Jon Rahm y la liga saud¨ª de golf: ¡°El dinero es genial, pero ?cambiar¨¢ mi vida si consigo 400 millones?¡±
El vasco apela al legado hist¨®rico de su deporte en contra del multimillonario LIV Golf en la v¨ªspera del US Open
Son dos bandos frente a frente. La guerra en el golf mundial se escenifica por primera vez con los soldados de uno y otro ej¨¦rcito mir¨¢ndose a los ojos. Sucede en el Country Club de Brookline, en Boston, sede del US Open que comienza este jueves. A un lado de las trincheras, los rebeldes que han dejado plantado al circuito americano para jurar amor a LIV Golf, la liga saud¨ª de ocho torneos que ha puesto patas arriba el deporte con su ilimitada chequera: 4,75 millones gan¨® el s¨¢bado pasado el sudafricano Charl Schwartzel, n¨²mero 126 del mundo, por liderar la clasificaci¨®n individual y por equipos en la cita inaugural de Londres. Se mire por donde se mire, no hay comparaci¨®n: por tres d¨ªas de juego, 54 hoyos, es m¨¢s que lo que ¨¦l mismo ingres¨® en los ¨²ltimos cuatro a?os juntos en el PGA Tour, m¨¢s de lo que ha ganado Jon Rahm, n¨²mero dos mundial, en toda esta temporada, y m¨¢s del doble de lo que se apuntar¨¢ este domingo el ganador del tercer grande del curso (3,15 millones).
La serpiente de los petrod¨®lares ha encantado a Dustin Johnson, Sergio Garc¨ªa, Phil Mickelson, Bryson DeChambeau, Patrick Reed¡ Todos se alinean en este US Open pese a estar despedidos del circuito americano. Los cuatro grandes est¨¢n organizados por organismos diferentes que a¨²n no han movido ficha. En la otra esquina del ring, los fieles al PGA Tour, los pesos pesados: Scottie Scheffler, Jon Rahm, Justin Thomas, Rory McIlroy, Collin Morikawa¡ En Brookline se juega algo m¨¢s que un grande.
?C¨®mo afronta @JonRahmpga la defensa del t¨ªtulo en el #USOpenEnMovistarPlus? pic.twitter.com/b3JlMlIU5Z
— Golf en Movistar Plus+ (@MovistarGolf) June 14, 2022
¡°S¨ª, el dinero es genial, pero ?cambiar¨¢ mi estilo de vida si consigo 400 millones de d¨®lares? No, no cambiar¨¢ ni un poco¡±, expres¨® este martes Jon Rahm, un basti¨®n. El vasco no es solo uno de los aliados de Jay Monahan, el comisionado del PGA Tour, el hombre que libra la batalla ante el malet¨ªn de Greg Norman, hoy consejero delegado de LIV Golf. Rahm es tambi¨¦n el campe¨®n, el defensor del US Open conquistado el a?o pasado en Torrey Pines, su primer grande. ¡°El PGA ha hecho un trabajo incre¨ªble al darnos la mejor plataforma. Veo el atractivo, dicho con delicadeza, que otras personas ven en el LIV Golf. Para ser honesto, parte del formato no me atrae. Un torneo de tres d¨ªas no es un torneo de golf, no hay corte. Es as¨ª de sencillo. Quiero jugar contra los mejores del mundo en un formato que lleva cientos de a?os. Y luego solo se habla del dinero. Cuando escucho las historias de Seve y de los grandes del pasado, o cuando Jack Nicklaus habla del Open de Estados Unidos, eso es algo m¨¢s que el dinero, es ser campe¨®n con la historia detr¨¢s¡±, continu¨® Rahm desde el atril.
El discurso del n¨²mero dos del mundo fue contundente. Claro y directo. ¡°Yo podr¨ªa retirarme ahora mismo con lo que he ganado [33 millones de d¨®lares solo en premios en el circuito americano] y vivir una vida muy feliz y no volver a jugar al golf. Nunca he jugado por dinero, juego por amor al deporte y quiero jugar contra los mejores. Siempre me ha interesado la historia y el legado, y ahora mismo el PGA Tour lo tiene. Ganar el Memorial, en Bay Hill o Torrey Pines tiene un significado. Por eso mi coraz¨®n est¨¢ con el PGA Tour. Para mucha gente tres o cuatro a?os en la liga saud¨ª valen la jubilaci¨®n. Es una compensaci¨®n agradable para luego navegar hacia la puesta de sol. Si es lo que quieren, est¨¢ bien. Cientos de millones son una maldita raz¨®n. La mayor parte de la poblaci¨®n se ir¨ªa¡±.
