Mon¨®logo ganador de Tadej Pogacar en su segunda Lieja-Basto?a-Lieja
No hubo duelo en las Ardenas: ni Van der Poel ni nadie pudieron responder al ataque del esloveno en La Redoute, a 35 kil¨®metros de meta
Nadie se mueve. Nadie quiere. Nadie puede. Esperan el momento fatal hipnotizados por el trantr¨¢n de Domen Novak que asciende y desciende Stockeu sin siquiera levantar la mirada hacia la placa a Eddy Merckx, rey de los lugares, dedicada, que atraviesa las badlands abrasadas de las Ardenas hacia el col de Rosier, viento de cara, bosques con ¨¢rboles de ramas a¨²n desnudas en un domingo de abril de temperaturas invernales; que se acerca a La Redoute, el campo de batalla, su amigo Tadej Pogacar a su rueda. El UAE al control. ¡°Ha sido un d¨ªa horroroso de tiempo¡±, dice luego. ¡°As¨ª que para entrar en calor decidimos en el UAE mantener siempre un buen ritmo¡±. En el pinganillo, los directores. No les hablan de ¨¦pica, de leyenda, de historia. Les recuerdan los puntos. Los que se lleva el segundo, el tercero, el d¨¦cimo y hasta el vigesimocuarto. Todos son importantes.
Son 60 ciclistas. Los mejores del mundo, Pello, Pidcock, Vlasov, los que se resignan a su sino, el sino del pelot¨®n de estos a?os, condenado a ver partir a Pogacar, a Van der Poel, a cualquiera de los fen¨®menos. No hay duelos. Hay recitales individuales. No hay pelea. Tampoco en las cuestas ardientes de las Ardenas, donde Van der Poel no responde, pese a llevar el pantal¨®n negro de los grandes d¨ªas junto a su maillot arco¨ªris. No es su territorio aunque lo desee. Es uno m¨¢s por un d¨ªa. Uno de los que ven, lejos, delante, partir a Pogacar, que ataca antes incluso de su lugar favorito en la Lieja, su Monumento favorito, a 900 metros de la cima de La Redoute, la cuesta, la fortificaci¨®n napole¨®nica de la que escribe Tolst¨®i p¨¢ginas sin fin. Es guerra, un segundo. Un minuto. Los 400 metros que aguanta a su rueda Richard Carapaz. Bravo hasta reventar. ¡°Hice lo que dijimos que ¨ªbamos a hacer. Solo he seguido nuestro plan. Evitar las ca¨ªdas. Correr prudente. Atacar en La Redoute¡±, resume el ganador, que se libr¨® de una ca¨ªda que cort¨® a casi todos los favoritos a 100 kil¨®metros de la meta. Todos corrieron a remolque desde entonces.
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— Eurosport.es (@Eurosport_ES) April 21, 2024
? El hachazo del esloveno para torturar a Carapaz y marcharse en solitario camino de su segunda Lieja.
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Es la paz de los derrotados, que se temen, se vigilan, se marcan. Se atacan. Frenan. Arrancan. Si no estuviera Pogacar delante, su batalla, la de Egan, Carapaz, Bardet, Buitrago, Lutsenko, Healey, Van Gils, Pello, ser¨ªa hermosa, una carrera abierta, descarnada, digna de una cr¨®nica que se recordar¨ªa durante a?os. Dejar¨ªan sin aliento, el coraz¨®n acelerado, a todos. Pero delante est¨¢ Pogacar, un mon¨®logo, que reduce el drama a un griter¨ªo sin sentido. No hay acuerdo. Solo luchan por ser segundo. El m¨¢s decidido, el m¨¢s valiente, Romain Bardet, que tanto ha sufrido otros a?os en estas carreteras, logra irse solo para ser segundo, a 1m 39s. Los dem¨¢s, incapaces de separarse, se disputan al sprint el tercer puesto, a 2m 2s, y el orgullo obliga a Van der Poel a imponerse.
Quedaban entonces 35 kil¨®metros. La exhibici¨®n. Pasada La Redoute, el falso llano abierto a todos los vientos donde todos quieren tomarse un respiro, tanto les chillan las piernas, tanto dolor. All¨ª es donde Pogacar acelera de nuevo. Y se va solo para siempre.
Llueve, y bajo la lluvia helada, Pogacar, manos desnudas, casco cerrado en el que, no se sabe c¨®mo, su mech¨®n rebelde, el ala del tibur¨®n feroz, logra asomarse, pedalea consciente de que su historia forma parte ya de la historia del ciclismo. Consciente de su obligaci¨®n de atacar solo, de llegar solo, de arriesgar en las curvas cerradas de los descensos estrechos y peligrosos pasadas las colinas hacia Lieja. Un campe¨®n nunca desde?a el riesgo. Tranquilo. Imperturbable. Sonrisa brillante. Pesta?as tan rubias que parecen transparentes sobre sus ojos claros. ¡°Es muy especial llegar solo¡±, dice. ¡°Y m¨¢s con el maillot de campe¨®n nacional¡±.
En el Quai de las Ardenas, donde ya gan¨® hace tres a?os, saluda al p¨²blico, sonr¨ªe infantil, un ni?o que ha hecho otra travesura, levanta la vista y se?ala con una mano hacia el cielo antes de cruzar la meta. ¡°He corrido todo el d¨ªa pensando en la madre de Urska, mi mujer, que muri¨® hace dos a?os, y me tuve que volver a Eslovenia sin poder correr. Y el a?o pasado, me romp¨ª la mu?eca aqu¨ª¡±, dice en meta el esloveno despu¨¦s de imponerse, a los 25 a?os, en el sexto Monumento de su carrera (tres Lombard¨ªas, dos Liejas, un Flandes). ¡°As¨ª que ha sido un d¨ªa muy emotivo¡±.
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Tadej Pogacar vuelve a reinar en Lieja y suma su sexto Monumento igualando a Van der Poel.
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En 2024 ha corrido solo 10 d¨ªas. Los de carrera son los ¨²nicos d¨ªas que disfruta. Quiz¨¢s porque gana siempre. Seis victorias ya. Las Strade y la Lieja, y la Volta a Catalunya (y cuatro etapas). Y un tercer puesto en la San Remo, el Monumento que se le resiste. El resto de los d¨ªas, entre carrera y carrera, d¨ªas sin fin concentrado en altura, en Sierra Nevada pensando en los objetivos que vendr¨¢n un a?o en el que se ha impuesto un m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, ganar el Giro, su primera participaci¨®n en la corsa rosa, antes de asaltar el Tour en busca de su tercera grande boucle. ¡°?Te vas a Espa?a?¡±, le pregunta Pogacar a Van der Poel, buen amigo, que tiene una casa en Moraira donde juega al golf, mientras esperan subir al podio. ¡°S¨ª¡±, le responde. ¡°Me voy ma?ana. Vacaciones¡±. Y Pogacar, que el 5 de mayo comienza el Giro, le mira con cara de envidia. ¡°Disfruta, amigo¡±.
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