El Santuario de Castelmonte no rompe la igualdad entre Carapaz, Hindley y Landa al frente del Giro de Italia
Segunda victoria de etapa para el neerland¨¦s Bouwman la v¨ªspera de la gran etapa de los Dolomitas, con el final en alto en la Marmolada como ultima oportunidad para atacar
El Friuli, llanura sosa y el Tagliamento, un r¨ªo de piedras, ancho como 30 campos de f¨²tbol, en el que la caballer¨ªa cosaca ayuda a las SS a combatir con el terror a los partisanos, y, en un monte, el Castelmonte, entre bosques, un santuario con una virgen negra al que ascienden, antes que los ciclistas, siete kil¨®metros, vecinos de Cividale rezando el rosario por la carretera empinada, jalonada cada 500 metros con una capillita y una escena de la Pasi¨®n, y a los ciclistas de un d¨ªa que pasan boqueando, buscando las franjas de sombra bajo el sol achicharrante, y su respiraci¨®n acelerada a grandes bocanadas es m¨¢s ruidosa que el girar sibilante de las ruedas, un espectador gordo, tumbado, les grita, venga, que falta poco, y faltan, al menos cinco kil¨®metros, y a quien le reprocha que por qu¨¦ miente, le responde, triste, que el mundo est¨¢ hecho de esperanzas falsas, y no parece del Friuli, donde lo extraordinario nace de la monoton¨ªa, del paisaje falso, pianos fabulosos de Fazioli hechos en un pol¨ªgono industrial an¨®nimo entre carpinter¨ªas y f¨¢bricas de muebles, poemas ricos en friulano de Pasolini en su mejor juventud, y Ottavio Bottecchia, nacido del hambre que en vez de emigrar como sus paisanos que se llevaron a Buenos Aires una copia de la virgen negra se hizo alba?il y luego ciclista, y fue el primer italiano que gan¨® el Tour, y dos veces, en los a?os 20, y los ciclistas de verdad, los que hacen del ciclismo su vida, llevan clavada en el cerebelo la primera ley de Newton, ley fundamental del ciclismo redactada por Peter Winnen, mejor escritor que ciclista, y gan¨® dos veces en el Alpe d¡¯Huez: paciencia, paciencia, paciencia, locura, que ellos, el tr¨ªo Carapaz, Hindley, Landa, entre amagos infantiles con cara de importantes, interpreta a su manera, paciencia, paciencia, paciencia, domani.
Fotofinish again entre los tres primeros. Victoria de Koen Bouwman, maglia azzurra de rey de la monta?a, segunda victoria tras Potenza, pleno del rubito neerland¨¦s. No muy lejos, Valverde, el viejo, acuna a Juanpe, el joven, que se ha quedado un poco cortado, y le ayuda a mantener la maglia blanca.
A Saronni, en un Giro, le preguntaban todos los d¨ªas cu¨¢ndo atacar¨¢s. Y ¨¦l respond¨ªa, el Giro es largo, el Giro es largo, a¨²n quedan muchas etapas importantes. El ¨²ltimo domingo, y a¨²n no hab¨ªa atacado, Saronni prometi¨®, el a?o que viene ser¨¢ otra historia. Al Giro de las falsas esperanzas le queda un ma?ana para atacar, la Marmolada del s¨¢bado, y un ma?ana para rezar, la contrarreloj de Verona, y Landa, acelera a dos kil¨®metros del santuario despu¨¦s de que un relevo largo de Carapaz hubiera aislado a los tres habituales, y lo hace, por una vez, con las manos arriba del manillar, y, como siempre, se?al de poca confianza, mira atr¨¢s enseguida, cuando la moto que le precede acelera, y por una vez, y no se lo cree, parece que ha hecho un hueco, y que se va, se va¡ La falsa esperanza, alimentada por la falsa presencia del Bora en cabeza durante el ascenso, en la raya con Eslovenia, tan al este est¨¢ el Friuli, del Kolovrat dur¨ªsimo, dura cinco segundos, el tiempo que tarda Carapaz en volver a su rueda con Hindley. ¡°Y no s¨¦ si hice el hueco por piernas o porque los otros dos se controlaban¡±, admite Landa, realista. ¡°Pero a¨²n soy optimista¡±. Y su director, Alberto Volpi, precisa: ¡°Veremos qu¨¦ se puede hacer en la ¨²ltima subida¡±. Hindley, m¨¢s sincero, admite su depresi¨®n. ¡°Simplemente nada sali¨® c¨®mo esper¨¢bamos¡±, dice. ¡°Tampoco hoy ha sido un d¨ªa bueno para reventar la carrera. Ganar un poco de tiempo en la marmolada ser¨ªa ideal para salir ¨²ltimo en la contrarreloj, claro. Ser¨¢ dif¨ªcil, pero lo conseguiremos¡±.
Quedan los grandes Dolomitas, los dos ¨²nicos pasos del Giro menor por encima de los 2.000m, cuando las colinas ya son monta?as, y los escaladores andinos, Carapaz, claro, la gozan por la poca fuerza del ox¨ªgeno para llegar a la sangre, el Pordoi (2.239m), y la Marmolada (2.057m), claro, las cuatro s¨ªlabas que evocan ciclismo del que gusta a la afici¨®n, una recta criminal, desfallecimientos tristes, y anuncian lluvia, granizo, siete grados en la Cima Coppi, nueve en Malga Ciapella. Saldr¨¢n de Belluno, el pueblo de Dino Buzzati, que escribi¨® dos libros sobre el Giro, una colecci¨®n de cr¨®nicas de Coppi contra Bartali en el 49 y una novela, El desierto de los t¨¢rtaros, la historia de una invasi¨®n, de un ataque, que nunca llega. ¡°Y tampoco importa tanto que no haya ataques¡±, dice Carapaz, c¨®modo de rosa por delante de Hindley, quien debe su desventaja de solo 3s a los 21 de bonificaci¨®n conseguidos para contrarrestar los 14s logrados en abonos por el ecuatoriano m¨¢s los 8s que le sac¨® en Budapest en la contrarreloj y los 4s obtenidos en la ¨²nica subida en la que en todo el Giro se despeg¨® del tenaz australiano, 8s conseguidos en la contrarreloj. Ocurri¨® hace tanto que apenas nadie lo recuerda, en la primera etapa, en el repecho de cuarta hasta el castillo de Visegr¨¢d, 335 metros de altitud, donde la gran curva del Danubio, donde, quiz¨¢s, si la Marmolada no lo impide, se resumi¨® todo el Giro en tres nombres: gan¨® Van der Poel por delante de Girmay, y Carapaz fue sexto. ¡°Tres segundos son tres segundos¡±, dice. ¡°No estar¨ªa mal llegar a la contrarreloj con estos tres segundos, pero, de todas maneras, yo creer¨ªa que no vamos a llegar a Verona con esta igualdad. No s¨¦ por qu¨¦, pero me parece que no¡±. Y sonr¨ªe y gui?a el ojo.
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