Solo una sombra inquiet¨® a Rahm ante un futuro incierto: saber qu¨¦ suceder¨¢ con la Ryder una vez que las estrellas estadounidenses que han cambiado de camiseta no podr¨¢n participar, y a la espera de lo que suceda con los europeos. ¡°?Van a poder jugar los que se fueron? Solo espero que la Ryder no sufra y no perdamos su esencia. Es una de mis mayores preocupaciones. Es el mayor atractivo del golf, un torneo que jugamos gratis y una de nuestras semanas favoritas ganemos o perdamos. Eso dice mucho del juego y de d¨®nde me gustar¨ªa que estuviera¡±.
Los focos apuntan a Rahm, que el lunes comparti¨® ronda de entrenamientos con Rory McIlroy, pieza maestra del circuito americano, y este martes con Phil Mickelson, uno de los fugados, su padrino en los a?os de amateur. El p¨®ster del vasco junto al norirland¨¦s era una estupenda publicidad para el circuito americano. Rahm, 27 a?os, suma siete victorias en el PGA Tour. McIlroy, de 33, elev¨® su cuenta a las 21 el pasado domingo con su triunfo en el Open de Canad¨¢, curiosamente una m¨¢s que Greg Norman. Su juego ha ido recuperando el brillo y hoy es el favorito en las apuestas a pesar de sus ocho a?os sin probar un grande (su cuenta se par¨® en cuatro) y una voz de peso. ¡°El PGA Tour fue creado por personas como Jack Nicklaus y Arnold Palmer. Odio ver c¨®mo ese trabajo duro de otros jugadores puede quedarse en nada¡±, expres¨®.
Pesan las palabras de las estrellas, pero por ahora pesan m¨¢s los millones del fondo saud¨ª. El PGA Tour necesita hechos m¨¢s contundentes que la expulsi¨®n de filas de los insurrectos. Necesita aliados si no quiere perder la guerra. LIV Golf est¨¢ reclutando piezas, y cada vez m¨¢s importantes, a golpe duro de talonario. En el cuerpo a cuerpo, la millonada va por delante. Neutralizar esa bomba solo ser¨¢ posible si el circuito europeo se une a las sanciones, no deja a los rebeldes sumar puntos en sus torneos y cierra la puerta de la Ryder. Y, sobre todo, si los grandes toman cartas en el asunto. Esa baza es la que puede decidir el vencedor.
Phil Mickelson en la diana tras una carta de las familias del 11-S
De héroe a villano. Nadie como Phil Mickelson simboliza el giro de guión en esta película. Uno de los golfistas más queridos por la afición estadounidense es considerado un traidor por su alianza con la liga saudí. Después de cuatro meses apartado del circuito americano tras verbalizar su apoyo al rompedor proyecto, Mickelson volvió a jugar la semana pasada, en Londres, y ahora pisa el US Open en medio de un ambiente muy tenso. La conferencia de prensa que afrontó antes del torneo pareció un juicio.
“Respeto lo que hagan los aficionados, si me apoyan o no. Entiendo sus emociones y sus sentimientos acerca de mi decisión”, dijo Mickelson. El asunto se ha adentrado en la política. La asociación de familias del 11-S le envió una carta recriminándole su fichaje por el bando saudí, acusándole de hacer negocios con el enemigo de la patria y aludiendo a la figura de Osama Bin Laden. “Tengo una profunda empatía hacia quienes perdieron a sus seres queridos”, se defendió una y otra vez el jugador, cuestionado también sobre la reacción de los otros golfistas y sobre el recibimiento que espera de una hinchada caliente como la de Boston. “Hemos compartido mucho con los jugadores. Respeto si no están de acuerdo, pero creo que en este momento he tomado la decisión correcta. He sido parte del PGA Tour durante más de 30 años [era miembro vitalicio gracias a sus éxitos] y he intentado darles todo. Ahora estoy emocionado con lo que LIV Golf supone”, comentó.
Mickelson ha ganado seis grandes y el curso pasado se convirtió a los 51 años en el vencedor de más edad en el Grand Slam con su corona en el PGA. Sin embargo, se le ha escurrido siempre el US Open, seis veces segundo. Cuando este jueves arranque la 30º edición que disputa, celebrará a la vez su 52 cumpleaños convertido en villano.
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