Koepka, el golfista de 33 a?os que crey¨® que su carrera hab¨ªa terminado y al que hoy no le tosen ni en EE UU
Con su triunfo en el PGA Championship y su quinto ¡®major¡¯, replica las cr¨ªticas por la supuesta falta de competitividad del LIV
Por los vestuarios de los torneos del PGA Tour, despu¨¦s de la desbandada de golfistas que prefirieron el dinero a la tradici¨®n, convencidos por ofertas millonarias de los saud¨ªes para ingresar en el LIV, hab¨ªa un enfado morrocotudo que se fogueaba con chanzas, como cuando Rory McIlroy dijo que no sab¨ªa si los disidentes podr¨ªan mantener el tono durante cuatro d¨ªas de competici¨®n, pues en el otro circuito se juegan much¨ªsimos menos torneos y constan de tres rondas y no cuatro como siempre se ha hecho. Los aficionados, molestos porque entend¨ªan que esos petrod¨®lares tambi¨¦n financiaron el atentado del 11S, cogieron ojeriza a los que descafeinaban la her¨¢ldica competici¨®n con su fuga. Pero se olvidaban de Brooks Koepka, de 33 a?os, el se?or de los grandes, uno de los seres m¨¢s competitivos de la faz de la tierra, ahora ya ganador del PGA Championship, su quinto major, que abofete¨® a las s¨¢tiras con silenciador y golf exquisito, adem¨¢s de explicar al mundo que los buenos (casi) siempre ganan. Menudo es ¨¦l.
Camino del green del 18, los aficionados se deshac¨ªan en v¨ªtores y aplausos hacia Koepka, que volv¨ªa a reinar en un grande. ?l sonre¨ªa y se liberaba porque lleg¨® a pensar que no vivir¨ªa de nuevo una situaci¨®n parecida, toda vez que pens¨® que tendr¨ªa que colgar los palos por la ristra de lesiones que acumul¨® desde 2019, cuando miraba a todos desde las alturas. Fue por un resbal¨®n en la CJ Cup que le rompi¨® el tend¨®n rotuliano de la rodilla derecha. Pero forz¨® tanto que acab¨® lastim¨¢ndose la cadera y, m¨¢s tarde, se disloc¨® la r¨®tula derecha, por lo que tuvo que pasar de nuevo por el quir¨®fano. ¡°Hace unos meses no sab¨ªa si mi carrera hab¨ªa terminado. No sab¨ªa d¨®nde estaba mi swing ni si ser¨ªa capaz f¨ªsicamente de recuperarlo. Le dije a mi entrenador que no estaba seguro de si volver¨ªa a jugar¡±, confes¨® tras vencer hace unas semanas en Jeddah, el sexto torneo del LIV del curso; ¡°ahora s¨¦ que en unos a?os tendr¨¦ que ponerme una pr¨®tesis en la rodilla, pero me siento afortunado porque puedo jugar como quiero. De lo contrario, lo hubiera dejado¡±. Pero pudo con ello. Menudo es ¨¦l.
Para Koepka el golf no exist¨ªa de bien ni?o, pues quer¨ªa ser jugador profesional de b¨¦isbol porque su padre era pitcher en el West Virginia Wesleyan y su t¨ªo-abuelo, Dick Groat, tambi¨¦n se gan¨® un nombre con el bate, am¨¦n de que lleg¨® a jugar en la NBA. Pero un accidente de coche de la ni?era que le cuidaba cuando contaba con 10 a?os lo cambi¨® todo porque se fractur¨® la nariz y le impidieron hacer deportes de contacto. Cogi¨® los palos y pronto entendi¨® que ten¨ªa un don, por m¨¢s que el b¨¦isbol sea su amor confesable. ¡°El golf es aburrido¡±, lleg¨® a soltar cuando alcanz¨® el n¨²mero uno. ¡°En el Phoenix Open el golf parece un deporte de verdad¡±, revel¨® en Full Swing, documental de Netflix, en referencia al ambiente y griter¨ªo de las gradas, que lanzan cervezas y lo que tengan a mano cuando la bola se queda cerca del hoyo o, por el contrario, abuchean cuando el golpe es peor que mediocre. Pero para llegar a la ¨¦lite, Koepka tuvo que vencer a todos. ¡°No fui el ni?o de oro como Justin Thomas o Jordan Spieth. A m¨ª me dijeron que no era lo suficientemente bueno, por lo que me esforc¨¦ m¨¢s que todos los dem¨¢s para demostrar lo bueno que soy¡±, se?ala. Y si lo hizo una vez, podr¨ªa volver a hacerlo. Menudo es ¨¦l.
¡°Cuando est¨¢s en un punto bajo puedes desistir, pero hay que buscar la forma de salir. Yo s¨¦ que tengo calidad para ganar varias veces al a?o. Pero en momentos me he preguntado si volver¨¦ a ser el mismo¡±, reflexiona desde su casa, acompa?ado por su mujer Gina y su perro. Su trabajo, horas de gimnasio y mentalidad ganadora, adem¨¢s de talento, hicieron el resto. ¡°Yo quiero ganar, no voy a participar sin m¨¢s. Si quieren pisar mi trono, pisar¨¦ el suyo. Ganar es adictivo, es cuesti¨®n de vida o muerte¡±, sentenciaba en horas bajas. Y sus rivales lo saben. ¡°Cuando viene a un torneo, su mentalidad es vengo a ganar y a largarme¡±, desliza Scottie Scheffler, segundo empatado con Viktor Hovland en el PGA y n¨²mero uno tras arrebatarle a Rahm el laurel. Eso intent¨® Koepka en el pasado Masters, pero se perdi¨® en su deseo ante Rahm porque jug¨® a no perder cuando iba l¨ªder y se olvid¨® de su golf. En Oak Hill no le sucedi¨® lo mismo, agresivo de pe a pa, ganador de la copa Wanamaker dos golpes de ventaja.
A cientos de kil¨®metros de all¨ª Greg Norman, CEO del LIV, se hench¨ªa orgulloso porque validaba la apuesta del circuito saud¨ª como hizo el a?o anterior Cameron Smith en el British y en Saint Andrews, aunque s¨®lo hac¨ªa una semana que hab¨ªa dejado el PGA Tour. ¡°Perd¨®n por el lenguaje, pero nadie sabe la mierda por la que he tenido que pasar. Hab¨ªa veces que ni siquiera pod¨ªa doblar la rodilla¡±, resolvi¨®. Y, consciente de la batalla moderna del golf, a?adi¨®: ¡°Creo que este triunfo ayuda al LIV y es enorme, s¨ª, pero para ser honesto, aqu¨ª estoy compitiendo como individuo¡±. Porque Koepka no quiere pelear si no es sobre los tapetes de los campos. Y en Rochester (Nueva York) lo hizo mejor que nadie porque a mayor reto mejor respuesta ofrece, pues suma los mismos majors -dos US Open (2017 y 2018) y tres PGA (2018, 2019 y 2023)- que triunfos en torneos regulares. Solo 14 hombres en la historia del golf han ganado m¨¢s grandes que ¨¦l; s¨®lo Tiger Woods y Jack Nicklaus han vencido tres PGA Championship. Porque menudo es ¨¦l.
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