ª lo hago desde el instituto¡±, dijo en la entrevista a Overtime. Acostumbrado a la presi¨®n desde muy joven, el ¡®14¡ä de los Heat siente que nada le amedrenta. Juega bajo su propio blindaje: ¡°Un d¨ªa te quieren y al d¨ªa siguiente te odian. Estoy acostumbrado¡±.
Sean Damro, otro de sus compa?eros en Whitnall, supo desde muy pronto el brillante futuro que le auguraba en la NBA. ¡°S¨¦ que suena a clich¨¦, pero literalmente era la primera persona en llegar al gimnasio y la ¨²ltima en irse. Cada d¨ªa. Una y otra vez. Muchas veces rechazaba planes con el equipo porque ten¨ªa sesi¨®n de entrenamiento a la ma?ana siguiente. Era inhumano¡±, contaba a este diario.
As¨ª, en su primer a?o en la NBA, Herro sorprendi¨® a todos con su rendimiento. Tras una temporada colectiva brillante, los Heat sacudieron a sus rivales en unos play offs espectaculares, donde el novato promedi¨® 16 puntos con un 43% de acierto en el tiro.
All¨ª, en la silenciosa burbuja de Disney, donde el de Wisconsin se convirti¨® en el jugador m¨¢s joven de la historia en partir como titular en unas finales (20 a?os y 256 d¨ªas), superando a Magic Johnson, Miami cay¨® ante el pen¨²ltimo crep¨²sculo de LeBron James. Pero Herro prob¨® las mieles del triunfo. Y se prometi¨® volver.
Tras un segundo curso anodino, en el que las molestias f¨ªsicas provocaron rumores de traspaso, el ¡®14¡ä cambi¨® el chip: ¡°Mi sue?o era llegar a la NBA, pero una vez estoy aqu¨ª, no me conformo con eso, quiero m¨¢s¡±.
Obsesionado con no pasar desapercibido, Herro modific¨® sus vacaciones y, de la mano de Andrew Moran, su entrenador personal, planific¨® un verano repleto de horas en el gimnasio y dobles sesiones de entrenamiento. Gan¨® m¨²sculo, afin¨® punter¨ªa y comenz¨® la temporada desde el banquillo, como anotador de segunda unidad, rol que asumi¨® con naturalidad.
Elevado por la confianza de Erik Spoelstra, Herro ha sido el jugador de Miami con m¨¢s minutos disputados este curso, una incongruencia con la naturaleza del galard¨®n a Mejor Sexto Hombre, creado en 1983 para premiar la aportaci¨®n del eterno suplente, pero un acierto para el rendimiento de su equipo.
En una temporada en la que Miami ha liderado la Conferencia Este con autoridad (53-29), Herro ha promediado m¨¢s puntos, 21, que hist¨®ricos ganadores del premio como Jamal Crawford, Manu Gin¨®bili o Jason Terry. Con su implicaci¨®n defensiva como ¨²nico debe, el escolta, de 1,96 metros, arroll¨® al resto de candidatos y obtuvo el 96% de los votos posibles como primera opci¨®n.
Antes de comenzar su hist¨®rica temporada, Herro fue padre con 21 a?os, algo para lo que, seg¨²n confes¨® a Overtime, no estaba preparado: ¡°Me encantaba la idea de tener mi propia familia y quer¨ªa ser padre, pero antes me tuve que formar bien. Le¨ª muchos libros al respecto, quer¨ªa estar listo¡±. Ahora, su hija, Zya, es el combustible que le faltaba en cada encuentro: ¡°Juego por y para ella¡±.
Moran, su entrenador, asegur¨® a Drafteados el pasado octubre que su inconformismo en la cancha es casi enfermizo: ¡°Ama este juego y est¨¢ dispuesto a darlo todo para llegar a lo m¨¢s alto¡±. Por ahora, los Heat tienen que vencer a Philadelphia en las semifinales de conferencia, donde Herro ya ha dejado huella ¡ª25 puntos en el primer partido¡ª. Ser¨¢ entonces cuando, en el pen¨²ltimo escal¨®n antes del anillo, el de Greenfield cruce su camino con Milwaukee, el equipo de su ciudad, o Boston, la franquicia con la que so?¨® en la noche del draft.
Antes, a orillas de la Bah¨ªa Vizca¨ªna, los Heat se preparan en los pabellones anexos al American Airlines Center de Miami. All¨ª, en un corro grupal en el que todas las manos se juntan en una tras el entrenamiento, Herro alza la voz y, con sudor en la frente, sentencia el lema de su equipo, que bien podr¨ªa ser el de toda una vida: ¡°One, two, three, Championship¡± (Uno, dos, tres, campeonato).
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