Paseo, susto y tercera victoria de Jonny Milan, el rey de las ¡®volatas¡¯ en el Giro de Italia
Disputada su etapa m¨¢s llana, la ¡®corsa rosa¡¯ entra en sus d¨ªas m¨¢s duros, con Pogacar de rosa s¨®lido, una contrarreloj el s¨¢bado y el Mortirolo el domingo
El pelot¨®n parte del Adri¨¢tico y cruza moroso y bromista el Rubic¨®n y se lanza por la llanura padana en Emilia, aplanadas por el peso de las monta?as que las rodean, como un grupo de amigos excursionistas que la gozan tanto que suspiran para que nunca se acabe el camino. Atraviesa su carretera comarcas se?aladas, bordeando la Rimini de Fellini, la Cesenatico de Pantani, la San Marino en la que Tiberi, latino del Lazio y favorito para la maglia blanca, el nuevo Nibali, mat¨® al gato de un vecino ministro; la Imola de los Ferrari y Alaphilippe, la Ferrara del otro Ferrari, Michele, el Mito m¨¦dico; la Faenza de Cassani y la Lugo, provincia de Ravenna, donde vive Giancarlo Ferretti, Ferron, el sargento de hierro del Ariostea. Saben que al final, despu¨¦s de los nervios, los sustos, la velocidad loca de los ¨²ltimos kil¨®metros hasta el sprint en la bella Cento, entre la Bolonia de Lucio Dalla y los soportales y Ferrara, les espera un traslado, 150 kil¨®metros hacia el noroeste, donde, les advierte ominoso Tadej Pogacar, de rosa y granate en skinsuit (mono), la vestimenta que m¨¢s le gusta los d¨ªas de viento y el ¨¢nimo espl¨¦ndido, el real, real Giro, como si fuera la coca cola, comienza. Lo advierte en la salida: ¡°Let¡¯s go for an easy day (tengamos un d¨ªa tranquilo) porque ma?ana comienza el Giro de verdad, la crono de Ganna en el Garda, 32 kil¨®metros muy llanos, y la brutal monster stage del domingo en Livigno y el Mortirolo¡¡±
Inconformes, los del Ineos, anglosajones calvinistas, no hay descanso es su motto, quien no trabaja, quien no sufre, no ama a Dios, rompe la modorra del easy going suave del pelot¨®n pasado Conselice, donde el viento sopla del sur, 30 kil¨®metros por hora, con una aceleraci¨®n s¨²bita a 62 kil¨®metros de la meta, que hace que Pogacar agradezca a su colodrillo el capricho de vestir skinsuit en Bolonia y que encuentra a la improvista a Jonny Milan --¡±est¨¢bamos en la cuneta, orinando¡±, explic¨® Simone Consonni, su compa?ero en el Lidl y en el cuarteto de persecuci¨®n italiano--, que se queda cortado con el pelot¨®n de los torpes. El susto le dura 20 minutos y enlazar le cuesta un sofoc¨®n al mejor sprinter del Giro y a su Lidl, pero no impide que el incontenible rey de las volatas, tan dislocado y cabez¨®n, ademanes de incre¨ªble Hulk, lanzado por Consonni, salte a la rueda de Gaviria en la ¨²ltima recta, lo supere y consiga su tercera victoria y que en Italia sigan dispar¨¢ndose las cr¨®nicas laudatorias que califican a Milan, el Toro de Buja, su pueblo, friulano como Ottavio Bottecchia, de nuevo Cipollini, tan alto, con tanta gracia y m¨²sculo rellena la maglia ciclamen, un color que parece hecho para ¨¦l.
Llegado el peligro final, Pogacar se encierra en lo que ¨¦l dice su burbuja, un ¨¢rea de seguridad de un metro en c¨ªrculo a su alrededor, y se aleja mentalmente de un pelot¨®n tan transformado y aplanado por su superioridad que ni siquiera parece reconocer la iron¨ªa en los prop¨®sitos del esloveno llegado, aseguran, de otro plantea. El real, real Giro comenz¨® realmente el segundo d¨ªa, llegada a Oropa, victoria de Pogacar, mono rosagranate por primera vez, y ya van 12 d¨ªas. Despu¨¦s gan¨® Pogacar otra etapa de monta?a y la contrarreloj m¨¢s dura, y ya tiene a 2m 40s al segundo en la general, el colombiano Daniel Felipe Mart¨ªnez, a 2m 56s al tercero, el gal¨¦s Geraint Thomas, y a 4m 27s al deseado Tiberi.
El resto de la carrera ha servido para que los viejos de la escuela Ferretti --el director que le dijo a Manolo Saiz que ayudaba a Indurain a defenderse del ataque de Jalabert en Mende porque su Banesto repart¨ªa juego, y como solo le preocupaba la general dejaba que respiraran los equipos que buscaban etapas, y no como ¨¦l y su ONCE, que no dejaban ni las migajas-- lamenten el cambio de aires y que Pogacar y su UAE lo quieran ganar todo. Eran aquellos tiempos en los que se establec¨ªa sin palabras un convenio de respeto y ayuda mutua. ¡°Pero estos son los tiempos que han tra¨ªdo los nuevos fen¨®menos, los big six [Van Aert, Van der Poel, Evenepoel, Pogacar, Vingegaard, Roglic], que en vez de competir contra el resto parece que se desaf¨ªan entre ellos a ver qui¨¦n consigue la victoria m¨¢s ¨¦pica, la escapada m¨¢s larga en solitario, la mayor haza?a¡±, dice Iv¨¢n Velasco, joven director del Movistar. ¡°No hay espacio ya para el escenario del que hablaba Ferretti. Ya es imposible que se dejen fugas de 10, 15 minutos, porque ser¨ªa imposible cerrarlas. Hay tanta competitividad, y es tan fuerte Pogacar¡¡±
Quiz¨¢s la fortaleza de Pogacar, su magn¨ªfico motor, no sea inexpugnable cuando se mida contrarreloj en los 31 kil¨®metros de la contrarreloj junto al lago de Garda, grandes rectas trufadas de repechos de longitud variable, pero rondando los 400 metros, el territorio de las grandes cilindradas y las enormes masas, como las que posee Filippo Ganna, para quien el Ineos ha construido la mejor m¨¢quina con su Pinarello. Pogacar, sorprendentemente, concede que el favorito es Ganna y que ¨¦l, pese a sus avances aerodin¨¢micos, en un terreno tan llano no siquiera sacar¨¢ mucha ventaja a los que le siguen en el podio, Thomas y Mart¨ªnez, que no son malos en el ejercicio, ni tampoco lo es Tiberi, que ya fue campe¨®n mundial j¨²nior hace cinco a?os. La organizaci¨®n prev¨¦ una media de 54 por hora, que los mejores podr¨¢n alcanzar gracias a sus vatios, a sus piernas, a las emisoras en el pecho protegiendo su estern¨®n y matando las malas turbulencias, a cascos amplios, tipo esquiador, y a transmisiones con un solo plato de 60 o 64 dientes que evita la excesiva torsi¨®n y rozamiento de la cadena, sin necesidad en esta ocasi¨®n de un eje trasero con desmultiplicador, como el que utiliz¨® el Ineos en la primera contrarreloj para poder superar una subida al 15%. Y, of course, un skinsuit bien pegadito al body, marcando bien todas las curvas de m¨²sculos duros como el acero, y tan hermosos. Y que por un d¨ªa, sufran los escaladores ligeros, pajaritos en el viento.
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