En la carrera de los fen¨®menos, Remco Evenepoel es el m¨¢s fenomenal de todos
El prodigio belga, de 22 a?os, se impone en Wollongong con m¨¢s de 2 minutos de ventaja despu¨¦s de quedarse solo a 25 kil¨®metros de la meta
A 70 kil¨®metros de la llegada, Wollongong soleado, tarde primaveral en Australia, Remco Evenepoel, casco rojo de la Vuelta, y zapatillas rojas tambi¨¦n, piernas de p¨®lvora, salta. Se cuela en un a escapada de 25 provocada por los franceses. Comienza su show, el recital de un fen¨®meno prodigioso que a los 22 a?os va, imparable, camino del arco¨ªris, y lo alcanza. A 50 kil¨®metros, su grupo ya tiene m¨¢s de dos minutos de ventaja sobre el gran pelot¨®n de los dem¨¢s fen¨®menos, que esperan. Se despiertan a 42 kil¨®metros, en el repecho del Monte Pleasant, el monte placentero, el monte del placer, lo m¨¢s duro. Es un breve sue?o que les deja a un minuto del grupo de Evenepoel, que se rearma y rearma a los suyos, a dos compa?eros belgas, Serry y Dewulf, que le trabajan. A 34 kil¨®metros, segundo gran ataque de Remco, el belga de Aalst, a dos vueltas del final. Solo le aguanta el kazako Lutsenko, que se agarra, que se pega a su rueda, que se suelta a 25, vuelta y media, Monte Placentero again. Pierde un metro, tres, 10. Remco ya est¨¢ solo.
Es el show de Remco, del ciclista precoz, otro Mozart de los pedales, que hace dos semanas ganaba la Vuelta a Espa?a, que hace cinco meses ganaba la Lieja, un monumento. Las carreras de los grandes. Remco, como los m¨¢s grandes, escribe su leyenda pedaleando solo, lo muy pocas veces visto en un Mundial. Acaricia los pedales mientras el mundo, a un mundo de distancia, a m¨¢s de un minuto, sufre. Acaricia los pedales, y su marcha hacia la gloria permite que el alma del aficionado divague, que piense en Jacques Anquetil, otro ni?o prodigio, la perfecci¨®n del rodador, el estilo; que hable de Hinault, otro depredador que desprecia a los que no se atreven, que ataca de lejos, solo del da?o que puede hacer un ciclista solo y obstinado, y convierte el circuito del Mundial del 80, en Sallanches, en una referencia; que piense en Eddy Merckx, escalador, rodador, contrarrelojista, todo. Gana el Mundial a los 22 a?os, como Merckx, como LeMond, como Armstrong. El primer belga que lo hace desde Philippe Gilbert en 2012. ¡°Ser¨¢ dif¨ªcil que vuelva a tener un a?o tan bueno en el futuro¡±, dice. ¡°Un monumento, una grande, un Mundial¡ Todo¡±. Es la apoteosis de un predestinado que, en apenas cuatro a?os de carrera ha pasado por todas las etapas de una vida. Dej¨® el f¨²tbol, y era capit¨¢n de la selecci¨®n juvenil belga, a los 16 a?os. A los 18 ya fue campe¨®n mundial j¨²nior. Siempre corriendo igual. Siempre huyendo del pelot¨®n, que le aterra. Siempre en fuga. Solo. A los 19 gan¨® su primera cl¨¢sica de San Sebasti¨¢n. A los 20 sufri¨® una ca¨ªda pavorosa, el 15 de agosto de 2020, en el Giro de Lombard¨ªa. Se destroz¨® la cadera. Se dud¨® de su posibilidad de volver a ser el mejor, de cumplir con su destino, su 2021, su retirada del Giro, sus ataques de egocentrismo con poco detr¨¢s, hicieron temer que se perder¨ªa para siempre. Pero su determinaci¨®n se demostr¨® m¨¢s fuerte que el temor de los dem¨¢s.
Cruza la meta y, en un gesto de futbolista que marca un gol en un estadio que est¨¢ en contra de ¨¦l, manda callar a todos los que han criticado su soberbia. Se se?ala. Se?ala el suelo por el que se desliza. Aqu¨ª he demostrado que soy un campe¨®n, viene a decir.
? REMCO EVENEPOEL ?
— UCI (@UCI_cycling) September 25, 2022
W O R L D C H A M P I O N #Wollongong2022 pic.twitter.com/0lkWOQSRAe
Detr¨¢s, el resto solo piensa en quedar segundo. Llega el pelot¨®n, lo que queda, los despojos, a 2m 21s. Al sprint gana para ser segundo el franc¨¦s Christophe Laporte por delante del australiano Michael Matthews.
En el Mundial no hay pinganillo. No hay directores gritando referencias, t¨¢cticas, tiempos, en la oreja de los ciclistas, que deben pensar por s¨ª solos, e interpretar todos los movimientos. Absorto en su propia lucha, el grupo de media docena de ciclistas que persigue la segunda plaza se duerme en sus devaneos, arrancadas, frenadas, en sus miedos. Y el pelot¨®n de los mejores, con Van Aert, con Pogacar, sin Alaphilippe ni Girmay, derrotados por la velocidad, m¨¢s de 42 de media en una carrera de m¨¢s de seis horas y por el incansable ritmo fren¨¦tico de ataques y contraataques, y la desolaci¨®n de estar lejos, les alcanza. Hay sprint.
El primer espa?ol, Iv¨¢n Garc¨ªa Cortina, llega und¨¦cimo, en el mismo grupo. Van Aert, que, dice, no sabe cu¨¢nta gente ha llegado antes, no esprinta con ganas. Termina cuarto. Y lo lamenta. O al menos eso dice el gran favorito, derrotado una vez m¨¢s en su permanente pugna con Evenepoel por conquistar el coraz¨®n de todos los belgas. ¡°Si s¨¦ que est¨¢n las medallas en juego, voy m¨¢s fuerte¡±, dice y se felicita, como el ganador, por el gran trabajo de equipo de su B¨¦lgica. ¡°Y qu¨¦ bonito habr¨ªa sido subir al podio con Remco¡¡±
No est¨¢ Mathieu van der Poel, el fen¨®meno neerland¨¦s, que se ha retirado poco despu¨¦s de comenzar la carrera despu¨¦s de haber pasado una moche estramb¨®tica, entre su hotel y la comisar¨ªa de polic¨ªa. Se acost¨® a las nueve, explican en la selecci¨®n, pero en el pasillo hab¨ªa mucho ruido, adolescentes chillando, ni?os jugando, y a las 22.40 dos chicas j¨®venes empezaron a golpear en su puerta. Van der Poel, explic¨® a la televisi¨®n belga que Christoph Roodhooft, el director de su equipo comercial, el Alpecin, no quiso hacer caso pero a la tercera vez que golpearon, se levant¨®, abri¨® la puerta y empuj¨® a las j¨®venes. Una de ellas result¨® herida. El ciclista fue conducido a declarar al cuartel policial y no pudo regresar al hotel hasta las cuatro de la ma?ana. La carrera empezaba lejos y a las 9.15. Sali¨® y se retir¨® r¨¢pido, y deber¨¢ seguir en Australia, pues le retiraron el pasaporte hasta que no declare en un tribunal el martes.
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